- Proverbios
La Sabiduría
infinita de Dios, personificación del Verbo Divino, hablando de sí misma, nos
dice:
«El Señor me
estableció al principio de sus tareas, al comienzo de sus obras antiquísimas.
En un tiempo remotísimo fui formada antes de comenzar la tierra. Antes de los
abismos fui engendrada…».
Pensamos que esta
sabiduría pertenece a las tres Divinas Personas porque las tres han creado
cuanto existe.
Pensemos un poco
más en este párrafo tan bello del libro de los Proverbios:
«… Cuando asentaba
los cimientos de la tierra, yo estaba junto a Él como aprendiz, yo era su
encanto cotidiano, todo el tiempo jugaba en su presencia; jugaba con la bola de
la tierra, gozaba con los hijos de los hombres».
Cuánto amor compartido por las tres Divinas Personas, antes de la creación del mundo; amor que por el Verbo encarnado llegará a toda la humanidad.
- Salmo 8
Este salmo
glorifica al Señor por sus obras magnífica. Comienza diciendo:
«Señor, dueño
nuestro, qué admirable es tu nombre en toda la tierra».
Luego, dejándose
llevar de la imaginación ante la obra maravillosa del Creador añade:
«Cuando contemplo
el cielo obra de tus dedos, la luna y las estrellas que has creado ¿qué es el
hombre para que te acuerdes de él, el ser humano para darle poder?».
Luego el salmista
admira cómo, a pesar de la pequeñez del hombre, Dios le manifiesta su amor: «lo
coronaste de gloria y dignidad».
A este hombre, su creatura, Dios le ofrece todo: «Todo lo sometiste bajo sus pies».
- San Pablo
Nos enseña que por
medio de Jesucristo hemos recibido la justificación y estamos en paz con Dios.
Nos dice el apóstol:
«Nos gloriamos en las tribulaciones sabiendo que la tribulación produce constancia, la constancia virtud probada, la virtud, esperanza y la esperanza no defrauda porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones con el Espíritu Santo que se nos ha dado».
- Verso aleluyático
Este versículo nos
invita a repetir, como lo hacemos frecuentemente en nuestra oración:
«Gloria al Padre y
al Hijo y al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que viene».
De esta manera toda nuestra vida estará en las manos de Dios y dispuestos a hacer su voluntad.
- Evangelio
Es un párrafo de
San Juan en el que Jesús nos habla de las tres Divinas Personas para que
glorifiquemos a nuestro Dios:
«Muchas cosas me
quedan por deciros, pero no podéis cargar con ellas por ahora. Cuando venga el
Espíritu de la verdad os guiará hasta la verdad plena, pues lo que hable no
será suyo. Hablará de lo que oye y os comunicará lo que está por venir».
Jesucristo, siempre
preocupado por la humanidad, nos ofrece el Espíritu Santo para que podamos
entender lo que Él dijo y vivió.
Finalmente, el
párrafo concluye: «El Espíritu Santo me glorificará porque recibirá de mí lo
que os irá comunicando».
Todavía hay otra afirmación
más que nos ayuda a descubrir algo del misterio trinitario:
«Todo lo que tiene
el Padre es mío».
Si esto mismo que
tiene el Padre es lo que por la voluntad del Verbo nos acerca a nosotros el
Espíritu Santo, tenemos una pequeña explicación del misterio de la Trinidad
Santa. En ella, como solemos decir:
«Todo es común en
las tres Divinas Personas, excepto la relación de Personas».
Para expresarlo de
una manera muy sencilla: hay un solo Dios y tres Personas distintas a las que
amamos y adoramos por igual.
+ José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista