27 de julio de 2024

DANOS SIEMPRE TU PAN


«Un gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo»
y ha traído pan para todos.

  • 2Reyes

Un hombre lleva a Eliseo las primicias de pan y granos.

El taumaturgo dice a su criado: «Dáselos a la gente y que coman».

El criado compara la cantidad de pan con la gente que se ha reunido y advierte que es muy poco.

Eliseo insiste. El criado reparte y «comieron todos y sobró».

Evidentemente que la liturgia de hoy nos trae este ejemplo como un anticipo del Evangelio.

  • Salmo 144

Nos insiste en la realidad: la humanidad entera busca alimentos y Dios da en abundancia.

Agradecemos con el salmista: «Que todas tus criaturas te den gracias, Señor. Que te bendigan tus fieles…

Los ojos de todos te están aguardando, tú les das comida a su tiempo; abres tú la mano y sacias de favores a todo viviente».

  • San Pablo

El apóstol pide a los efesios que vivan según la vocación a la que Dios los ha convocado.

Ante todo, tener presente que hay «un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo y lo penetra todo y lo invade todo».

Ante esta realidad de fe San Pablo nos invita: «sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz».

  • Verso aleluyático

Nos presenta a un gran profeta que ha surgido entre nosotros y que es Dios mismo, que ha venido a visitar a su pueblo. Este gran profeta, en este día, es Jesús, que multiplica el pan para alimentar a los pobres que lo siguen, hambrientos de la Palabra, y necesitados de comer.

  • Evangelio

Jesús ve una multitud grande que lo sigue y pregunta a Felipe: «¿Con qué compraremos panes para que coman todos?».

La respuesta de los apóstoles (Felipe y Andrés) no pide que Jesús haga un milagro. Simplemente hacen sus cálculos humanos: «Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo».

Andrés concreta: «Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces».

Jesús ordena que se siente la gente en el suelo. Cuando comen todos pide a sus discípulos: «Recoged los pedazos que han sobrado. Que nada se desperdicie. Lo recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada que sobraron a los que habían comido».

Este pan es un símbolo de la eucaristía que permitirá comer a todos los que quieran el Cuerpo de Cristo y nos invita, también a todos nosotros, a repetir frecuentemente, en la oración que Jesús nos enseñó:

«Danos hoy nuestro pan de cada día», sobre todo en la Eucaristía.

Amigos todos, en este día de FIESTAS PATRIAS, en el Perú, les deseo unos días felices y que hagamos un esfuerzo entre todos para conseguir el auténtico progreso de nuestra Patria:

¡Dios bendiga nuestro Perú!

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

20 de julio de 2024

AMEMOS A NUESTROS BUENOS PASTORES

  

Sí, amigos, amemos y ayudemos a nuestros buenos pastores que han sido llamados por el mismo Jesús. Él se reserva el título de Buen Pastor: «Yo soy el Buen Pastor».

Pero ha escogido a muchos hombres de los que ha dicho: «Les pondré pastores que las pastoreen».

  • Jeremías

Habla de la gran responsabilidad que tienen los que han sido escogidos como pastores por el Señor y distingue dos clases.

+ Los que dispersaron las ovejas con sus escándalos y malos ejemplos.

+ Y también: «Yo mismo Dios reuniré el resto de mis ovejas… para que crezcan y se multipliquen… Les pondré pastores que las pastoreen: ya no temerán ni se espantarán».

Es muy duro, amigos, ser pastores que apartan a las ovejas de Dios. Recemos por los que así actúan y pidamos a la misericordia divina que nos dé pastores santos que conduzcan el rebaño a Dios.

  • Salmo 22

Celebremos el gozo de las ovejas que tienen por pastor al mismo Dios.

Qué felices pastan y descansan. Gocemos con ellas repitiendo: «El Señor es mi pastor, nada me falta. En verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas… Me guía por el sendero justo… Preparas una mesa ante mí».

  • San Pablo

Aclara, el apóstol, la división antigua: eran dos pueblos totalmente distintos: Israel era el pueblo escogido por Dios.

El resto de los pueblos constituía a los gentiles.

La presencia de Cristo ha roto las diferencias y ahora todos los pueblos son llamados a dejar el odio que divide y a vivir el fruto de la sangre de Cristo redentor que contiene la salvación para todos.

Todo lo debemos a Cristo «que vino y trajo la noticia de la paz: paz a vosotros los de lejos y también los de cerca».

De esta manera, con San Pablo sacamos esta conclusión: «unos y otros podemos acercarnos al Padre con un mismo Espíritu».

  • Verso aleluyático

Nos recuerda las palabras de San Juan invitándonos a escuchar al Buen Pastor:

«Mis ovejas escuchan mi voz y yo las conozco y ellas me siguen».

Entre tantos pastores que sepamos siempre distinguir a Jesús, nuestro Buen Pastor.

  • Evangelio

Nos habla San Marcos de la preocupación de Jesús por sus apóstoles para que no pierdan la unidad e intimidad, los que han de apacentar a su Iglesia:

«Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco».

Parece que era mucho el trabajo y «no encontraban tiempo ni para comer».

No sabemos el tiempo ni dónde estuvieron descansado, pero advierte el evangelista que, al verlos, la multitud los siguió, ansiando escuchar las palabras de Jesús.

Por eso, «al desembarcar Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor. Y se puso a enseñarles con calma».

Por un lado, admiramos al Buen Pastor que cuida sus pastores y, por otro, la gran caridad de Jesús que, cuando se encuentra con la multitud le dedica su tiempo, sus enseñanzas y sus milagros para atraerla al reino.

En estos tiempos difíciles para la Iglesia de Jesús recordemos a Santa María Reina de la Paz que, desde Medjugorje, nos pide que recemos por la santidad de los sacerdotes ya que su vida auténtica contagiará al pueblo de Dios llevándolo por el camino de la santidad que Dios pide de todos nosotros.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

13 de julio de 2024

PROFETIZÓ SIN SER PROFETA


Amasías, sacerdote de Betel, avisa al rey Jeroboán que Amós está conspirando en Israel y no en Judá.

Hay un problema de fondo y es el negocio que realiza ese falso sacerdote en el templo de Betel.

  • Amós

El sacerdote Amasías dice a Amós, como para engañarlo: «Vidente, vete, huye al territorio de Judá. Allí podrás ganarte el pan y allí profetizarás».

Amós valientemente responde: «Yo no soy profeta ni hijo de profeta. Yo era pastor, un pastor y cultivador de sicomoros. Pero el Señor me arrancó de mi rebaño y me dijo: “ve, profetiza a mi pueblo Israel”…».

Y ahora que ha aclarado todo, Amós publica los terribles castigos que Dios dará al pueblo de Israel, separado de Judá:

«Tu mujer deberá prostituirse en la ciudad. Tus hijos y tus hijas caerán por la espada. Tu tierra será repartida a cordel. Tú morirás en un país impuro e Israel será deportado de su tierra».

Terrible profecía de este que, por humildad, se decía que no era profeta, pero predijo toda la historia de Israel separado de Judá.

  • Salmo 84

El salmista, en nombre del pueblo, clama al Señor: «Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación». Por eso la esperanza se hace oración: «Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos» hasta el punto de que «la misericordia y la fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan».

Y el resultado de todo es la fecundidad de la tierra: «El Señor nos dará la lluvia y nuestra tierra nos dará su fruto».

  • San Pablo

Hoy nos invita a meditar en las maravillas que encierra el gran profeta que, «sin ser profeta», ES el PROFETA, Jesús.

No me atrevo a comentar tan precioso regalo que nos ha hecho San Pablo al describir la grandeza infinita del hombre Dios, que él presenta como una auténtica bendición. Mediten ustedes:

«Bendito sea Dios Padre de nuestro Señor Jesucristo que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales. Él nos eligió en la persona de Cristo antes de crear el mundo para que fuésemos santos…».

El plan de Dios está claro: «Recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra».

No olvidemos que solo en Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre, está la salvación de Dios.

Tengamos presente que nuestra meta es la santidad que nos hace semejantes al Dios tres veces santo.

  • Verso aleluyático

Palabras profundas y muy interesantes del mismo apóstol, que hace oración a Dios pidiendo que «el Padre de nuestro Señor Jesucristo ilumine los ojos de nuestro corazón…».

Solo así podremos reconocer la esperanza maravillosa a la que Dios nos llama.

Hacia esta esperanza nos invita el Papa Francisco para prepararnos a celebrar, en el 2025, el año jubilar de la redención, que él ha titulado: Año Jubilar de la Esperanza.

  • Evangelio

San Marcos nos presenta a Jesús reuniendo a los apóstoles y enviándolos, de dos en dos, como misioneros para anunciar a los pueblos la redención.

Esta preparación consiste en un gran desprendimiento y sacrificio para proclamar la conversión por la llegada del reino.

Jesús les pide a los enviados a vivir un desprendimiento grande, pero al mismo tiempo les otorga los poderes espirituales muy notables: echar demonios, ungir con aceite a los enfermos y curarlos, transmitir la paz de parte suya.

De esta manera los que no eran profetas se convirtieron en los verdaderos anunciadores del reino de Dios.

Por otra parte, les invito a recordar que como bautizados estamos configurados con Cristo sacerdote, profeta y rey. Que la fe nos ayude a actuar como tales.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

6 de julio de 2024

JESUCRISTO PROFETA, ¿FRACASA? - Domingo XIV del tiempo ordinario

En este domingo debemos robustecer la fe en Jesucristo, verdadero Dios y Creador de todo. Y, al mismo tiempo, verdadero hombre que camina junto a nosotros llevando nuestras miserias hasta el Calvario, para purificar y salvar nuestra vida.

  • Ezequiel

«El Espíritu entró en mí, me puso en pie, y oí que decía».

Nos cuenta Ezequiel que el Señor lo envió como profeta entre los hombres, pero al mismo tiempo, le advirtió que se trataba de un pueblo rebelde que no creerá que el envío es de Dios.

Y cuando diga: «esto dice el Señor», la respuesta dependerá de su actitud de hijos testarudos y obstinados, pero «ellos te hagan caso o no te hagan caso, pues son un pueblo rebelde, sabrán que hubo un profeta en medio de ellos».

Esta actitud difícil contra el profeta Ezequiel es la que veremos en Jesús, según el Evangelio de hoy.

  • Salmo 122

Nos presenta el ideal del fiel que vive con los ojos puestos en el Señor para conocer su voluntad y cumplirla al instante, como hacen los esclavos y las esclavas con sus señores.

Con el salmista completamos diciendo: «Misericordia, Señor, misericordia, que estamos saciados de desprecios. Nuestra alma está saciada del sarcasmo de los satisfechos, del desprecio de los orgullosos».

  • San Pablo

Reconoce que el Señor, para hacerlo humilde, le ha puesto una prueba (que Pablo llama una espina) que no sabemos en qué consiste, pero que humilla al gran apóstol y le hace confesar: «Tres veces he pedido al Señor verme libre».

Mas el Señor no le quita esta prueba, sino que le advierte: «Te basta mi gracia. La fuerza se realiza en la debilidad».

Si aprovechamos las pruebas, como Pablo, nuestras limitaciones nos engrandecerán.

El apóstol termina animándonos con su ejemplo: «Por eso vivo contento en medio de mis debilidades, de los insultos, las privaciones, las persecuciones y las dificultades sufridas por Cristo, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte».

Ya no importa la espina, el que importa es Jesús.

  • Verso aleluyático

Lo que caracteriza a todo profeta verdadero es la presencia del Espíritu Santo en él. Hoy Jesús nos dice: «El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres».

  • Evangelio

Hoy podríamos decir que Jesús es un profeta “fracasado” en su tierra y entre los suyos. Dice San Marcos que Jesús llegó con los discípulos a la sinagoga para enseñar, como era su costumbre. Él mismo se queja de que no pudo hacer los milagros que hubiera deseado.

La envidia y las rencillas del pueblo no les permitieron aceptar que un vecino suyo supiera y pudiera tanto.

Jesús salió del pueblo lamentando: «No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus parientes y en su casa».

Tengamos cuidado porque hoy también algunos, que se llaman católicos, niegan la divinidad a Jesucristo.

Nosotros, por nuestra parte, repitamos con fe: Jesús es el gran profeta enviado por Dios y es verdadero hombre y verdadero Dios, nuestro Redentor.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo