27 de enero de 2024

ENSEÑAR CON AUTORIDAD

Se habla mucho de homilías vacías y aburridas. Hay una clave para proclamar con atractivo y eficacia. Nos lo enseña Jesús en este DOMINGO IV del tiempo ordinario: «El que habla, hable Palabra de Dios» (1P 4,11).

  • Deuteronomio

El pueblo, asustado, no quiere oír a Dios. Moisés se queja al Señor y Él da la razón al pueblo.


Le dará profetas que hablen en nombre de Él. El texto bíblico nos da tres clases de profetas:

+ Los verdaderos, que hablan de parte de Dios.

+ Los falsos, cuyas profecías no se cumplen: «El profeta que tenga la arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no he mandado o hable en nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá» (recuerda que la Biblia habla con frecuencia de falsos profetas).

+ Y el gran profeta que, según la tradición patrística, será Jesucristo:

«Suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su boca y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas».

  • Salmo 94

Invita a escuchar a Dios, cuya voz salva.

Que nuestro corazón no se endurezca al escucharle. Este salmo lo reza frecuentemente la liturgia para que aceptemos la Palabra de Dios que nos lleva a su reconocimiento y adoración:

«Venid, aclamemos al Señor; demos vítores a la roca que nos salva. Entrad a su presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos… Entrad, postrémonos por tierra bendiciendo al Señor, creador nuestro porque Él es nuestro Dios».

  • San Pablo

El apóstol nos presenta dos posibilidades de estado de vida:

El de personas casadas que deben atender a su cónyuge y a los asuntos del mundo y al estado de quienes viven sin casarse y pueden dedicar su vida a los asuntos de Dios:

«El soltero se preocupa de los asuntos del Señor buscando contentar al Señor».

San Pablo no menosprecia el matrimonio, sino que aclara las posibilidades del que está libre para servir a tiempo completo en el apostolado.

  • Verso aleluyático

Se presenta la luz que significa Jesús mismo, que dijo de sí: «Yo soy la luz del mundo».

La llegada de Jesús a la tierra, que vivía envuelta en las tinieblas del pecado, se convierte en una esperanza para todos. Algo así como cuando en una noche oscura de repente sale el sol y todo se aclara:

«El pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande.

A los que habitaban en tierra y sombras de muerte una luz les brilló».

  • Evangelio

San Marcos nos presenta a Jesús que fue a Cafarnaúm y entró en la sinagoga para enseñar. El pueblo se «quedó asombrado de su doctrina porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad».

En la sinagoga había un endemoniado. El espíritu inmundo gritó: «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno?… Sé quién eres: el Santo de Dios».

Pero Jesús no entabló comunicación con el demonio, como hicieron Adán y Eva en el paraíso, sino que inmediatamente lo increpó: «¡Cállate y sal de él!».

El diablo obedeció y la gente asombrada decía:

«¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo».

el evangelista termina diciéndonos que la fama de Jesús se extendió por toda Galilea.

No olvidemos que nosotros, bautizados, somos continuadores de las enseñanzas del Maestro e hijos de la luz. La fuerza de nuestra evangelización proviene del Espíritu Santo que nos mueve a repetir, con fidelidad, las palabras de Dios en la Escritura.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

20 de enero de 2024

EL PROFETA QUE SE PELEÓ CON DIOS

  La lección que nos presenta la liturgia de este DOMINGO III del tiempo ordinario es muy simple: si nos convertimos, Dios nos perdona. Convirtámonos para que Dios nos perdone y recibamos la salvación.
  • Jonás 

Les invito a leer en la Escritura el brevísimo libro de Jonás. Allí encontrarán cómo Dios tuvo que enviar dos veces a Jonás para que fuera a Nínive a predicar la conversión.

La primera vez Jonás se embarcó y, en vez de ir a Nínive, «Jonás se puso en marcha para huir a Tarsis, lejos del Señor».

Después de la tempestad, providencialmente, un pez se tragó al profeta y mientras estaba en el interior del cetáceo hizo una simpática oración.

La segunda vez Jonás obedece y predica.

Nínive se convierte y Dios la perdona.

Este simpático libro, que viene a ser una parábola del Espíritu Santo, nos hace ver la bondad de Dios que Jonás expresa con estas palabras para explicar por qué no fue la primera vez:

«¿No lo decía yo, Señor, cuando estaba en mi tierra? Por eso intenté escapar a Tarsis, pues bien sé que eres un Dios bondadoso, compasivo, paciente y misericordioso que te arrepientes del mal».

Es decir, que desconfió de que Dios cumpliera el castigo y Jonás quedara mal.

Este fue el mensaje que repetía Jonás en la ciudad de Nínive:

«Dentro de cuarenta días Nínive será arrasada».

Todo el pueblo, invitado por el mismo rey, hizo penitencia y Dios los libró del castigo.

Esto que dolió mucho a Jonás se traduce en una humorística discusión entre Dios y el profeta, que les invito a leer.

  • Salmo 24

Le pedimos al Señor que nos enseñe sus caminos para que no nos desviemos y podamos llegar hasta Él que es nuestro Dios y Salvador:

«El Señor es bueno y recto y enseña el camino a los pecadores. Hace caminar a los humildes con rectitud y enseña el camino a los humildes».

  • San Pablo

El apóstol Pablo quiere apremiarnos para que transformemos nuestra vida con una verdadera conversión. Por eso nos dice en la Carta a los Corintios:

«El momento es apremiante…. Porque la representación de este mundo se termina». La vida es como una escenificación de teatro que pasa pronto.

El consejo que da Pablo tiene que pensarlo cada uno ante Dios para vivir en el mundo de cara a la eternidad.

La invitación de San Pablo en este día es que mientras hacemos lo que hay que hacer para nuestro bien y el de las personas que dependen de nosotros, demos a nuestra vida una dimensión de eternidad: Hacer todo lo que debemos hacer pensando que cada actividad nuestra debe tener una preparación para llegar un día a los brazos de nuestro Creador.

  • Verso aleluyático

El verso aleluyático acentúa la parte fundamental del Evangelio del día:

«Está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio».

  • Evangelio

Resulta interesante que coincide el fin de la predicación de San Juan Bautista, el Precursor, con el comienzo de la predicación de Jesús.

Juan había sellado con su sangre su valiente mensaje y, ahora, Jesús se marcha a Galilea para hacer público el Evangelio de Dios.

San Marcos resume así el anuncio del Señor:

«Se ha cumplido el plazo. Está cerca el reino de Dios. Convertíos y creed en el Evangelio».

La enseñanza que Jesús nos deja también a todos nosotros es muy clara: Existe el reino de Dios y, para que se haga realidad entre nosotros, tenemos dos grandes columnas: la conversión y la fe comprometida en el Evangelio.

En ese ambiente, Jesús encuentra junto al lago a Simón y a Andrés que lanzan el copo para pescar. Jesús se dirige a los dos hermanos y les dice: «Venid conmigo y os haré pescadores de hombres».

El seguimiento de ambos fue inmediato.

Poco después, llamó de la misma forma, a Santiago y a Juan que, dejando a su padre con los jornaleros, se fueron con Jesús.

Con esta respuesta generosa los cuatro transforman su vida para dedicarse a vivir y anunciar el Evangelio.

Terminamos pidiendo, con la liturgia:

«Señor, ayúdanos a llevar una vida según tu voluntad para que podamos dar en abundancia frutos de buenas obras en nombre de tu Hijo predilecto».

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

13 de enero de 2024

¡QUÉ RICO VINO!... ¡Y ABUNDANTE!


Desde la semana pasada la liturgia nos repite que una de las tres epifanías es la conversión del agua en vino durante las bodas de Caná de Galilea.

En la fiesta de un matrimonio faltó el vino y, por un pedido de Santa María, Jesús convierte seis tinajas de agua de cien litros cada una en el mejor vino.

¡Seiscientos litros de vino para un banquete de un pueblo pequeño!

Es el estilo de Jesús: hace los milagros con abundancia como en las dos multiplicaciones del pan y los peces y ahora también el vino.

Pero no es este el Evangelio de hoy. La liturgia lo leerá en el ciclo C.

Hoy nos habla San Juan evangelista de la «pesca» primera que hizo Jesús para formar la base de la Iglesia apostólica que Él fundó.

  • 1Samuel

El pequeño desconoce la voz de Dios.

Por tres veces oye que lo llaman y, en plena noche, va a la habitación del sacerdote Elí:

«Aquí estoy porque me has llamado».

La tercera vez Elí intuye que Dios quiere revelarse al pequeño Samuel y le enseña:

«Si te llama alguien responde: “Habla, Señor, que tu siervo escucha”».

Aquella noche Dios escogió al pequeño como a su gran profeta.

«Ninguna palabra de Samuel dejó de cumplirse».

  • Salmo 39

Nos enseña a adoptar la gran actitud bíblica propia de la criatura ante Dios:

«Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad.

Tú no quieres sacrificios ni ofrendas y en cambio me abriste el oído. No pides sacrificio expiatorio, entonces, yo digo: “Aquí estoy (como está escrito en mi libro) para hacer tu voluntad”. Dios mío, lo quiero, y llevo tu ley en las entrañas».

  • San Pablo

Nos enseña la santidad de nuestro cuerpo que es llamado a la santidad juntamente con nuestra alma:

«¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?»

Nos advierte que somos habitados por el Espíritu Santo desde el bautismo:

«Él habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios».

Y nos invita a conocer la santidad de nuestro cuerpo que ha sido comprado con la sangre de Cristo. Por eso advierte:

«No os poseéis en propiedad porque os han comprado pagando un gran precio por vosotros».

Qué hermosa reflexión:

Yo soy yo, pero no soy mío. Soy de Dios que me compró por medio del sacrificio de Cristo.

Bonita conclusión para este domingo:

«Por tanto, glorificad a Dios en vuestro cuerpo».

  • Verso aleluyático

Nos habla de un gran motivo de alegría: encontrar a Jesús:

«Hemos encontrado al Mesías que es Cristo. La gracia y la verdad vinieron por medio de Él».

  • Evangelio

Qué hermoso es preparar discípulos que puedan comprometerse con Jesús.

Es lo que hizo Juan el precursor. Habló a los suyos tan maravillosamente de Jesús que les bastó a ellos oír de sus labios: «Este es el Cordero de Dios» para que, dejando a su maestro, el Bautista, siguieran al Señor que, al notar su presencia, les pregunta: «¿Qué buscáis?».

Juan y Santiago contestan: «¿Rabí, ¿dónde vives?».

Pasaron con Él la tarde y continuaron luego la pesca.

Andrés llama a su hermano Simón y le dice: «Hemos encontrado al Mesías».

Lo llevó a Jesús que «se le quedó mirando y le dijo: “Tú eres Simón, el hijo de Juan. Tú te llamarás Cefas que se traduce Pedro”».

Amigos, aprendamos a evangelizar buscando buenos discípulos para el Señor.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

7 de enero de 2024

HEMOS VISTO UNA ESTRELLA… ¿Y QUÉ?

Hoy celebramos la Epifanía, es decir, la manifestación de lo alto, del cielo.

La liturgia nos invita a meditar un triple momento de manifestación: la llegada de los Magos, el agua convertida en vino en Caná de Galilea y el bautismo de Jesús en el río Jordán.

Todo esto es una manifestación del poder de Dios para que caminemos valientes en la fe.

Los magos, en este día, nos dicen: «Hemos visto salir la estrella del Señor y venimos con regalos a adorarle».

El día del bautismo también nosotros hemos visto la gracia que, como una estrella, quiere iluminarnos toda la vida hacia una eternidad feliz.

¿Hemos seguido la estrella con la valentía y generosidad de los Magos o nos ha importado poco la estrella que simboliza a Jesús?

  • Isaías

Una página impresionante del profeta. El mundo entero cubierto por tinieblas y en Jerusalén rompe la luz que se ofrece a todos los pueblos.

Por eso, vienen de lejos: «Caminarán los pueblos a tu luz… levanta la vista en torno, mira: todos esos se han reunido, vienen a ti».

Las promesas del profeta son impresionantes ya que parece que Isaías está viendo a los Magos llevando sus tesoros a Belén.

  • Salmo 71

Nos invita a glorificar al Señor: «Se postrarán anti ti, Señor, todos los pueblos de la tierra…».

Solo Él merece todas las alabanzas:

«Que los reyes de Saba y Arabia le ofrezcan sus dones. Que se postren ante Él todos los reyes y que todos los pueblos le sirvan».

  • San Pablo

Se siente feliz porque el Señor le ha permitido descubrir y proclamar el gran secreto, es decir «que también los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la promesa en Jesucristo por el Evangelio».

Este es, pues, el gran secreto: todos los hombres de la tierra, sin distinción, están llamados a gozar de la historia de la salvación que en el Antiguo Testamento conocieron únicamente los del pueblo de Israel.

  • Verso aleluyático

Los Magos proclaman el regalo de Dios, el descubrimiento de la estrella que simboliza a Jesús: al verla nos pusimos en camino y «venimos a adorar al Señor».

  • Evangelio

Solo por una moción especial del Espíritu Santo se puede hacer algo así como describe el Evangelio de San Mateo:

Ver una estrella especial. Buscar en tradiciones y escritos. Encontrarse con una profecía. Caminar largo tiempo en un grupo numeroso y con regalos de valor.

Preguntar en el palacio del jefe de un pueblo y ponerse en camino hacia Belén. Entrar en una casa y descubrir en una mujer sencilla que tiene un niño, como cualquier otro, al Mesías.

El momento cumbre es cuando «cayendo de rodillas lo adoraron; después abriendo sus cofres ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra».

En la fe de nuestra tradición se trata de unas personas santas que adoran al Verbo encarnado, en nombre de todos los gentiles que son llamados por la providencia a la salvación, igual que es llamado el pueblo de Israel, como nos ha manifestado San Pablo en este día.

Volvamos a nuestra propia vida:

¿Qué influencia ha tenido en nosotros la estrella más hermosa, Jesús, que Dios puso en nuestro camino?

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo