27 de agosto de 2023

ROCA, A PESAR DE TODO

 Así es, amigos, nuestra fe.

Pensamos que la Iglesia se va a hundir, no solo por los problemas externos que la afectan, sino también por las diferencias dentro de la barca.

El peligro está en dudar del futuro de la Iglesia y del futuro de Jesús, el Señor.

La liturgia de hoy nos invitará a meditar, una vez más, en la presencia de Dios en Cristo.

  • Isaías

Nos habla de un cambio de mayordomo en Israel:

«Soboná, mayordomo de palacio» es castigado por Dios y expulsado de su cargo. En su lugar Dios «colocó a su siervo Eliacín y le vestiré tu túnica y le daré tus poderes».

A continuación, describe el poder de este nuevo elegido que, ciertamente, nos hace pensar en Jesucristo y también nos permite aplicarlo a Pedro, tras la elección de Jesús en Cesarea de Filipo:

«Será padre para los habitantes de Jerusalén, para el pueblo de Judá. Colgaré de su hombro la llave del palacio de David: lo que él abra nadie lo cerrará, lo que el cierre nadie lo abrirá».

  • Salmo 137

Es una invocación al Señor pidiéndole su misericordia y que no abandone la obra de sus propias manos: «Te doy gracias, Señor, de todo corazón… por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera a tu fama».

Termina el salmo pidiendo al Señor «no abandones la obra de tus manos»; es decir, la creación obra del mismo Dios.

  • San Pablo

Nos habla de la grandeza de Dios y nos invita a admirar su generosidad e insondables decisiones.

Pienso que esta alabanza de Dios será bueno que la repitamos nosotros en particular pensando en Jesucristo que, al ser Dios, recibe toda alabanza porque «Él es origen, guía y meta del universo» con el Padre y el Espíritu Santo, «a Él la gloria por los siglos».

  • Verso aleluyático

Es una reflexión sobre la idea central del Evangelio del día que nos recuerda cómo Pedro ha sido elegido por Jesús como roca y fundamento de su Iglesia:

«Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y el poder del infierno no la derrotará».

  •   Evangelio

Nos recuerda una importante y hermosa escena de Jesús con los apóstoles en Cesarea de Filipo. En un ambiente de amistad con ellos, Jesús les pregunta:

«¿Quién dice la gente que es el hijo del hombre?»

Los apóstoles contestan lo que oyen al pueblo: que es el Bautista o Elías, o Jeremías o un profeta.

Es muy fácil decir lo que dice la gente, pero en realidad es una excusa que no vale ya que la gente, sobre todo los que hemos evangelizado nosotros, deberían conocer la verdad de Jesús.

Después de esto, Pedro por su cuenta añade:

«Tú eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo».

Jesús le advierte que eso que él afirma es revelación de Dios y no conocimiento de Pedro.

De todas maneras, viendo en ello Jesús una manifestación del Padre en el momento en que el Maestro busca un apóstol que pueda suplirle cuando termine la misión suya en la tierra, aprovecha para hacer pública, ante los demás apóstoles, la elección que de parte del Padre hace en aquel momento:

«Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y el poder del infierno no la derrotará… Te daré las llaves del reino de los cielos…».

A continuación, le da el poder de atar y desatar, que es un término legal para declarar lo que es lícito o no.

Llama la atención que Jesús termine prohibiéndoles a los apóstoles decir a la gente que Él es el Mesías, cuando sabemos que, al final de su vida, enviará a todos los apóstoles a proclamar por el mundo entero que Él es el Mesías y el Redentor.

Este domingo es un día muy especial para renovar nuestra fe en la Iglesia de Jesucristo y creer que es Él el que seguirá cuidando de la Iglesia por medio de Pedro y sus sucesores.

Una vez más recordemos que en todo lo que se trate de fe y costumbres las afirmaciones «ex cátedra» del Papa nos mantendrán en la fe verdadera hasta el final de los tiempos.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

20 de agosto de 2023

DE DISTINTAS FORMAS NOS ACOGE DIOS

Es evidente que la felicidad del hombre está en ser acogido por Dios y gozar de su Creador:

La liturgia de hoy nos habla de encuentros y acogidas especiales de parte de Dios.

  • Isaías

El profeta cuenta cómo acoge Dios a los extranjeros en su pueblo. Todos pueden entrar a formar parte de Israel, pero con unas condiciones:

Nos advierte el profeta que se trata de personas que se han dado a Dios para servirlo y amar su nombre.

Estos deben guardar el sábado y ser fieles a la alianza. A ellos promete el Señor:

«Los traeré a mi monte santo, los alegraré en mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y sacrificios. Porque mi casa es casa de oración y así la llamarán todos los pueblos».

  • Salmo 66

El salmista habla de la entrada de todos los pueblos al servicio de Dios para glorificarlo con el pueblo de Israel:

«Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben».

A continuación, pide que Dios tenga piedad y nos bendiga a todos y que ilumine su rostro sobre nosotros:

«El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros, conozca la tierra tus caminos, todos los pueblos tu salvación».

Ahora entendemos mejor cómo el Señor ha abierto la fe de Israel a todos los pueblos, en sintonía con lo que dice hoy el profeta Isaías y de la misma manera podemos aplicarlo a la Iglesia de Jesús.

  • San Pablo

Fascinado por Jesús, que se le presenta como el Mesías que había llegado a su pueblo, Pablo sigue decididamente el Evangelio y deja de lado el Antiguo Testamento.

Sin embargo, sigue amando a su pueblo porque en él está todo el tesoro de la primera parte de la revelación de Dios a la humanidad.

Hoy, una vez más, nos habla de la seguridad que tiene de que un día el pueblo judío entrará en la Iglesia de Jesucristo.

Pablo, que habla a los romanos, dice:

«Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios. Pero ahora al rebelarse ellos habéis obtenido misericordia.

Así también ellos, que ahora son rebeldes con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia».

  • Verso aleluyático

Nos muestra a Jesús misionero, en su actividad apostólica, recorriendo todos los pueblos «proclamando el Evangelio del reino y curando las dolencias del pueblo».

  • Evangelio

Otra llamada especial de este día nos la presenta San Mateo:

Jesús, como para descansar, se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea se puso a gritarle:

«Ten compasión de mí, Señor, hijo de David. Mi hija tiene un demonio malo».

Se nota la angustia de la madre que ama a su hijita y grita desesperadamente.

Por su parte, Jesucristo advierte que ha venido a predicar y curar a las ovejas descarriadas de Israel y no a los de fuera.

La mujer valiente se postra ante Jesús y le grita:

«¡Señor, socórreme!».

La respuesta de Jesús a primera vista es humillante y como para probar la fe de la mujer, le dice:

«No está bien echar a los perritos el pan de los hijos».

Pero la madre, lejos de sentirse humillada y dando muestra de gran fe en Él, añade:

«Tienes razón, Señor, pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de sus amos».

Ante tal respuesta Jesús hace, en ese momento, el milagro de sanar a su hija y deja una lección clara para los presentes:

«Mujer, ¡qué grande es tu fe!: que se cumpla lo que deseas».

De esta manera tenemos también el día de hoy el ejemplo de una mujer que no es del pueblo de Dios y, sin embargo, se lleva un gran milagro y la alabanza de Jesucristo.

Amigos, ¿su fe habría tenido una respuesta como la de esta mujer que se «robó» un milagro de Jesús?

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

12 de agosto de 2023

VIVAMOS PREPARADOS PARA EL ENCUENTRO CON EL SEÑOR

En este Domingo XIX del tiempo ordinario nos encontramos con una petición especial en la liturgia del día, que a veces no apreciamos bastante.

Nos indica que los dones que le ofrecemos a Dios, creyendo que le hacemos un gran regalo, nos los ha dado antes Él para que podamos dárselos: «Los dones que has dado a tu Iglesia para que pueda ofrecértelos».

Y la petición que nosotros, con nuestra Madre Iglesia, le hacemos en este sacramento, es que acepte nuestro regalo transformándolo en sacramento de salvación para nosotros.

Una idea importante para que nos mantengamos humildes y sepamos que Dios nos precede también en lo que le ofrecemos.

  • Libro 1Reyes

Nos presenta a Elías que se prepara para el encuentro con Dios. Después de un sacrificado viaje por el desierto llega al monte Horeb, se mete en una cueva, y allí pasa la noche.

El Señor le dice:

«Sal y ponte de pie en el monte ante el Señor: ¡El Señor va a pasar!».

Después de distintos signos fuertes «se oye una brisa suave. Al sentirla, Elías se tapó el rostro con el manto, salió afuera, y se puso en pie a la entrada de la cueva».

En esta actitud esperó el profeta, recibió el mensaje de Dios y regresó para cumplir la última voluntad del Señor.

  • Salmo 84

Pedimos la misericordia y la salvación para nuestro caminar en este mundo:

«Muéstranos, Señor, tu misericordia, y danos tu salvación».

A continuación, el salmista nos invita a escuchar la voluntad del Señor y a comprender que donde está Él está la paz y la verdadera salvación:

«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos… La salvación está ya cerca de sus fieles… La misericordia y la fidelidad se encuentran. La justicia y la paz se besan».

El vivir según quiere el Señor tiene sus efectos saludables:

«El Señor nos dará la lluvia y nuestra tierra dará su fruto».

  •  San Pablo

El Apóstol ama mucho a los judíos de los que se apartó por su conversión a Jesucristo, pero siempre los recuerda y está seguro de que ellos, hasta cierto punto, tienen el derecho y la seguridad de descubrir la verdad del Evangelio:

«Ellos descienden de Israel, fueron adoptados como hijos, tienen la presencia de Dios, la alianza, la ley, el culto, y las promesas».

Según Pablo, los patriarcas también pertenecen al pueblo judío y de ellos nació el Mesías.

Todo esto le da la seguridad a Pablo de que el pueblo judío está preparado para recibir al Señor y así lo manifiesta en la Carta a los romanos.

  • Verso aleluyático

La virtud de la esperanza nos tiene que llevar al encuentro con Dios, seguros de que en Él tendremos todo:

«Espero en el Señor, espero en su Palabra».

  • Evangelio

El Evangelio nos recuerda, una vez más, la oración de Jesús en la noche, después de la cual camina sobre las aguas para llegar a la barca en la que navegan sus apóstoles hacia Cafarnaúm.

Cuando los suyos lo ven caminar sobre el agua, como si fuera un «fantasma», gritan asustados, pero Jesús les devuelve la paz con sus famosas palabras:

«Ánimo, soy yo, no tengan miedo».

Pedro, inquieto como siempre, le pide que le permita el gustito de caminar también él sobre las aguas. El Maestro le dice:

«Ven. Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús, pero al sentir la fuerza del viento le entró miedo… ¡Señor, sálvame!».

Jesús reprocha al apóstol inquieto:

«Qué poca fe. ¿Por qué has dudado?»

La conclusión que sacan los apóstoles de este inesperado encuentro con Jesús es un acto de fe:

«Realmente eres hijo de Dios».

En este domingo examinemos nuestra conciencia para saber si realmente estamos preparados para recibir al Señor que vendrá, según el mismo ha dicho, cuando menos lo esperemos, como un ladrón en la noche.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

5 de agosto de 2023

DIOS OFRECE SU PALABRA Y SU PAN A TODOS

De una manera u otra, todos buscamos en la vida el alimento diario para el cuerpo y, como una necesidad del alma, también buscamos novedad, noticias, seguridad… muchas cosas que el alma que todos tenemos, aunque algunos la nieguen, necesita.

Dios ha proveído todo lo que necesitamos a lo largo de la historia de la humanidad.

  • Isaías

De una manera no fácil de entender, Dios nos invita a comer y a beber gratuitamente:

«Sedientos todos, acudid por agua. También los que no tenéis dinero, venid, comprad trigo, comed sin pagar vino y leche de balde. ¿Por qué gastáis dinero en lo que no alimenta y el salario en lo que no da hartura? Escuchadme atentos y comeréis bien, saborearéis platos sustanciosos, inclinad el oído, venid a mí: escuchadme y viviréis. Sellaré con vosotros alianza perpetua».

El alimento de Dios busca siempre la alianza de la criatura con el Creador a través de su Palabra.

  • Salmo 144

El salmista nos presenta a Dios generoso que alimenta abundantemente a todos:

«El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.

Los ojos de todos te están aguardando, tú le das la comida a su tiempo, abres tú la mano y sacias de favores a todo viviente».

  • San Pablo

El apóstol nos habla hoy de la seguridad que tiene en la fidelidad de su amor a Dios.

Dios se ha ganado plenamente el corazón de Pablo y él vive de Dios y para Dios. Meditemos estas palabras y ojalá podamos hacerlas nuestras:

«¿Quién podrá separarnos del amor de Cristo?».

A continuación, Pablo pone una lista de posibles cosas que podrían apartarnos de Dios:

«¿La aflicción, la angustia, la persecución, el hambre, la desnudez, el peligro, la espada?»

Que, a nosotros, como a Pablo, se nos haga fácil la respuesta sincera:

«En todo esto vencemos fácilmente por aquel que nos ha amado».

Es en el amor de Cristo hacia nosotros, más que el amor nuestro hacia Él, en el que depositamos nuestra seguridad.

  • Verso aleluyático

Precisamente es en este versículo donde encontramos la clave del mensaje de este domingo:

«No solo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios».

  • Evangelio

Cuenta San Mateo que, al enterarse Jesús del martirio del Bautista, se fue a través del lago, a un lugar tranquilo. En realidad, no había lugar tranquilo para Él. La multitud lo siguió por tierra y Él, en vez de molestarse, empezó a curar. La gente se aglomeraba en torno al Maestro y se hizo tarde.

Los discípulos, pensando en el hambre, la noche y en tantas personas, le piden a Jesús que los despida para que vayan a buscarse de comer.

Jesús, siempre misericordioso y, además, poderoso, les dice: «Denles ustedes de comer».

Como solo contaban con cinco panes y dos peces, posiblemente se aseguraban con ello la comida para el grupito. Jesús les pide lo que tienen y manda sentarse a la gente.

Entonces, «tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos y estos a la gente».

Aquella tarde se saciaron todos, «unos cinco mil hombres sin contar mujeres ni niños» y sobraron doce canastos de trozos de pan.

De esta manera Jesús saciaba a la multitud con su palabra, evangelizando, y con su poder dando de comer en abundancia.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo