Jesucristo ha insistido mucho en el tema de la oración. Parece que después de la caridad de lo que ha hablado más es de la necesidad de la oración.
Veamos las lecciones de la liturgia en este domingo.
- Eclesiástico
Dentro de la
grandeza de Dios que tiene todas las perfecciones, el Eclesiástico destaca su
justicia e imparcialidad.
Una de las cosas
que resalta es la oración y lo detalla así:
«Escucha las súplicas del oprimido; no desoye los gritos del huérfano o
de la viuda cuando repite su queja».
Descripción
especial merecen estas palabras: «los
gritos del pobre atraviesan las nubes y hasta alcanzar a Dios no descansan… El
justo Juez le hace justicia».
Esto nos recuerda, sin duda, la parábola del Evangelio de la semana pasada, que hablaba del juez inicuo para exhortarnos en la constancia de la oración.
- Salmo 33
El salmista abunda
en las ideas del Eclesiástico. Parece tenerlas en mente en el momento de
componer este salmo:
«Cuando uno grita el Señor lo escucha y lo libra de sus angustias.
El Señor redime a sus siervos, no será castigado quien se acoge a Él»
Por todo esto
debemos agradecer a Dios con el salmista:
«Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca».
- San Pablo
Pablo, ya anciano,
resume a Timoteo cómo ha sido su vida de apóstol evangelizador y cómo espera la
recompensa del Señor:
«He combatido bien mi combate, he corrido hasta la meta, he mantenido la
fe.
Ahora me aguarda la corona merecida con la que el Señor, justo Juez, me
premiará en aquel día».
De todas maneras,
Pablo, continúa invitando a todos a la esperanza:
«Y no solo a mí sino a todos los que tienen amor a su venida».
La carta termina
con este acto de confianza:
«El Señor seguirá librándome de todo mal, me salvará y me llevará a su reino del cielo».
- Verso aleluyático
Muy importante este
versículo que pertenece a la carta de San Pablo a los corintios.
Dios realizó la
salvación por medio de Cristo. Pero al irse Jesús a la gloria ha dejado la
palabra de la reconciliación a «nosotros».
Pablo se refiere a los apóstoles y a sus sucesores. Meditemos:
«Dios estaba en Cristo reconciliando el mundo consigo y a nosotros nos ha confiado la palabra de la reconciliación».
- Evangelio
Dentro del tema de
la oración de este domingo Jesús nos presenta, en una parábola, a dos hombres
que subieron al templo a orar.
El creído rezaba
así:
«Oh Dios, te doy gracias porque no soy como los demás: ladrones,
injustos, adúlteros; ni como ese publicano».
A continuación, se
alaba a sí mismo por las buenas obras que hace.
En cambio, el
sencillo y humilde aprende del publicano que se tiene por pecador:
«Oh Dios, ten compasión de este pecador».
Ojo, amigos, no
saquemos como conclusión que los creídos de hoy no tienen que rezar. Todos
tenemos que pedir a Dios… Pero hagámoslo con fe, sin el orgullo del fariseo y
con la humildad del publicano.
José Ignacio Alemany Grau, obispo