28 de mayo de 2022

LES CONVIENE QUE ME VAYA


 Así les dijo Jesús a los apóstoles en la última cena cuando se pusieron tristes. Poco más tarde les prometió: «Vuestra tristeza se convertirá en alegría y nadie os quitará vuestra alegría».

Después, cuando lo vieron resucitado, dice el evangelista que «los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor».

Hoy la liturgia nos hablará del gozo pleno del día de la ascensión de Jesús al cielo.

  • Hechos de los apóstoles

Aunque San Marcos hace una pequeña alusión a la ascensión de Jesucristo, es solamente San Lucas quien por dos veces nos describe la ascensión al fin del evangelio y al principio de los Hechos de los apóstoles. Lo hace refiriéndose a un Teófilo que posiblemente, más que una persona concreta, es por el significado de la Palabra: «amigo de Dios», por tanto, para cada uno de nosotros.

Jesús les pide a los apóstoles que no se vayan de Jerusalén hasta que «sean bautizados por el Espíritu Santo».

Resulta extraño que, una vez más, los apóstoles «rodearon a Jesús preguntándole: «Señor, ¿es ahora cuando vas a restaurar el Reino de Israel?»

Todavía tenían sentimientos políticos a pesar de haber vivido años con Jesús.

El Señor les aclara que se trata de otra cosa distinta y que cuando reciban el Espíritu Santo entenderán todo y se convertirán en testigos suyos hasta los confines del mundo.

En ese momento «lo vieron levantarse hasta que una nube se lo quitó de la vista».

Mientras esperaban que pasara la nube y volvieran a ver a Jesús, se les aparecieron «dos hombres vestidos de blanco» que les dijeron: «El mismo Jesús que los ha dejado para subir al cielo volverá como lo han visto marcharse».

En el evangelio encontraremos la alegría con que volvieron los apóstoles a Jerusalén.

  • Salmo 46

El salmista parece haber escrito este salmo el día de la ascensión. Meditémoslo:

«Dios asciende entre aclamaciones; el Señor al son de trompetas. Tocad para Dios, tocad. Tocad para nuestro rey, tocad. Porque Dios es el rey del mundo».

  • Carta a los Hebreos

En esta carta que fundamentalmente trata del sacerdocio de Cristo, leemos hoy:

«Cristo ha entrado no en un santuario construido por hombres sino en el mismo cielo para ponerse ante Dios intercediendo por nosotros».

Podríamos decir que el autor nos ha descrito el momento de la ascensión de Jesús y qué es lo que hace en el cielo. Les invito a leer el párrafo de este domingo (Hb 9,24-28; 10,19-23) y ojalá toda la Carta a los Hebreos que lamentablemente es bastante desconocida para muchos católicos.

  • Verso aleluyático

Nos recuerda el mandato de Jesús cuando se despidió de los discípulos, según el evangelio de San Mateo: «Id y haced discípulos de todos los pueblos. Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo».

Dos cosas importantes: el apostolado que de una u otra manera todos tenemos que hacer y la alegría de saber que Jesús, subido al cielo, permanece continuamente con su Iglesia hasta el final, intercediendo por nosotros.

  •  Evangelio

Es también San Lucas el que nos cuenta en este último párrafo de su evangelio que, después de conversar Jesús con los suyos, les recuerda que se habían cumplido las profecías que Él mismo les había dicho y les pide que se conviertan en los testigos de su muerte y resurrección y prediquen la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos.

Finalmente, pide a los apóstoles que se queden en Jerusalén: «hasta que os revistáis de la fuerza de lo alto».

A continuación, «mientras los bendecía se separó de ellos subiendo hacia el cielo».

Lucas termina su evangelio con estas esperanzadoras palabras:

«Ellos se postraron ante Él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios».

Como los apóstoles también nosotros esperemos confiadamente y con alegría la gran fiesta de Pentecostés que se acerca.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

21 de mayo de 2022

EL PRIMER CONCILIO DE LA IGLESIA

A varias personas les he oído comentar después de su participación en la Asamblea Sinodal: «Ya no mandan los obispos sino el pueblo (otros dicen “los laicos”)».

Nada más falso.

La Iglesia católica es apostólica, jerárquica y lo seguirá siendo como confesamos en el Credo:

«Creo en la Iglesia que es una, santa, católica y apostólica».


Esto es lo que nos enseñan hoy los Hechos de los apóstoles.

  • Hechos de los apóstoles

Es importante leer, les invito a que lo hagan, Hechos de los apóstoles capítulo 15.

Surgió un problema. ¿Cómo no? Y bien grave, por cierto:

Algunos que eran judíos se convirtieron al cristianismo y querían que todos siguieran las leyes de Moisés, empezando por la circuncisión. Y añadían que, de lo contrario, los convertidos «no podrían salvarse».

Esta discusión fue muy fuerte en Antioquía y los mismo en Jerusalén.

En el caso de Antioquía enviaron a Pablo y Bernabé, con algunos representantes más, para preguntarles a los apóstoles qué tenían que hacer.

(Me permito advertirles que la liturgia de este domingo pasa por alto muchos versículos y, sin tener esto en cuenta al leer, se puede prestar a equívocos).

Según esto, Pablo y Bernabé, con otros, fueron enviados con todo lo necesario para el camino a fin de presentarse en Jerusalén y exponer su problema.

La escena es preciosa.

Primero, habló Pedro recordando la autoridad que Dios le había concedido. Luego, habló Santiago y, finalmente, les entregaron una preciosa carta aclarando la situación y cómo resolver el problema.

Les invito a leer esa carta, pero quiero recalcar estas palabras llenas de fe y seguridad:

«Hemos decidido, el Espíritu Santo y nosotros…».

Qué hermoso acto de fe y cuánta paz produjo en los de Antioquía y también en los de Jerusalén que tuvieron el mismo problema.

  •  Salmo 66

Es una invitación a bendecir al Señor:

«Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.

Que canten de alegría las naciones… Que Dios nos bendiga y que le teman hasta los confines del orbe».

  • Apocalipsis

Presenta a la nueva Jerusalén embellecida por Dios con piedras preciosas, símbolo de las gracias del Señor y renovada según el misterio de la redención.

Las puertas, que son doce, las cuidan los ángeles del Señor.

Y mantienen los nombres bíblicos de las doce tribus de Israel.

En las bases de cada puerta está el nombre de «cada uno de los doce apóstoles del Cordero».

La ciudad no necesita luz del sol o de la luna porque la gloria de Dios (que es el Espíritu Santo) la ilumina y su lámpara es el Cordero (el Verbo encarnado).

  • Verso aleluyático

Recoge uno de los versículos más importantes de toda la Biblia, que forma parte del evangelio que leemos hoy:

«El que me ama guardará mi Palabra y mi Padre lo amará y vendremos a Él».

  • Evangelio

Podemos meditar tres puntos, especialmente:

+ «El que me ama guardará mi Palabra y mi Padre lo amará y vendremos a Él y haremos morada en Él». En contraposición a esto, Jesús dice que quien no le ama no guarda la Palabra, pero que tenga en cuenta que esta Palabra no es de Jesús solo sino también del Padre que lo ha enviado.

+ A continuación Jesús promete el Espíritu Santo «que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que yo os he dicho».

Es importante que desde ahora también nosotros nos preparemos para la fiesta de Pentecostés que se va acercando.

+ En otro momento Jesús promete la paz y advierte que no es como la paz de este mundo (que muchas veces se hace a base de comprar armas para asustar al enemigo o haciendo negocios a costa de los demás). La paz de Jesús nos une con Dios y con los hermanos.

Que la caridad, que ha sido desde el principio de la Iglesia su distintivo, continúe uniéndonos también hoy en la misma Iglesia de Jesús.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

15 de mayo de 2022

CÓMO CONOCER A LOS DISCÍPULOS DE JESÚS

Hay cosas que a nosotros nos pueden parecer muy lógicas y muy fáciles; como por ejemplo, que la salvación de Dios sea para la humanidad entera, sin ningún distintivo personal de color, raza o lengua.

Para el pueblo judío, en cambio, el hecho de que los apóstoles predicaran a los «gentiles»; es decir, a los «paganos», o sea, a todos los pueblos del mundo que no fueran los descendientes de Israel, les chocó muchísimo.


Para ello tuvo que intervenir el Espíritu Santo con prodigios muy concretos.

En la liturgia de hoy podremos admirar cómo el evangelio entró con mucha fuerza en las más diversas naciones.

Y los convertidos tenían tal seguridad en el evangelio de Jesús que pronto hubo una legión de mártires entre ellos.

  • Hechos de los apóstoles

Admiramos el recorrido especial de Pablo y Bernabé que iban por todas partes fundando comunidades de fe y en cada una de estas Iglesias «designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al Señor en quien habían creído».

Otra cosa muy bella era que cuando regresaron a la comunidad de Antioquía que los había enviado a evangelizar «reunieron a la Iglesia, les contaron lo que Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la puerta de la fe».

Evangelizar con valentía y glorificar a Dios por la obra realizada y compartirlo con los hermanos debe ser siempre una buena tradición en la Iglesia de Jesús. También hoy.

  • Salmo 144

Nos invita a bendecir y glorificar a nuestro Dios:

«Bendeciré tu nombre por siempre jamás, Dios mío mi rey… Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles. Que proclamen la gloria de tu reinado. Que expliquen las hazañas de Dios entre los hombres».

  • Apocalipsis

Hoy la Iglesia nos presenta el final del Apocalipsis donde aparece la novedad de Dios que hace nuevas todas las cosas.

San Juan, hacia el final de su visión apocalíptica, nos cuenta: «Vi un cielo nuevo y una tierra nueva porque el primer cielo y la primera tierra han pasado y el mar ya no existe».

A continuación, el apóstol personifica a la nueva Jerusalén «que desciende del cielo enviada por Dios y arreglada como una novia que se adorna para su esposo».

La alegría de esta última parte del Apocalipsis es saber que esta nueva Jerusalén que representa a la Iglesia es la «morada de Dios entre los hombres».

Y esto traerá definitivamente la felicidad a los salvados porque Dios «acampará entre ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará con ellos y será su Dios».

Concluye nuestro párrafo con estas palabras «del que estaba sentado en el trono: ¡Todo lo hago nuevo!».

  • Verso aleluyático

Recalca las palabras que Jesús repetirá durante la última cena: «Os doy un mandamiento nuevo».

  • Evangelio

Creo que el interés de este breve párrafo evangélico está en la introducción del mismo, que dice:

«Cuando salió Judas del cenáculo» Jesús, sintiendo toda la libertad de su corazón para poder hablar sin la presencia del traidor, va directamente a manifestar su alegría y dará su mandamiento especial que distinguirá en el futuro a sus discípulos:

«Ahora es glorificado el hijo del hombre y Dios es glorificado en Él».

Y hablando directamente con los discípulos, y mirando al futuro de su Iglesia, les dice:

«Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también entre vosotros».

Y luego da el signo con el que se conoció y se sigue conociendo a los discípulos de Jesús a través de los siglos:

«La señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos, será que os améis unos a otros».

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

7 de mayo de 2022

EL PASTOR SE VA CON LOS GENTILES


Esto quiere decir que la historia de salvación ya no será solo para Israel sino para todos los pueblos.

Dios quiere a todos los hombres.

En la práctica son los hombres los que se cierran al plan de salvación por envidia, por racismo… por las pasiones desordenadas.

Pero de todas maneras, en la lucha del hombre contra Dios, directa o indirectamente, siempre gana Dios.

Así sucedió en la misión que tuvieron Pablo y Bernabé.

  • Hechos de los apóstoles

Nos cuentan cómo predicaron en Antioquía y los paganos llenaron la sinagoga, mientras que los judíos, «rellenos» de envidia, comenzaron a insultar a Pablo.

«Entonces Pablo y Bernabé dijeron sin contemplaciones: teníamos que anunciaros primero a vosotros la Palabra de Dios; pero como rechazáis y no os consideráis dignos de la vida eterna, sabed que nos dedicaremos a los gentiles…

La conclusión fue que los gentiles «se alegraron y alababan la Palabra del Señor».

Tengamos cuidado porque también los pueblos que acogieron la Palabra de Dios y su doctrina ahora la rechazan y vemos que Dios escoge a los que no la conocían y llegan hasta el martirio por defender la fe.

  • Salmo 99

«Todos somos pueblo de Dios y ovejas de su rebaño» porque a todos llama Dios, ya que «Él nos hizo y somos suyos».

Que no nos salgamos nunca de su redil porque en Dios está su misericordia, «su fidelidad por todas las edades».

  • Apocalipsis

Glorifica la misericordia del buen pastor, generoso con sus ovejas, porque ya no pasarán hambre.

El Cordero es su pastor: Jesús nos lleva a todos a fuentes de agua viva porque no tiene acepción de personas. Por eso Juan nos advierte que la multitud que Dios acoge «es una muchedumbre que nadie podía contar, de toda nación, raza, pueblo y lengua».

Esta multitud lo ha pasado mal, perseguida por los enemigos del Cordero. «Vienen de la gran tribulación».

Alegrémonos, amigos, porque Buen Pastor ya no pasaremos hambre ni sed.

Esa «plaga» de este tiempo descreído en el que se habla tanto de lujos y de abundancia, pero los de corazón limpio padecen tanta hambre que tienen que buscar comida hasta en los basureros (vergüenza de la sociedad de hoy que bota comida mientras tantos mueren de hambre).

Pero en adelante la Palabra nos dice: «Ya no pasarán hambre ni sed… porque el Cordero que está delante del trono será su Pastor y los conducirá a fuentes de aguas vivas. Y Dios enjugará las lágrimas de sus ojos».

  • Verso aleluyático

Lo importante no es que tú conozcas al Pastor, Jesús, sino que Él es el primero que te conoce a ti y tú después lo conoces y oyes que te dice: «Yo soy el Buen Pastor, conozco mis ovejas y las mías me conocen».

  • Evangelio

Muy breve, en este día del Buen Pastor, pero tenemos materia importante para nuestra meditación:

+ Jesús nos llama «mis ovejas»: pertenecemos a Jesús, Buen Pastor.

+ «Escuchan mi voz». Es importante escuchar la voz de Jesús y obedecer así el mandato del Padre en el Tabor: «Este es mi Hijo, escúchenlo».

+ «Yo las conozco». Ser conocido por Jesús es lo más maravilloso que nos puede suceder.

+ «Ellas me siguen». No dejemos de pedirle a Jesús la fidelidad para seguirlo hasta la muerte.

+ «Yo les doy vida eterna». El regalo de Jesús no es para el tiempo sino que nos asegura la eternidad feliz.

Por eso no perecerán.

+ Finalmente, Jesús asegura que: nadie me las quitará porque «mi Padre que me las ha dado supera a todos y nadie puede arrebatarlas de la mano del Padre».

El evangelio de hoy termina con estas profundas palabras que les invito a meditar:

«Yo y el Padre somos uno».

Así una vez más Jesucristo confirma su divinidad.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo