Hay cosas que a nosotros nos pueden parecer muy lógicas y muy fáciles; como por ejemplo, que la salvación de Dios sea para la humanidad entera, sin ningún distintivo personal de color, raza o lengua.
Para el pueblo judío, en cambio, el hecho
de que los apóstoles predicaran a los «gentiles»; es decir, a los «paganos», o
sea, a todos los pueblos del mundo que no fueran los descendientes de Israel, les
chocó muchísimo.
Para ello tuvo que intervenir el Espíritu Santo con prodigios muy concretos.
En la liturgia de hoy podremos admirar cómo
el evangelio entró con mucha fuerza en las más diversas naciones.
Y los convertidos tenían tal seguridad en el evangelio de Jesús que pronto hubo una legión de mártires entre ellos.
- Hechos de los apóstoles
Admiramos el recorrido especial de Pablo y
Bernabé que iban por todas partes fundando comunidades de fe y en cada una de
estas Iglesias «designaban presbíteros, oraban, ayunaban y los encomendaban al
Señor en quien habían creído».
Otra cosa muy bella era que cuando
regresaron a la comunidad de Antioquía que los había enviado a evangelizar «reunieron a la Iglesia, les contaron lo que
Dios había hecho por medio de ellos y cómo había abierto a los gentiles la
puerta de la fe».
Evangelizar con valentía y glorificar a Dios por la obra realizada y compartirlo con los hermanos debe ser siempre una buena tradición en la Iglesia de Jesús. También hoy.
- Salmo 144
Nos invita a bendecir y glorificar a
nuestro Dios:
«Bendeciré tu nombre por siempre jamás, Dios mío mi rey… Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles. Que proclamen la gloria de tu reinado. Que expliquen las hazañas de Dios entre los hombres».
- Apocalipsis
Hoy la Iglesia nos presenta el final del
Apocalipsis donde aparece la novedad de Dios que hace nuevas todas las cosas.
San Juan, hacia el final de su visión
apocalíptica, nos cuenta: «Vi un cielo
nuevo y una tierra nueva porque el primer cielo y la primera tierra han pasado
y el mar ya no existe».
A continuación, el apóstol personifica a la
nueva Jerusalén «que desciende del cielo
enviada por Dios y arreglada como una novia que se adorna para su esposo».
La alegría de esta última parte del Apocalipsis
es saber que esta nueva Jerusalén que representa a la Iglesia es la «morada de Dios entre los hombres».
Y esto traerá definitivamente la felicidad
a los salvados porque Dios «acampará
entre ellos. Ellos serán su pueblo y Dios estará con ellos y será su Dios».
Concluye nuestro párrafo con estas palabras «del que estaba sentado en el trono: ¡Todo lo hago nuevo!».
- Verso aleluyático
Recalca las palabras que Jesús repetirá durante la última cena: «Os doy un mandamiento nuevo».
- Evangelio
Creo que el interés de este breve párrafo
evangélico está en la introducción del mismo, que dice:
«Cuando
salió Judas del cenáculo» Jesús, sintiendo toda la libertad de su corazón
para poder hablar sin la presencia del traidor, va directamente a manifestar su
alegría y dará su mandamiento especial que distinguirá en el futuro a sus
discípulos:
«Ahora
es glorificado el hijo del hombre y Dios es glorificado en Él».
Y hablando directamente con los discípulos,
y mirando al futuro de su Iglesia, les dice:
«Os
doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos
también entre vosotros».
Y luego da el signo con el que se conoció y
se sigue conociendo a los discípulos de Jesús a través de los siglos:
«La
señal por la que conocerán todos que sois discípulos míos, será que os améis
unos a otros».
José Ignacio Alemany Grau, obispo