27 de febrero de 2022

DE LO QUE REBOSA EL CORAZÓN HABLA LA BOCA

 

La liturgia de hoy nos enseña una forma de conocernos mejor a nosotros mismos y a las cosas que tenemos. Sin embargo, esto no nos permite juzgar a las personas, porque solo Dios conoce el interior de cada corazón.

  • Eclesiástico

Explica cómo el hombre prueba la consistencia de las distintas cosas (la criba, las vasijas


, el árbol) pero al hombre mismo se le prueba por sus palabras que brotan del corazón:

«La palabra prueba el corazón de la persona» y termina diciendo: «No elogies a nadie antes de oírlo porque ahí es donde se prueba una persona».

Lo mismo nos dirá Jesús en su Evangelio.

  • Salmo 91

Nos invita a dar gracias al Señor y proclamar su misericordia y fidelidad, especialmente por la vida humana que el salmista alaba:

«El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano: plantado en la casa del Señor crecerá en los atrios de nuestro Dios. En la vejez seguirá dando fruto», así el hombre justo glorificará al Señor.

  • San Pablo

La muerte es para todos los humanos pero el Resucitado, venciendo el pecado, que es causa de la muerte, ha derrotado a ésta definitivamente.

La victoria está, pues, en Cristo. Por eso el apóstol nos pida perseverar en Cristo Jesús. De aquí brota el consejo final de Pablo:

«Manteneos firmes e inconmovibles. Entregaos siempre sin reservas a la obra del Señor, convencidos de que vuestro esfuerzo no será vano en el Señor».

  • Verso aleluyático

Alaba a los que siguen a Jesús porque su vida muestra una razón para vivir: «Brilláis como lumbreras del mundo mostrando una razón para vivir».

  • Evangelio

Encierra varias parábolas simples, pero muy prácticas, para ayudarnos unos a otros y para que nosotros mismos nos preparemos en la vida para presentar al Creador los frutos sanos y agradables que Él espera:

+ Si quieres ayudar, tienes que tener lo necesario. Por ejemplo: para conducir a un ciego hay que tener buena vista: Si eres ciego, ¿cómo vas a llevar por buen camino a otro ciego?

+ Qué ridículo resultas cuando quieres corregir a otro y cargas defectos más grandes que él.

Cuántas veces un padre de familia quiere corregir al niño que faltó al respeto a su mamá y él mismo grita y maltrata a su esposa.

O pedir a los niños que vayan a misa con su mamá y el papá queda perezosamente en la cama

+ Del árbol dañado no esperemos inútilmente una buena cosecha: ¡no puede!

Por eso mismo, si Jesús explicó cuáles son los frutos dañados de un corazón, no esperemos gran cosa de él: ¡no puede!

Como dice Jesús mismo:

«El que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón, saca el bien y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que rebosa el corazón habla la boca».

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

19 de febrero de 2022

TÚ PONES LA MEDIDA



A todos nos gusta recibir una medida amplia y abundante.

Jesús nos dice que la medida con la que nos regalarán al fin de la vida la ponemos cada uno de nosotros.

Hoy veremos qué amplia y generosa fue la que se preparó el rey David, según el libro de Samuel.

Hagamos nosotros lo mismo y el gozo será muy grande cuando lleguemos al Reino de los cielos.

Para ello el «segundo Adán, Jesucristo» nos ha dejado grandes posibilidades a todos.

  • 2Samuel

Nos relata la honradez de David, perseguido por Saúl, que pretendía matarlo: Saúl y los suyos duermen y el rey tiene la lanza clavada en el suelo, cerca de su cabecera.

El fiel Abisay quiere matarlo, pero David le dice:

«¡No lo mates!, que no se puede atentar impunemente contra el ungido del Señor».

Se fueron sigilosamente, llevando David la lanza y el jarro de agua de la cabecera de Saúl.

Cuando estuvieron suficientemente lejos, David gritó a Saúl:

«¡Aquí está la lanza del rey. Que venga uno de los mozos a recogerla. El Señor pagará a cada uno su justicia y lealtad!».

  • Salmo 102

El salmo bendice al Señor y canta su compasión y misericordia:

«Bendice, alma mía al Señor, y todo mi ser a su santo nombre… Él perdona todas tus culpas y te colma de gracia y de ternura… Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles».

Al momento de meditar tengamos en cuenta tanta misericordia, más aún ternura, que encierra el corazón de nuestro Padre Dios.

  • San Pablo

Después de hablarles a los corintios de la resurrección, afirmando «que se siembra un cuerpo corruptible y resucita incorruptible; se siembra un cuerpo sin gloria, resucita glorioso… se siembra un cuerpo animal, resucita espiritual», el párrafo de hoy nos explica que cada uno de nosotros hemos heredado, del primer hombre Adán, un cuerpo terreno y cómo, el segundo Adán,  Jesucristo, nos ha dejado como herencia un cuerpo celestial.

Este regalo del amor de Dios, por medio de Jesucristo, nos invita a confiar en una eternidad gloriosa.

  • Verso aleluyático

Nos enseña, con San Juan apóstol, que el amor de Dios llegará en nosotros a su plenitud si guardamos la palabra de Jesucristo, el enviado del Padre:

«Quien guarda la palabra de Cristo, ciertamente el amor de Dios ha llegado en él a su plenitud».

  • Evangelio

Tiene distintas enseñanzas que nos conviene meditar.

+ «Haced el bien a quienes os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por quienes os injurian… Sed compasivo como vuestro Padre es compasivo… Dad y se os dará: os verterán una medida generosa, colmada, remecida, rebosante».

Esto supone que la vida de cada uno de nosotros, si somos discípulos de Jesús, tiene que distinguirse de la forma como actúan espontáneamente los que no son sus discípulos.

Después de otras enseñanzas, nos dice Jesús:

«Amad a vuestros enemigos»; para terminar con estas palabras que tanto nos ha recomendado el Papa Francisco en sus diversas enseñanzas:

«Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso».

Que resuene durante toda esta semana la conclusión del Evangelio de hoy que termina advirtiéndonos: «La medida que uséis la usarán con vosotros».

Aprovechemos nuestra vida para ampliar continuamente la caridad con nuestro prójimo.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

12 de febrero de 2022

EL CAMINO A LA FELICIDAD

 Dios habita en los rectos y sencillos.

Con la liturgia de hoy pedimos vivir siempre en gracia: De esta manera tendremos siempre a Dios con nosotros.

1.         Jeremías

El profeta, en el capítulo 17, con palabras fuertes, nos advierte cómo viven, según enseña el mismo Dios, los distintos hombres su relación con Él y con sus semejantes.

La primera parte empieza con la palabra «maldito». La dedica a quien confía en los hombres y no en el Señor, y lo compara con la esterilidad de un cardo plantado en el desierto.

En cambio, la bendición de Dios es para quienes confían en el Señor. A ellos no les faltará nunca lo que necesitan para ser fecundos en la vida:

«Ni en tiempo de sequía dejan de dar fruto».

2.         Salmo 1

Este salmo habla del justo y su camino y es famoso porque, con los dos salmos siguientes, forma parte de una especie de introducción al Salterio.

Describe al justo y su camino en contraposición con los malvados y el suyo.

Viene a ser como una continuación de la enseñanza de Jeremías que será también hoy la del Evangelio de San Lucas: «Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor. Será como un árbol plantado al borde de la acequia que da fruto y cuanto emprende tiene buen fin».

3.         San Pablo

La lectura de hoy es la continuación del interesante párrafo que leímos el domingo pasado. Y las conclusiones que saca en este día van en la misma línea de las otras lecturas, ya que nos enseña que si nuestra fe no acepta la resurrección de Cristo «somos los hombres más desgraciados».

En cambio, si aceptamos y vivimos según el Resucitado, seremos felices.

Por eso termina con estas palabras llenas de fe y esperanza:

«¡Pero no! Cristo resucitó de entre los muertos el primero de todos».

4.         Verso aleluyático

A quienes aceptan a Cristo resucitado se les dará el profundo gozo de la verdad:

«Alegraos y saltad de gozo porque vuestra recompensa será grande en el cielo».

5.         Evangelio

San Lucas nos presenta el camino de la felicidad (las bienaventuranzas) de manera distinta a como leemos en San Mateo, pero en el fondo nos viene a decir lo mismo.

En una primera parte nos presenta quienes son los que consiguen la felicidad y, por otra, los que tienen la felicidad limitada en este mundo y no gozarán de la felicidad eterna.

Meditemos la primera parte que comienza también diciendo: Bienaventurados o dichosos los pobres, los que pasan hambre, los que lloran y los rechazados por los que tienen poder:

«Dichosos vosotros cuando os odien los hombres y os excluyan y os insulten y proscriban vuestro nombre como infame por causa del Hijo del hombre. Alegraos ese día y saltad de gozo, porque vuestra recompensa será grande en el cielo. Eso es lo que hacían vuestros padres con los profetas».

En cambio, según San Lucas, Jesús recrimina a quienes en este mundo tienen de todo y son alabados:

«Ay si todo el mundo habla bien de vosotros. Eso es lo que hicieron vuestros padres con los profetas».

Los que así viven han perdido el camino de la felicidad, según Jesús.

Como seguramente nos enseñaron de pequeños, aprendamos las bienaventuranzas y procuremos vivirlas.

En ellas está el camino de la felicidad.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

5 de febrero de 2022

JESÚS LLAMA SIEMPRE






Sabemos muy bien, porque nos lo enseñó Jesús, que es Dios quien da las vocaciones a la Iglesia.

Las lecturas de hoy nos presentarán a Dios en el Antiguo Testamento llamando a Isaías que responde con la maravillosa respuesta de: «Aquí estoy, mándame».

Por su parte, el Evangelio nos muestra cómo Jesús llama a los primeros apóstoles que le dan una respuesta inmediata.

¿Tú y yo estamos disponibles ante el Señor?

  • Isaías

Dos partes encontramos en este capítulo 6.

En la primera el canto litúrgico que rezamos a diario después del prefacio.

En efecto, dice Isaías que los serafines se gritaban uno a otro:

«Santo, santo, santo, el Señor de los ejércitos. La tierra está llena de su gloria».

Para completar nuestra formación será bueno que recordemos que también el eco de esta oración lo encontramos en el Apocalipsis (4,8) donde se nos dice que «los cuatro vivientes del Apocalipsis cantan sin pausa: santo, santo, santo es el Señor Dios, el todopoderoso, el que era y es y ha de venir».

De esta manera nos enriquecemos a la hora de meditar dicha oración.

Por otra parte leemos cómo un serafín, con un ascua en la mano, le purifica la boca a Isaías, diciendo:

«Esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado».

A continuación el profeta nos dice cómo nació su vocación. Oyó a Dios: «¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?».

El profeta generoso contesta: «¡Aquí estoy, mándame

  • Salmo 137

Se trata de una oración de alabanza al Señor en la cual el salmista lo glorifica y le pide también que cuantos lo escuchen se unan a esta alabanza y acción de gracias:

«Te doy gracias, Señor, de todo corazón. Delante de los ángeles tañeré para ti. Daré gracias a tu nombre por tu misericordia y tu lealtad… Que te den gracias, Señor, los reyes de la tierra al escuchar el oráculo de tu boca».

  • San Pablo

La carta de San Pablo a los corintios nos presenta hoy uno de los textos más claros de cómo nuestra fe viene primero por la Tradición y después por la Escritura.

Esta verdad de fe que nos enseña, nos advierte Pablo, que la ha recibido:

«Yo os transmití, tal como lo había recibido…».

Luego, Pablo, escribe lo recibido en la carta a los corintios. De esta manera, lo que fue Tradición ha pasado a la Biblia, lo mismo que sucederá cuando el apóstol hable de la Eucaristía.

La verdad que hoy nos enseña San Pablo es «que Cristo murió por nuestros pecados, que fue sepultado y que resucitó al tercer día».

Después narra las distintas apariciones a Pedro, a los doce, a más de quinientos hermanos. Después se le apareció a Santiago… «Por último se me apareció también a mí».

Es importante cómo Pablo nos enseña a reconocer la verdad sin orgullo:

«Por la gracia de Dios soy lo que soy y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes bien, he trabajado más que todos ellos. Pero no he sido yo sino la gracia de Dios conmigo».

  • Verso aleluyático

Recuerda la llamada de Jesús según San Mateo:

«Venid y seguidme y os haré pescadores de hombres».

  •  Evangelio

El Evangelio nos presenta a Jesús subiendo a la barca de Simón para hablar a la gente ya que hay una multitud.

Cuando termina dice a Pedro: «Rema mar adentro y echad las redes para pescar».

Aunque Pedro, como buen pescador, sabe que no hay peces y se lo advierte a Jesús, añade: «Por tu palabra echaré las redes».

La pesca es tan abundante que no solo se llena la barca de Pedro sino que tienen que llamar a Santiago y Juan para que llenen también su barca.

Pedro, que no podía comprender esa pesca milagrosa, se echa a los pies de Jesús diciendo:

«Apártate de mí, Señor, que soy un pecador».

Jesús aprovecha la oportunidad para decirle:

«No temas, desde ahora serás pescador de hombres».

A partir de ese momento los cuatro pescadores dejan sus barcas y siguen a Jesús.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo