La liturgia de hoy nos enseña una forma de conocernos mejor a nosotros mismos y a las cosas que tenemos. Sin embargo, esto no nos permite juzgar a las personas, porque solo Dios conoce el interior de cada corazón.
- Eclesiástico
Explica cómo el hombre prueba la consistencia de las distintas cosas (la criba, las vasijas
, el árbol) pero al hombre mismo se le prueba por sus palabras que brotan del corazón:
«La palabra prueba el
corazón de la persona» y termina diciendo: «No elogies a nadie antes de oírlo porque ahí es donde se prueba una
persona».
Lo mismo nos dirá Jesús en su Evangelio.
- Salmo 91
Nos invita a dar gracias al Señor y proclamar su misericordia y
fidelidad, especialmente por la vida humana que el salmista alaba:
«El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano: plantado en la casa del Señor crecerá en los atrios de nuestro Dios. En la vejez seguirá dando fruto», así el hombre justo glorificará al Señor.
- San Pablo
La muerte es para todos los humanos pero el Resucitado,
venciendo el pecado, que es causa de la muerte, ha derrotado a ésta definitivamente.
La victoria está, pues, en Cristo. Por eso el apóstol nos pida
perseverar en Cristo Jesús. De aquí brota el consejo final de Pablo:
«Manteneos firmes e inconmovibles. Entregaos siempre sin reservas a la obra del Señor, convencidos de que vuestro esfuerzo no será vano en el Señor».
- Verso aleluyático
Alaba a los que siguen a Jesús porque su vida muestra una razón para vivir: «Brilláis como lumbreras del mundo mostrando una razón para vivir».
- Evangelio
Encierra varias parábolas simples, pero muy prácticas, para
ayudarnos unos a otros y para que nosotros mismos nos preparemos en la vida
para presentar al Creador los frutos sanos y agradables que Él espera:
+ Si quieres ayudar, tienes que tener lo necesario. Por ejemplo:
para conducir a un ciego hay que tener buena vista: Si eres ciego, ¿cómo vas a
llevar por buen camino a otro ciego?
+ Qué ridículo resultas cuando quieres corregir a otro y cargas
defectos más grandes que él.
Cuántas veces un padre de familia quiere corregir al niño que
faltó al respeto a su mamá y él mismo grita y maltrata a su esposa.
O pedir a los niños que vayan a misa con su mamá y el papá queda
perezosamente en la cama
+ Del árbol dañado no esperemos inútilmente una buena cosecha:
¡no puede!
Por eso mismo, si Jesús explicó cuáles son los frutos dañados de
un corazón, no esperemos gran cosa de él: ¡no puede!
Como dice Jesús mismo:
«El que es bueno, de la
bondad que atesora en su corazón, saca el bien y el que es malo, de la maldad saca el mal; porque de lo que
rebosa el corazón habla la boca».
José Ignacio Alemany Grau, obispo