Piensa que donde dice “Sagrada Familia” será bueno que tú pongas la tuya y que la maravillosa familia de Nazaret sea ejemplo para ti y los tuyos.
No
hay duda que este año, debido a la pandemia, en todo compartimos una
purificación.
El
compartir tanto tiempo, solos y encerrados en un espacio más o menos grande ha
traído consigo más cariño, más peleas, más perdones, etc.
Dios
quiera que la conclusión haya sido una fidelidad y un compromiso mayores para
el futuro. Por eso invito hoy a los matrimonios a que renueven en su casita, y
ojalá ante sus padres e hijos con quienes comparten este tiempo difícil, la
fórmula del sacramento, primero uno y después el otro:
“Yo
N…, te quiero a ti N…, como esposa (o) y me entrego a ti y prometo serte fiel
en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días
de mi vida”.
Veamos algunas lecciones de la liturgia de hoy.
- Génesis
Nos
muestra a Abraham que ha salido de su tierra con su esposa, esperando ser una
numerosa familia, a pesar de que ella era estéril… pero Dios se lo prometió y
será el Señor quien vea la forma de hacerlo realidad.
La
fe de Abraham obtendrá la misericordia de Dios que le repetirá a él:
“Te heredará uno salido de
tus entrañas”.
Poco tiempo después Sara tuvo un hijo, Isaac, a través del cual se multiplicaron las generaciones después de Abraham.
- Salmo responsorial 104
Uno
de los distintivos de Dios ha sido siempre la fidelidad a su alianza:
“Se acuerda de su alianza eternamente, de la palabra dada por mil generaciones, de la alianza sellada con Abraham, el juramento hecho a Isaac”.
- Carta a los Hebreos
Esta
carta nos recuerda la alianza y fidelidad que hubo entre Abraham y Dios y también
entre Sara y Dios, un matrimonio fiel que nos enseña a todos a vivir una fe
dura y sacrificada, que ha permitido que llamemos a Abraham nuestro padre en la
fe.
La fidelidad heroica de Abraham a la alianza con Dios le llevó a sacrificar a su hijo hasta el último momento, cuando el ángel del Señor detuvo la mano que pretendía acabar con su vida, porque Abraham “creyó que Dios tiene poder hasta para resucitar muertos”.
- Verso aleluyático
Nos
recuerda cómo Dios, durante todo el Antiguo Testamento, fue enseñando a su
pueblo a través de los distintos profetas que enviaba.
Pero
ahora, cuando ha llegado la plenitud de los tiempos, escuchamos a Jesucristo y
en Él creemos, porque el mismo Padre nos dijo en el monte Tabor: “¡Escúchenolo!”
“Ahora, en esta etapa final, nos ha hablado por el Hijo”.
- Evangelio
San
Lucas nos presenta hoy una escena que sin duda, para todas las familias de
Israel, era gran motivo de alegría:
José
y María llegan al templo para ofrecer su Hijo a Dios.
Maravilloso
misterio en el que Dios se ofrece a Dios.
Por
una parte resalta el evangelista la fidelidad de los esposos a la ley del Señor
en el Antiguo Testamento.
De
otro lado, nos encontramos con escenas preciosas y al mismo tiempo dolorosas:
José
y María llevan en brazos a la “Luz del
mundo”, lo que a veces llamamos “la procesión de las candelas”.
En
aquel momento aparece el santo anciano Simeón, que se regocija porque el
Espíritu Santo le ha revelado que aquel niño, en su sencillez y humildad, es el
Mesías prometido.
También
la profetiza Ana, mujer de mucha oración, reconoce en el pequeño al Mesías
esperado. Sin embargo no faltan las promesas del dolor y la cruz redentora:
“Este ha sido puesto para que
muchos en Israel caigan y se levanten; será como un signo de contradicción – y
a ti misma una espada te traspasará el alma”.
Este
es el maravilloso modelo de familia que nos presenta hoy la Iglesia para que
entendamos cómo el matrimonio cristiano está entrelazado de alegría y
sufrimientos, dolores y gozos; todo lo cual lleva por la fidelidad a la
fecundidad y al amor profundo.
José Ignacio Alemany Grau, obispo