10 de noviembre de 2018

REMOLINO DE FE

¿Amigos, hablamos hoy de viudas?
¿O de plata?
¿O de Cristo sacerdote?
Hoy me van a permitir que les pida un poco de paciencia y espero que podamos sacar algunas conclusiones prácticas.
  • De las viudas
Pablo distingue entre las viudas jóvenes y las mayores.

En cuanto a las primeras sabe el apóstol que una mujer joven que queda viuda está expuesta al peligro, sea por su propia pasión o por parte de los hombres que puedan fijarse en ellas o por la necesidad que va a padecer si tiene hijos y otras obligaciones.
Para todos estos casos el apóstol tiene enseñanzas importantes que puedes meditar en 1Tm 5,1-16.
Quizá surja una pregunta:
¿Pero, no se ha casado ya para siempre?
La muerte la libra de este compromiso y puede renovar su matrimonio con Cristo y en Cristo.
Así ha sido la tradición de la Iglesia y si, algunas viudas al principio prometen fidelidad eterna al difunto, luego el cuidado de los hijos, si los tiene, o el deseo de tenerlos la impulsa a casarse de nuevo.
Que lo hagan, y que lo hagan bien, recibiendo nuevamente el sacramento del matrimonio.
  • Viudas sacrificadas
La de Sarepta era una mujer que tenía un hijo y estaba totalmente dedicada a él.
Eso es fidelidad y sacrificio.
Era tiempo de sequía y se acababa el agua, la harina y el aceite para el pan diario.
Llega el profeta Elías y le dice:
“Tráeme en la mano un trozo de pan, por favor”.
La generosidad de la mujer es clara pero no puede:
“Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan. Me queda solo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza… Voy a hacer un pan para mí y mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos”.
Pero la viuda, religiosa de verdad, obedece al profeta y confía en el Señor.
Dios bendice su generosidad por medio del profeta que le dice:
“La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra”.
Y así fue.
  • Jesús y otra viuda
El Evangelio nos presenta a Jesús examinando los corazones de los que echaban la limosna en la alcancía del templo.
Reúne a sus discípulos y les dice:
“Fíjense como dan los fariseos su plata ceremoniosamente, para llamar la atención, y sueltan monedas pesadas para que suenen en la alcancía del templo”.
Y entre ellos se acerca una viejita y suelta dos reales que ni suenan.
Jesús advierte a los discípulos que la generosidad no está en dar lo que sobra sino en dar lo que uno necesita: viuda y ancianita pero modelo de generosidad.
Cuántas viudas conocemos que se quitan el pan de la boca para atender a sus nietecitos o para colaborar con los pobres y las necesidades de la Iglesia.
La viuda de hoy “ha echado todo lo que tenía para vivir”.
Jesús es muy observador. Él recompensará tu generosidad, si la tienes.
  • Carta a los Hebreos
También en este domingo la Carta a los Hebreos nos hablará del sacerdocio de Cristo.
Sí. Jesús es el más generoso ya que por nosotros, pobretes y miserables, ha dado no unos centavos que hubieran bastado para redimirnos, sino todo.
Así nos enseñan los santos que una lágrima, o un poquito de sangre de Cristo, hubiera bastado para redimirnos a todos porque al ser Dios esa “cantidad” tenía un valor infinito.
Pero no.
Nos entregó hasta la última gota, su sangre, en la cruz.
Lo hizo una sola vez porque era más que suficiente.
Y después… se ha ido al cielo.
¡Óyelo bien!
“Se ha ido al mismo cielo para ponerse ante Dios intercediendo por nosotros”.
¿Lo habías pensado alguna vez?
El autor de la carta nos habla de dos venidas de Jesús:
Primero para librarnos el pecado y la “segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan para salvarlos”.
  • Salmo responsorial 145
Este salmo nos presenta a Dios que tiene preferencia por los necesitados y tiene cariño especial por “el huérfano y la viuda”.
Si necesitas generosidad búscala siempre en Jesús y descubre la bondad de tantas personas que te rodean.

José Ignacio Alemany Grau.