24 de noviembre de 2018


JESUCRISTO REY DEL UNIVERSO

El tiempo ordinario del Año litúrgico consta de treinta y cuatro semanas.
La última la dedica la Iglesia a Jesucristo Rey del universo, consciente de que todo el año lo ha dedicado a su Esposo, Rey y Señor. Recuerda que durante todos estos domingos los evangelistas, uno especialmente por año, nos han presentado la vida y enseñanzas de Jesús.
Este domingo XXXIV glorificaremos al Señor y Dios nuestro como único Señor y Rey de nuestra vida. Veamos los textos con que la liturgia glorifica hoy a Jesucristo.
  • La visión de Daniel
La Iglesia ve en esta visión una profecía del Mesías Rey que es Jesucristo.
Aunque velado y en género apocalíptico, difícil de comprender, se puede aplicar ciertamente a la Persona de Jesús, Hijo de Dios e Hijo de hombre, que vendrá al final de los tiempos como Él mismo profetizó en Mt 25.
Daniel lo presenta en el destierro de Babilonia para animar a los judíos desterrados, en medio de la peor persecución en tiempos de Antíoco IV Epifanes.
El título de “Hijo del hombre” Daniel lo refiere al pueblo de Israel que, a pesar de todo, se ha mantenido fiel a Dios y le promete la glorificación.
En la Biblia leeremos cómo Jesús se aplicó este nombre en diversas ocasiones sobre todo hablando de su pasión, muerte, resurrección y segunda venida al final de los tiempos.
La Iglesia ve en esta visión de Daniel el triunfo definitivo de Jesucristo.
  •  Salmo 33
Este salmo canta la realeza de Dios.
Es del Antiguo Testamento, pero podemos aplicarlo perfectamente a Jesucristo, porque además de ser Hijo del hombre, es decir, hombre, es Dios verdadero y reinará por siempre.
Este es un buen día para rezarlo entero pensando en esta fiesta del Señor:
“El Señor reina, vestido de majestad; el Señor vestido y ceñido de poder: así está firme el orbe y no vacila. Tu trono está firme desde siempre y tú eres eterno”.
Continuemos leyendo el salmo y veremos cómo la naturaleza entera glorifica al Señor.
  •  Apocalipsis
Este libro nos habla de la liturgia del cielo por la que todos debemos suspirar, adelantando, ya en la tierra, lo que haremos eternamente en la presencia de Dios.
Hoy leemos la grandeza de Jesús a quien llamamos “testigo fiel, primogénito de entre los muertos, príncipe de los reyes de la tierra”.
Hermosas definiciones que nos recuerdan la grandeza de Jesús muerto pero, al mismo tiempo, el primero de los resucitados.
Por otra parte, Él está por delante de los príncipes de la tierra.
Quizá lo que más debe colmar nuestra alegría es leer que Jesús nos ama y ha dado la vida para salvarnos.
De esta manera nos ha hecho agradables a Dios.
Piensa, amigo, que tú, en tu pobreza y pequeñez, eres rey y sacerdote para Dios Padre.
Es lo que decimos cuando afirmamos que el bautismo nos ha configurado con Cristo sacerdote, profeta y rey, para que podamos glorificar a Dios Padre.
Repitamos hoy con el apóstol Juan:
“A Él la gloria y el poder por los siglos de los siglos”.
Y terminamos adorando la grandeza de Jesús que se encierra en estas palabras:
“Yo soy el Alfa y la Omega (primera y última letra del alfabeto griego) el que es, el que era y ha de venir: el Todopoderoso”.
  • Evangelio
Contemplar a un hombre maltratado con su cuerpo sangrando por todas partes debido a los azotes, con un trapo rojo como túnica y una corona de espinas en la cabeza en plan de burla, debió impresionar a Pilato.
En ese momento, ¿con admiración, burla, ironía o lástima?, no lo sabemos, el presidente recordó que Jesús había sido condenado por llamarse rey y le preguntó directamente:
“¿Eres tú el rey de los judíos?”
Jesús, que sabe que la burla y los golpes no quitan la dignidad que uno tiene, le contestó:
“Mi Reino no es de este mundo”.
En otro momento ya le oímos decir: El “reino de Dios está dentro de ustedes”.
Y nosotros ahora, al terminar el año litúrgico, en el que hemos meditado las enseñanzas, milagros y la vida de Jesús, decimos con fe:
Sí, Jesucristo, yo creo que tú eres el Rey del universo y sé que un día volverás a asumir públicamente tu poder como único Señor.
Sabemos que, ciertamente, llegará el momento de tu reinado sobre toda la creación de la cual tú mismo eres Creador con el Padre y el Espíritu Santo.

José Ignacio Alemany Grau

17 de noviembre de 2018

Y JESÚS VOLVERÁ

Todos conocemos las ideologías que se están levantando para llenar de confusión la humanidad.
Muchos andan hoy desorientados preguntando, o quizá ya ni preguntan:
¿Dónde está la verdad?
¿Con quién vamos?
Se acerca el final del año litúrgico y la Iglesia nos invita a meditar las postrimerías; es decir, en lo que vamos a encontrarnos todos, cuando acabe el tiempo de cada uno de nosotros en el mundo.
  • Daniel
Profetiza la llegada de tiempos muy difíciles.

Esto, que ha pasado muchas veces en la historia de la humanidad, está sucediendo ahora de una manera especial.
El enviado de Dios para salvar su pueblo, es decir, a los suyos, será el arcángel “Miguel el gran príncipe que se ocupa de los hijos de tu pueblo”.
Daniel nos habla de una resurrección real “del polvo”:
Unos para la vida eterna y otros para el castigo que concreta así, “para vergüenza e ignominia eterna”.
Esto es fuerte y claro.
Evidentemente que Daniel nos lleva a pensar en el juicio del que habla Jesús en Mt 25.
¿Qué consejos y recompensa prepara Dios?
Para los “sabios y los que enseñaron la justicia brillarán como el sol y las estrellas en el cielo”.
Será prudente concluir:
Me conviene desde ahora ponerme a investigar y transmitir la Sabiduría que viene de la Palabra de Dios.
  • Salmo 15
Ante la realidad que sobrevendrá a cada uno de nosotros, el Señor mismo por medio de este salmo, nos invita a la oración, echándonos en sus manos misericordiosas:
“Protégeme Dios mío que me refugio en ti”.
Reza con devoción estos versículos maravillosos que te invitan a poner toda tu confianza en el Señor que ha querido ser tu tesoro, “tu herencia” y te llenará de alegría:
“Me enseñarás el sendero de la vida, me saciarás de gozo en tu presencia, de alegría perpetua a tu derecha”.
Te repito que se trata de un salmo precioso y te invito a meditarlo todo entero este domingo.
Ten presente que el día de Pentecostés, San Pedro, se referirá a este mismo salmo cuando hable de la resurrección de Jesucristo.
Pidamos que también un día sea realidad nuestra feliz resurrección.
  • Hebreos
Hoy leemos por última vez en este ciclo B del año la preciosa carta a los Hebreos de autor desconocido, posiblemente de Pablo.
Se trata del sacerdocio de Jesús que, por ser Dios verdadero, hizo una sola ofrenda de sí mismo para el perdón de los pecados de toda la humanidad y ahora, “sentado a la derecha del Padre”, espera feliz el fruto de su entrega: la salvación eterna para todos los consagrados por Él.
  • Verso aleluyático
Este versículo recoge una parte de Lc 21,36 que nos aconseja:
“Estad, pues, despiertos en todo tiempo pidiendo que podáis escapar de todo lo que está por suceder y manteneros en pie ante el Hijo del hombre”.
Buen resumen del tema del día.
Pidámoslo con fe al Señor.
  • Evangelio
No es fácil comprender este capítulo de San Marcos porque mezcla el fin del mundo con el fin de Jerusalén; es decir, la segunda venida o parusía de Jesús y la destrucción de la ciudad que aconteció pocos años después de su crucifixión.
Por otra parte habla con palabras enigmáticas como las que usan los profetas en el género apocalíptico.
De todas maneras queda claro que Jesús es el Señor y que vendrá a juzgar en nombre de Dios a la humanidad.
También queda claro que Jesús no ha dicho cuándo será ese fin del mundo por lo que no hay que creer a los agoreros que continuamente asustan a la humanidad poniendo fechas según su capricho:
“En cuanto al día y la hora nadie lo conoce ni  los ángeles del cielo, ni el Hijo, solo el Padre”.
Lo prudente es vivir bien y esperar siempre con fe y confianza la misericordia de Dios que ya ha hecho lo más importante: darnos a Jesús.

José Ignacio Alemany Grau

10 de noviembre de 2018

REMOLINO DE FE

¿Amigos, hablamos hoy de viudas?
¿O de plata?
¿O de Cristo sacerdote?
Hoy me van a permitir que les pida un poco de paciencia y espero que podamos sacar algunas conclusiones prácticas.
  • De las viudas
Pablo distingue entre las viudas jóvenes y las mayores.

En cuanto a las primeras sabe el apóstol que una mujer joven que queda viuda está expuesta al peligro, sea por su propia pasión o por parte de los hombres que puedan fijarse en ellas o por la necesidad que va a padecer si tiene hijos y otras obligaciones.
Para todos estos casos el apóstol tiene enseñanzas importantes que puedes meditar en 1Tm 5,1-16.
Quizá surja una pregunta:
¿Pero, no se ha casado ya para siempre?
La muerte la libra de este compromiso y puede renovar su matrimonio con Cristo y en Cristo.
Así ha sido la tradición de la Iglesia y si, algunas viudas al principio prometen fidelidad eterna al difunto, luego el cuidado de los hijos, si los tiene, o el deseo de tenerlos la impulsa a casarse de nuevo.
Que lo hagan, y que lo hagan bien, recibiendo nuevamente el sacramento del matrimonio.
  • Viudas sacrificadas
La de Sarepta era una mujer que tenía un hijo y estaba totalmente dedicada a él.
Eso es fidelidad y sacrificio.
Era tiempo de sequía y se acababa el agua, la harina y el aceite para el pan diario.
Llega el profeta Elías y le dice:
“Tráeme en la mano un trozo de pan, por favor”.
La generosidad de la mujer es clara pero no puede:
“Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan. Me queda solo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza… Voy a hacer un pan para mí y mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos”.
Pero la viuda, religiosa de verdad, obedece al profeta y confía en el Señor.
Dios bendice su generosidad por medio del profeta que le dice:
“La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envíe la lluvia sobre la tierra”.
Y así fue.
  • Jesús y otra viuda
El Evangelio nos presenta a Jesús examinando los corazones de los que echaban la limosna en la alcancía del templo.
Reúne a sus discípulos y les dice:
“Fíjense como dan los fariseos su plata ceremoniosamente, para llamar la atención, y sueltan monedas pesadas para que suenen en la alcancía del templo”.
Y entre ellos se acerca una viejita y suelta dos reales que ni suenan.
Jesús advierte a los discípulos que la generosidad no está en dar lo que sobra sino en dar lo que uno necesita: viuda y ancianita pero modelo de generosidad.
Cuántas viudas conocemos que se quitan el pan de la boca para atender a sus nietecitos o para colaborar con los pobres y las necesidades de la Iglesia.
La viuda de hoy “ha echado todo lo que tenía para vivir”.
Jesús es muy observador. Él recompensará tu generosidad, si la tienes.
  • Carta a los Hebreos
También en este domingo la Carta a los Hebreos nos hablará del sacerdocio de Cristo.
Sí. Jesús es el más generoso ya que por nosotros, pobretes y miserables, ha dado no unos centavos que hubieran bastado para redimirnos, sino todo.
Así nos enseñan los santos que una lágrima, o un poquito de sangre de Cristo, hubiera bastado para redimirnos a todos porque al ser Dios esa “cantidad” tenía un valor infinito.
Pero no.
Nos entregó hasta la última gota, su sangre, en la cruz.
Lo hizo una sola vez porque era más que suficiente.
Y después… se ha ido al cielo.
¡Óyelo bien!
“Se ha ido al mismo cielo para ponerse ante Dios intercediendo por nosotros”.
¿Lo habías pensado alguna vez?
El autor de la carta nos habla de dos venidas de Jesús:
Primero para librarnos el pecado y la “segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan para salvarlos”.
  • Salmo responsorial 145
Este salmo nos presenta a Dios que tiene preferencia por los necesitados y tiene cariño especial por “el huérfano y la viuda”.
Si necesitas generosidad búscala siempre en Jesús y descubre la bondad de tantas personas que te rodean.

José Ignacio Alemany Grau.

3 de noviembre de 2018

PRIMERO DIOS

De esta manera repiten los mexicanos sencillos y tienen toda la razón: ¡primero Dios!
Por encima de todo está Dios. Luego, por un mandato de Él mismo, viene el amor al prójimo: Dios quiere que nos ayudemos unos a otros para ser felices, ya que nuestra naturaleza, herida por el pecado, tiende a separarnos y hasta a odiar al prójimo.
  • Deuteronomio
Los maravillosos consejos que el Deuteronomio pone en labios de Moisés nos sirven siempre para todos los que adoramos al único Dios.
Resumamos este hermoso párrafo de hoy:
+ Temor de Dios que no es miedo a Dios sino temor a perderlo.

+ Guardar (no cumplir por cumplir) sus mandamientos. Y esto debe hacerlo toda la familia.
+ Escucha, Israel. A veces escuchamos a todos menos a Dios. Es bueno poner a Dios por encima de todos. Él cumplirá sus promesas.
Solo hay un Dios. Los hombres inventamos los dioses a nuestro gusto y capricho.
Pensemos que todo lo que arrastra nuestra mente y nuestro corazón, eso es nuestro dios, un dios con minúscula porque es falso.
+ Al Dios verdadero hay que amarlo con todo lo que Él regaló a nuestra naturaleza: la mente, el alma y todas las fuerzas.
+ Termina el Creador pidiéndonos a sus criaturas:
“Estas palabras que yo te mando estarán en tu corazón”, el mejor sitio que tenemos en nosotros mismos.
  • Salmo 17
Este salmo es una belleza y te invito a releerlo. El salmista es un enamorado que inventa comparaciones, todas las que encuentra, para ofrecer sus sentimientos al Señor y alabar su grandeza:
“Yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi alcázar, mi libertador… Dios mío, peña mía, refugio mío, escudo mío, mi fuerza salvadora, mi baluarte”.
Para terminar diciendo:
“Viva el Señor, bendita sea mi roca, sea ensalzado mi Dios y salvador”.
  • Hebreos
La historia del sacerdote humano es pobre.
Antes de venir Jesús su servicio era temporal, porque la muerte le impedía seguir viviendo. Y, por otra parte, los sacerdotes eran pecadores y tenían que ofrecer a Dios sacrificios por ellos mismos.
El caso de Cristo es muy distinto:
Él es Sacerdote. Él vive siempre. Él es la santidad misma.
Por eso no tiene que ofrecer nada por sí mismo sino que se ha ofrecido como víctima inmaculada ante el Padre por toda la humanidad y para siempre.
Jesús, Sumo Sacerdote, es el que glorifica a Dios en nombre de todos y por tanto es el que más ama a Dios ofreciéndole culto digno.
Además, Jesús es el que más ama a los hombres porque ofrece su vida por ellos:
¿Quién más bueno y generoso que Jesucristo?
Él, encarnado, amó a Dios sobre todas las cosas y al hombre por amor a Dios, hasta unirlo definitivamente con su Creador.
  • Verso aleluyático
El gran abrazo de amor de las criaturas con el Creador se lo debemos a Jesús, que dijo:
“El que me ama guardará mi palabra y mi Padre lo amará  y vendremos a Él”:
¿Qué más? 
  • Evangelio
Uno de los pocos escribas que aceptaban a Jesús, según el párrafo evangélico de hoy, viene sin prejuicios y pregunta al Maestro:
“¿Qué mandamiento es el primero de todos?”
Jesús le contesta con las palabras de Moisés que hemos comentado en el Deuteronomio:
“Escucha Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor”.
Y Jesús  enseguida añade:
“El segundo es éste: “amarás a tu prójimo como a ti mismo”.
Recordemos que Jesús habla aquí según el Antiguo Testamento.
En la última cena completará con su propio mandato:
“Ámense unos a otros como yo los he amado”.
El escriba alaba en público la respuesta de Jesús y el Señor termina alabando al maestro de la ley:
“No estás lejos del Reino de Dios”.
Si queremos entrar en el Reino, ya sabemos el camino: primero Dios y segundo el prójimo por amor de Dios.
Así siempre creceremos, porque Dios es el primero y el que nos hace crecer.

José Ignacio Alemany Grau