Este año comienza muy pronto la cuaresma y
parece que los días se empujan entre sí.
En efecto, el día catorce de febrero es
miércoles de ceniza.
Nos preguntamos ¿y se ha ido tan rápido la
Navidad?
El fin del “tiempo de Navidad” lo marcan
tres grandes epifanías que este año prácticamente vienen juntas.
Ya sabes que “epifanía” significa
“manifestación” y en el caso se trata de tres grandes manifestaciones de la
Divinidad a los redimidos.
Empecemos por una antífona que nos aclara
todo. Es la de las segundas vísperas de la solemnidad de la “Epifanía del
Señor”:
“Veneremos este día santo honrado con tres
prodigios:
Hoy, la estrella condujo a los Magos al pesebre;
hoy el agua se convirtió en vino en las bodas de Caná; hoy, Cristo fue
bautizado por Juan en el Jordán para salvarnos”.
Las tres partes de esta antífona
corresponden a tres fiestas importantes.
Reflexionemos brevemente sobre cada una.
- Los Magos de Oriente
“Hoy, la estrella condujo a los Magos al
pesebre”.
La primera manifestación es a los Magos.
Son curiosos, investigan entre los astros la que sin duda creen que era su
divinidad y quieren conocer a fondo.
Un día admiran una estrella muy especial,
buscan en los libros de Dios y se encuentran con que la Escritura Sagrada de
Israel habla de una estrella de Jacob que indicaría la llegada de un enviado de
Dios.
La tradición suele decir que son tres,
incluso le ha puesto nombres: Melchor, Gaspar y Baltasar, y les venera como
santos del Señor.
Meditando el Evangelio de este día
encontramos varias cosas que imitar.
Por una parte buscan a Dios en los astros,
lo que indica un espíritu religioso.
En segundo lugar se ponen en camino y
buscan, según la lógica humana, al nuevo rey de Israel en la capital de la
nación.
Cuando ya han puesto todos los medios
humanos, Dios les ilumina y llena de alegría, según dice el Evangelio:
“De pronto la
estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos hasta que vino a pararse encima
de donde estaba el Niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría”.
Los Magos venían en serio y habían
preparado regalos dignos del que suponían era el “rey de los judíos que ha nacido”.
Le ofrecen tres regalos simbólicos: oro
como a rey, incienso como a Dios y mirra como a redentor.
Y como suele ser conveniente cuando uno ha
descubierto algo muy grande: “se
marcharon a su tierra por otro camino”.
- Bautismo de Jesús
“Hoy Cristo fue bautizado por Juan en el
Jordán para salvarnos”.
En esta manifestación que celebraremos el
día lunes, descubrimos, ante todo, la humildad de Jesús que se mezcla entre los
sencillos que se bautizan y la humildad de Juan que descubre a Dios en Cristo y
no se atreve a bautizarlo.
Junto al Jordán se manifiesta la Santa
Trinidad. Esta es la segunda gran epifanía:
El Hijo en el río, el Espíritu en forma de
paloma y el Padre que deja oír su voz: “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto”.
Debemos reconocer una diferencia importante
entre el bautismo de Jesús y el nuestro.
Cuando nosotros nos bautizamos Dios nos
perdona y purifica de nuestros pecados. En cambio, cuando Jesús entra en el
Jordán, es Él el que purifica la humanidad e incluso las aguas y el cosmos, puesto
que en su sencilla humanidad está presente y oculta su Divinidad.
- El agua convertida en vino
“Hoy el agua se convirtió en vino en las
bodas de Caná”. Es la tercera manifestación.
Este año no leeremos este párrafo del
Evangelio de Juan que corresponde al segundo domingo del tiempo ordinario del ciclo C, pero
que la liturgia sí nos recuerda en las distintas antífonas. Se trata de lo que
Juan Pablo II llamó, en los misterios luminosos, “la autorevelación de Jesús en
las bodas de Caná”.
Es evidente que se trata de un prodigio muy
especial con el que Jesús quiso llamar la atención para que el pueblo se diera
cuenta de que estaba presente el Mesías tan esperado:
+ “Así en Caná de Galilea Jesús comenzó sus
signos”.
+ “Allí manifestó su gloria”
+ “Y creció la fe de sus discípulos en Él”.
No hay duda que se trató de un milagro
extraordinario, no solo por convertir 600 litros de agua en 600 litros de vino,
sino porque el vino fue el más “generoso” de todos los servidos hasta entonces.
Aquí tienes, amigo, unos momentos
especiales de la vida de Jesús que la Iglesia nos recuerda al final del “tiempo
de Navidad”.
Pidamos a María, que intercedió en las
bodas de Caná, que interceda también ante Dios por nosotros para que se
fortalezca nuestra fe en Jesús como la de los apóstoles.
José Ignacio Alemany Grau, obispo