Reflexión homilética para el XIX domingo
del Tiempo Ordinario, ciclo A
El gran Elías es un modelo para todos
nosotros. Fiel hasta la locura a la misión que Dios le había confiado, soportó
todas las dificultades desde el inicio como profeta hasta que un carro de fuego
lo arrebató.
Elías fue el representante de los profetas
que se apareció en el Tabor, junto con Moisés, en la transfiguración de nuestro
Señor Jesucristo.
Fue fiel. Acabó con los sacerdotes que
daban culto idolátrico a Baal. Precisamente por esto Jezabel, la reina, amenazó
a Elías con matarlo “antes de mañana”.
Tuvo que huir. En el desierto el Señor le
envió un ángel que le dijo:
“Levántate y come”.
Rico pan y agua fresca.
Segunda vez lo despertó el ángel y le
repitió:
“Levántate y come,
que el camino es largo”.
En este alimento los Santos Padres ven un
símbolo de la Eucaristía que todos necesitamos para caminar por el mundo,
porque el camino hacia la Patria es largo.
“Cuarenta días y
noches” caminó por
el desierto Elías.
Esto nos recuerda los cuarenta días que
Jesús estuvo en el desierto y cómo también los ángeles le servían.
Llega Elías al monte Horeb (el Sinaí). Dios
se manifiesta en la brisa suave y no entre truenos o terremotos, como en otras
ocasiones. El Señor le pregunta: “¿qué te
trae por aquí?”.
Elías dice su verdad: “ardo en celo por el Señor”. Es como decir “me trae la pasión por mi Dios”.
En realidad ese era el resumen de la vida
del profeta Elías: loco por Dios.
Amigo, ¿vives tú apasionado por Dios?
¿Es Dios el amor de tu vida?
Con esta explicación entenderás mejor la
parte del libro primero de Reyes que leemos hoy.
Salmo
responsorial (84)
Misericordia, fidelidad, justicia y paz.
Este es el canto del salmo responsorial que
nos presenta a Dios y nos invita a escucharlo:
“Voy a escuchar lo
que dice el Señor: Dios anuncia la paz a su pueblo… La misericordia y la
fidelidad se encuentran, la justicia y la paz se besan… La justicia marchará
ante él, la salvación seguirá sus pasos”.
Lectura
de la Carta a los Romanos
San Pablo enamorado de Cristo no dejó de
amar a su pueblo Israel y nos da una prueba de su amor llegando a decir: “siento una gran pena y un dolor incesante
en mi corazón pues por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne,
quisiera incluso ser un proscrito lejos de Cristo”, es decir, que estaba
dispuesto a condenarse para salvar a los de su raza. Solo un loco de amor puede
decir esto.
Evangelio
El Evangelio de San Mateo nos enseña cosas
muy importantes de la vida de Jesús. Veamos brevemente:
+ Jesús ha dado de comer a la multitud y
apura a los discípulos para que se vayan en la barca a la otra orilla.
+ Él despacha a la gente porque busca la
soledad.
+ Él solo sube al monte y permanece toda la
noche en comunicación con su Padre.
Tenemos que aprender de Jesús a buscar
tiempos largos para la oración.
+ Los discípulos reman contra el viento y
se hace larga la llegada a la otra orilla.
+ Jesús, quizá con un tanto de humor, se
acerca a ellos caminando sobre el agua.
Ellos se asustan.
Jesús los anima: “Ánimo, soy yo, no tengan miedo”.
+ Pedro, impulsivo como siempre, le pide
caminar sobre el agua. Jesús le dice: “Ven”.
Cuando Pedro se ve caminando entre la barca
y Jesús, se le apaga la fe y empieza a hundirse.
Sin embargo de nuevo le brota la fe y le
dice: “Señor, sálvame”.
Jesús le advierte: “Qué poca fe. ¿Por qué has dudado?”
+ El Evangelio de hoy termina con un acto
de fe impresionante por parte de los apóstoles que al haber contemplado a Jesús
y a Pedro, exclamaron:
“Realmente eres hijo
de Dios”.
Amigos, ¿hasta dónde llega nuestra fe?
¿No seremos un poco como Pedro que cree…
duda… vuelve a creer…?
Señor Jesús, aumenta nuestra fe.
José Ignacio Alemany Grau, obispo