CON LA BOCA EN EL CORAZÓN
El prefacio de este primer
domingo de cuaresma nos enseña:
Cristo, “al abstenerse
durante cuarenta días de tomar alimento, inauguró la práctica de nuestra penitencia
cuaresmal, y al rechazar las tentaciones del enemigo nos enseñó a sofocar la
fuerza del pecado; de este modo, celebrando con sinceridad el misterio de esta
Pascua, podremos pasar un día a la Pascua que no se acaba”.
Esta última frase podría
servirnos de inspiración también en este domingo.
La idea central está
tomada del Evangelio del día que relata las tentaciones de Jesús.
El misterio de la Pascua
es lo que celebraremos dentro de cuarenta días: la muerte y resurrección de
Cristo que en esos días pasó de vida a
muerte y de la muerte a la vida definitiva por la resurrección.
En la oración pedimos a
Dios que pasemos de esta Pascua a la del final de los tiempos cuando todos
resucitaremos felices gracias al sacrificio de Cristo.
La primera lectura nos habla de las primicias que
todo israelita ofrecía al Señor, llevándole al sacerdote lo primero que recogía
de cada cosecha.
Llevaba la ofrenda al
Señor y se postraba ante Él en adoración.
Mientras ponía en manos
del sacerdote la ofrenda, repetía una oración que recordaba la liberación de
Egipto por el poder de Dios. Escúchala con atención en la primera lectura.
También en la Iglesia se
daban “diezmos y primicias a la Iglesia de Dios”.
Hoy la Iglesia ha dejado
la donación a la discreción y generosidad de los fieles, según se observa en la
nueva redacción del quinto mandamiento de la Santa Iglesia, que sin duda
conoces:
“Ayudar a la Iglesia en
sus necesidades”.
¿Lo haces así?
El salmo responsorial (90) nos anima:
“El
Señor está conmigo en la tribulación”.
En sus versículos
encontramos alusiones claras a las tentaciones que el diablo pone a Jesús en el
desierto.
Mientras lo recitas,
recuerda cómo Dios los ha protegido a ti y a los tuyos en tantas situaciones
difíciles de la vida.
La segunda lectura es de San Pablo a los romanos,
pero antes medita esta frase del Eclesiástico:
“Los
necios tienen el corazón en la boca; los sabios tienen la boca en el corazón”.
¿Dónde está tu corazón?
Pablo hoy comienza citando
Deuteronomio 30,41:
“La
palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el corazón”.
La cita tiene relación con
el diálogo entre Jesús y el tentador.
Ambos demuestran conocer
bien las Escrituras.
El diablo para cumplir su
oficio destructor y Jesús para enseñar a vencer cuando nos quieran apartar de
Dios empleando incluso la Biblia.
Pablo enseña que lo
fundamental de nuestra profesión de fe es que:
“si
tus labios profesan que Jesús es el Señor y tu corazón cree que Dios lo
resucitó de entre los muertos, te salvarás”.
¡Qué hermosa promesa!
En el Evangelio lo primero que nos puede extrañar
es que el Espíritu Santo, que acaba de ungir a Jesús, “lo
lleva al desierto, mientras era tentado por el diablo”.
(Mateo escribe que “fue llevado por el Espíritu al desierto
para ser tentado por el diablo”).
Esta escena deja bien
claro:
- El diablo existe y
tienta.
-La tentación nunca es
pecado.
- El pecado es caer en la
tentación.
Por eso Jesús en el
padrenuestro no nos enseña a pedir que nos quite las tentaciones, sino que no
nos deje caer en ellas.
Vencer la tentación nos
enriquece.
Las tentaciones que el
diablo pone a Jesús buscan que prescinda de Dios y hasta lleno de estúpido orgullo, se proclama más importante que Dios.
Esta es la tentación que
el demonio ha puesto a los hombres de hoy y así ha conseguido que rechacen a
Dios e incluso que den culto al diablo ya que sabemos que se están construyendo
templos a satanás en nuestro días… ¡qué hondo hemos caído!
¡Quitar a Dios, fuente de
la felicidad y el amor, y adorar a satanás, fuente de odio y de muerte!
Las tres tentaciones (las
mismas en Mateo que en Lucas, aunque en orden distinto) se reducen a lo mismo.
Apartar a la humanidad de Dios:
Primera tentación: el pan es
más importante que Dios.
Nos dice el Papa Benedicto
que Occidente creyó que para ayudar al tercer mundo podía transformar las
piedras en pan, pero han dado piedras en vez de pan.
Segunda tentación:
pretende convertir a Dios en nuestro siervo. Que haga nuestro capricho.
Tirarnos por gusto y que
nos coja para no nos golpeemos.
Tercera tentación: con
todo descaro el diablo invita a elegir entre Dios y Él. Quiere que lo adoren.
Frente a las tentaciones
del diablo Jesús responde con textos bíblicos.
Desde el Edén hasta hoy,
pasando por las tentaciones de Jesús en el desierto, “la gran pregunta que nos
acompañará a lo largo de todo este libro (Jesús de Nazaret): ¿qué ha traído
Jesús realmente si no ha traído la paz al mundo, el bienestar para todos, un
mundo mejor? ¿Qué ha traído? La respuesta es muy sencilla: A Dios. Ha traído a
Dios… Ahora conocemos su rostro”
José Ignacio Alemany Grau,
obispo