NAVIDAD = NACIMIENTO = NATIVIDAD = CUMPLEAÑOS
Quizá no te habías dado cuenta otros años, de la riqueza que tiene la liturgia al celebrar la Navidad de Jesús.
De hecho hay un esquema para celebrar la Eucaristía en cada una de estas horas: la vigilia, la medianoche, la aurora y el día.
Hoy vamos a hacer nuestra reflexión en torno a los pensamientos que nos ofrece la oración colecta de cada uno de estos días y añadiendo alguna de las fiestas navideñas que siguen.
Ya sabes que la oración “colecta” se llama así porque “recoge” los pensamientos centrales de la Fiesta de ese día.
*Misa en la Vigilia.
La alegría de la fiesta de nuestra redención nos hace recibir gozosos a Jesús como Redentor.
La genealogía de Mateo muestra cómo Jesús, a través de su padre adoptivo, entronca directamente con la descendencia de David.
También el mismo evangelista nos refiere la concepción virginal de María y el cumplimiento de las promesas del Antiguo Testamento que nos presenta a Jesús como el “Dios con nosotros”.
Pedimos al Padre que cuando venga Jesús como Juez, sea también una fiesta de alegría profunda para todos.
*Misa de la medianoche.
La noche se ha hecho día con Cristo que es la luz eterna. Pedimos que un día podamos gozar de su gloria definitiva en el cielo.
“El pueblo que andaba en tinieblas ha visto una luz grande.
Os traigo una buena noticia, una gran alegría, os ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor”.
Esta luz se hace ternura en la tierra porque a María le llegó el tiempo del parto y dio a luz a su Hijo primogénito, “lo envolvió en pañales y lo recostó en un pesebre”.
Y se hace gloria en el cielo con los ángeles que cantan “Gloria Dios en el cielo y paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”.
*Celebración de la Aurora.
Pedimos que quienes vivimos inmersos en la luz del Verbo hecho carne, manifestemos en nuestras obras la fe que ha iluminado nuestro espíritu.
Los pastores, entusiasmados con el espectáculo y la música celestial, e iluminados por la gracia divina en su corazón, se dijeron:
“Vamos derechos a Belén a ver eso que ha pasado y que nos ha comunicado el Señor.
Fueron corriendo y encontraron a María y a José y al Niño acostado en el pesebre.
Al verlo contaron lo que les habían dicho de aquel Niño”.
*Misa del día.
Dios nos creó a su imagen y semejanza y ha aumentado nuestra dignidad por medio de Jesucristo.
“Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia… La gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo”.
Y ahora algo maravilloso que debemos meditar mucho: a Dios solo podemos conocerlo por Jesucristo. Es Él, el regalo más grande que nos ha hecho nuestro Dios: “A Dios nadie lo ha visto jamás: Dios hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer”, viniendo hasta nosotros.
Pedimos al Padre que nos conceda la gracia de compartir la vida divina con Jesucristo que hoy se ha dignado compartir con nosotros la condición humana.
*Misa de la Sagrada Familia.
El Padre nos ha puesto a la Sagrada Familia como ejemplo para todos los que formamos el pueblo de Dios.
Esta oración nos lleva a meditar en la Sagrada Familia, fiel a la ley del Señor:
“Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén para presentarlo al Señor… Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor se volvieron a Galilea a su ciudad de Nazaret. El Niño iba creciendo y robusteciéndose y se llenaba de sabiduría y la gracia de Dios lo acompañaba”.
Es lo importante, crecer, crecer normalmente, y crecer en familia, es decir, en la mejor escuela de la vida.
Pedimos a Dios imitar las virtudes domésticas y la unión en el amor de la Sagrada Familia hasta que un día podamos vivir la alegría de Dios en el hogar del cielo.
*Misa de la Maternidad Divina.
A los ocho días del nacimiento de Jesús la Iglesia nos invita a meditar el gran misterio de la Maternidad Divina.
María ha dado a Jesús lo que da toda madre a su hijo, el cuerpo.
Luego Dios infunde un alma para completar el ser humano. La diferencia maravillosa que hace a María Madre de Dios es, que a la unidad del cuerpo más el alma se une la Persona Divina que, sin dejar de ser Dios, se hace hombre verdadero.
En este día la Iglesia nos recuerda la bendición solemne del Antiguo Testamento:
“El Señor te bendiga y te proteja, ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor.
El Señor se fije en ti y te conceda la paz”.
Pedimos al Señor que pues nos entregó a través de María los bienes de la salvación, podamos sentir en nuestra vida la intercesión maternal de la que es Madre física de Jesús y Madre espiritual de todos nosotros.
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Amigos lectores, lo maravilloso de la Navidad no es tanto que Jesús nació, sino que se ha quedado con nosotros para siempre.
Es esta presencia la que nos hace felices y nos permite celebrar gozosamente la Navidad.
Con esta alegría les deseo a todos una FELIZ NAVIDAD y que en el próximo AÑO 2015 podamos hacer cada día la voluntad de Dios para ser felices.
José Ignacio Alemany Grau, obispo