Comenzado por
Isaías, el gran profeta, y leyendo el Evangelio que alaba tanto a Juan
Bautista, nos encontramos con este domingo del gozo que comienza con estas
palabras:
«Estad siempre alegres en el Señor. Os lo
repito: estad alegres».
Y el gran motivo que ofrece el mismo
versículo: «El Señor está cerca».
¡Nos acercamos a la Navidad!
- Isaías
El párrafo bíblico tomado del capítulo 35,
nos invita a ver en el desierto cómo las flores se multiplican y «se alegran
el páramo y la estepa. Florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y
alegría».
En realidad, admiramos al gran profeta
Isaías que ha podido recalcar en sus escritos, tanto el gozo como el
sufrimiento.
Por otra parte, este profeta nos anima
diciendo:
«Fortaleced las manos débiles, robusteced
las rodillas vacilantes. Decid a los cobardes de corazón:
“Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro
Dios que trae el desquite. Viene en persona, resarcirá y os salvará”».
Visión maravillosa del profeta, sin duda privilegiado del Señor.
- Salmo 145
Nos habla del gozo que trae la presencia
del Señor que viene para traer la salvación que tanto necesitamos:
«El Señor liberta a los cautivos, da pan a
los hambrientos y hace justicia a los oprimidos».
Todos estos hermosos pensamientos los combina la liturgia con esta antífona: «Ven, Señor, a salvarnos», con la seguridad de la Navidad que se acerca.
- Santiago
Nos da unos consejos muy importantes antes
de la Navidad:
«Tened paciencia hasta la venida del
Señor».
Él va comparando la vida de cada uno de los
trabajadores del campo que tienen que esperar con paciencia hasta que la
semilla produzca fruto.
Y nos recuerda así «al labrador que
aguarda paciente el fruto valioso de la tierra mientras recibe la lluvia
temprana y tardía».
De esta manera, Santiago nos advierte:
«Tened paciencia también vosotros y manteneos firmes porque la venida del Señor está cerca», para nosotros la Navidad.
- Verso aleluyático
Es San Lucas el que nos invita a confiar en
el Espíritu Santo, el mismo que recibimos en el bautismo y nos fuerza a
evangelizar: «El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado a anunciar
el Evangelio a los pobres».
Nuestra obligación desde el día que fuimos bautizados es Evangelizar.
- Evangelio
El profeta San Juan Bautista está en la
cárcel. Y para llenar de confianza a los discípulos suyos, que no por
desconfianza de él, les pide que vayan a preguntarle al mismo Jesús, que está
evangelizando:
«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que
esperar a otro?»
La respuesta de Jesús nos abre a todos las
puertas de la auténtica Navidad:
«Id y anunciad a Juan lo que estáis viendo
y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan, los leprosos quedan limpios y
los sordos oyen…».
Después de esta lista que Jesús completó,
les dijo a los enviados:
«Dichoso el que no se escandalice de mí».
Cuando los enviados volvieron con la
respuesta, Jesús alabó grandemente a este precursor, Juan Bautista, del que
dijo entre otras cosas, aplicándole las palabras del profeta Jeremías:
«Yo envío mi mensajero delante de ti para
que prepare el camino ante ti».
Finalmente, el Evangelio concluye con esta
gran alabanza para Juan Bautista, que cada uno de nosotros nos la debemos
aplicar, porque como bautizados somos por esencia evangelizadores:
«Os aseguro que no ha nacido de mujer uno
más grande que Juan Bautista».
José Ignacio Alemany Grau, obispo
Redentorista

