20 de diciembre de 2025

ES VERDAD: EL SEÑOR ESTÁ CERCA Domingo IV de Adviento – ciclo A

 

Desde el 17 de diciembre, la liturgia ha tomado un nuevo camino de Adviento y nos lleva de la mano al nacimiento del Verbo eterno de Dios que entra en el tiempo para compartir con toda la humanidad su poder divino.

Este es el Niño que esperamos: «Dios-con-nosotros».

Es cierto: «El Señor está cerca».

  • Isaías

Según el gran profeta Isaías, él se acercó a Acaz, que era el rey, y le dijo:

«Pide una señal, al Señor, tu Dios, en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo».

Ante la negación a pedir, el profeta le anuncia la gran profecía de la venida del Mesías:

«Mirad, la virgen está encinta y da a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel que significa “Dios-con-nosotros”».

Con esta profecía comenzamos el cuarto domingo de Adviento, en el ciclo A.

  • Salmo 23

Con este versículo: «Va a entrar el Señor, él es el rey de la gloria», el salmo nos invita a meditar en la cercanía de Dios: «Del Señor es la tierra y cuanto la llena… ¿Quién puede subir al monte del Señor?».

La respuesta es una invitación a la limpieza del cuerpo y el alma, con estas palabras: «El hombre de manos inocentes y puro corazón… Ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación».

A continuación, el salmista afirma que «este es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia Dios de Jacob».

  • San Pablo

Escribiendo el apóstol a los romanos, dice: «A todos los de Roma, a los que Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos: os deseo la gracia y la paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo».

De esta manera aclara el apóstol que la salvación de Dios es para todos:

«Hacer que todos los gentiles respondan a la fe para gloria de su nombre».

  • Verso aleluyático

En un versículo de San Mateo la Iglesia se llena de alegría esperando a la Virgen que, sin perder la virginidad, da a luz al Verbo encarnado:

«Mirad, la Virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, Dios-con-nosotros».

  • Evangelio

El evangelio de San Mateo describe cómo va a ser el nacimiento de Cristo:

«María, su Madre, estaba desposada con José y antes de vivir juntos resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.

José, su esposo que era justo, decidió no denunciarla sino repudiarla en secreto. Apenas tomó esta decisión se le apareció el ángel del Señor y le dijo: “José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”».

Termina San Mateo explicando que de esta manera se cumplió la profecía, de Isaías, como hemos visto en la primera lectura de hoy:

«Mirad, la virgen concebirá y dará a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa Dios con nosotros».

Nunca podremos imaginar la alegría con que José, ya esposo de Santa María, aceptó la propuesta de ser padre adoptivo de la criatura que dio a luz Santa María Virgen.

Ahora podemos entender, una vez más, las palabras del domingo anterior: «Estad siempre alegres en el Señor, os lo repito, estad alegres: ¡El Señor está cerca!».

A todos ustedes, queridos lectores, les deseo una muy Feliz Navidad y un encuentro con Jesús Eucaristía de manera especial en esta Navidad.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista

14 de diciembre de 2025

FLORES EN ADVIENTO Domingo III de Adviento, «Domingo de la alegría»



En este tercer domingo de Adviento la liturgia se llena de alegría y lo manifestamos externamente encendiendo la tercera vela de la Corona, que tiene color rosa, y no morado.

Comenzado por Isaías, el gran profeta, y leyendo el Evangelio que alaba tanto a Juan Bautista, nos encontramos con este domingo del gozo que comienza con estas palabras:

«Estad siempre alegres en el Señor. Os lo repito: estad alegres».

Y el gran motivo que ofrece el mismo versículo: «El Señor está cerca».

¡Nos acercamos a la Navidad!

  • Isaías

El párrafo bíblico tomado del capítulo 35, nos invita a ver en el desierto cómo las flores se multiplican y «se alegran el páramo y la estepa. Florecerá como flor de narciso, se alegrará con gozo y alegría».

En realidad, admiramos al gran profeta Isaías que ha podido recalcar en sus escritos, tanto el gozo como el sufrimiento.

Por otra parte, este profeta nos anima diciendo:

«Fortaleced las manos débiles, robusteced las rodillas vacilantes. Decid a los cobardes de corazón:

“Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite. Viene en persona, resarcirá y os salvará”».

Visión maravillosa del profeta, sin duda privilegiado del Señor.

  • Salmo 145

Nos habla del gozo que trae la presencia del Señor que viene para traer la salvación que tanto necesitamos:

«El Señor liberta a los cautivos, da pan a los hambrientos y hace justicia a los oprimidos».

Todos estos hermosos pensamientos los combina la liturgia con esta antífona: «Ven, Señor, a salvarnos», con la seguridad de la Navidad que se acerca.

  • Santiago

Nos da unos consejos muy importantes antes de la Navidad:

«Tened paciencia hasta la venida del Señor».

Él va comparando la vida de cada uno de los trabajadores del campo que tienen que esperar con paciencia hasta que la semilla produzca fruto.

Y nos recuerda así «al labrador que aguarda paciente el fruto valioso de la tierra mientras recibe la lluvia temprana y tardía».

De esta manera, Santiago nos advierte:

«Tened paciencia también vosotros y manteneos firmes porque la venida del Señor está cerca», para nosotros la Navidad.

  • Verso aleluyático

Es San Lucas el que nos invita a confiar en el Espíritu Santo, el mismo que recibimos en el bautismo y nos fuerza a evangelizar: «El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado a anunciar el Evangelio a los pobres».

Nuestra obligación desde el día que fuimos bautizados es Evangelizar.

  • Evangelio

El profeta San Juan Bautista está en la cárcel. Y para llenar de confianza a los discípulos suyos, que no por desconfianza de él, les pide que vayan a preguntarle al mismo Jesús, que está evangelizando:

«¿Eres tú el que ha de venir o tenemos que esperar a otro?»

La respuesta de Jesús nos abre a todos las puertas de la auténtica Navidad:

«Id y anunciad a Juan lo que estáis viendo y oyendo: los ciegos ven y los inválidos andan, los leprosos quedan limpios y los sordos oyen…».

Después de esta lista que Jesús completó, les dijo a los enviados:

«Dichoso el que no se escandalice de mí».

Cuando los enviados volvieron con la respuesta, Jesús alabó grandemente a este precursor, Juan Bautista, del que dijo entre otras cosas, aplicándole las palabras del profeta Jeremías:

«Yo envío mi mensajero delante de ti para que prepare el camino ante ti».

Finalmente, el Evangelio concluye con esta gran alabanza para Juan Bautista, que cada uno de nosotros nos la debemos aplicar, porque como bautizados somos por esencia evangelizadores:

«Os aseguro que no ha nacido de mujer uno más grande que Juan Bautista».

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista