La mejor introducción para este día la tomamos del prefacio:
«En el bautismo de Cristo en el Jordán has realizado signos prodigiosos para manifestar el misterio del nuevo bautismo, hiciste descender tu voz desde el cielo para que el mundo creyese que tu palabra habitaba entre nosotros y por medio del Espíritu, manifestado en forma de paloma, ungiste a tu siervo Jesús».
- Isaías
Nos presenta al Siervo
de Yavé: «Mirad a mi siervo a quien sostengo; mi elegido a quien prefiero,
sobre él he puesto mi Espíritu para que traiga el derecho a las naciones…
Yo te he puesto como
alianza de un pueblo, luz de las naciones para que abras los ojos de los
ciegos, saques a los cautivos de la prisión…».
Estas palabras se las aplicará Jesús cuando vaya a Nazaret y se presente ante su propio pueblo como Mesías.
- Salmo responsorial 28
Se trata de un himno
que alaba la grandeza infinita de Dios y está por encima de las tormentas que suceden
en el mundo. Frente a todo esto la gran invitación a la alabanza:
«Hijos de Dios aclamad
al Señor, aclamad la gloria y el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre
del Señor, postraos ante Él en el atrio sagrado».
Esta alabanza se debe al Señor porque es «Rey eterno. Él da fuerza a su pueblo y lo bendice con la paz abundante».
- San Juan
Nos da esta preciosa
lección: «Todo el que cree que Jesús es el Cristo ha nacido de Dios y todo el
que ama a Dios, que da el ser, ama también al que ha nacido de Él. En esto
conocemos que amamos a los hijos de Dios: si amamos a Dios y cumplimos sus
mandamientos. Pues en esto consiste el amor a Dios: en que guardamos sus
mandamientos».
Buena lección la del apóstol para encaminarnos hacia Dios. Cumpliendo los mandamientos por amor servimos a Dios y lo manifestamos amando al prójimo.
- Verso aleluyático
Refiriéndose al
momento en el que el precursor vio a Jesús entre la multitud nos invita a la alabanza
diciendo: «Este el cordero de Dios que quita el pecado del mundo».
Estas palabras las repetirá la liturgia durante la Santa Misa, a la hora de comulgar.
- Evangelio
El Evangelio del ciclo
C nos invita a profundizar en las distintas clases de bautismo.
En efecto, es muy
antiguo el rito de bautizar al que está arrepentido de sus pecados, sea de la
religión que sea. El mismo Juan nos dice: «Yo os bautizo con agua»; y el mismo
Juan es quien marca la diferencia entre el bautismo que él hace y el que va a
instaurar Jesús:
«Viene el que puede
más que yo y no merezco desatarle la correa de su sandalia. Él os bautizará con
Espíritu Santo y fuego».
El evangelista dice, a
continuación, que en un bautismo general Jesús también se bautizó como uno de
tantos: «Y mientras oraba se abrió el cielo, bajó el Espíritu Santo sobre Él en
forma de paloma y vino una voz del cielo: “tú eres mi Hijo el amado, el
predilecto”».
De esta manera, el
bautista nos hace la diferencia grande entre el bautismo de penitencia que él realizaba
y el bautismo que inaugurará Jesús como el primero y más importante de los
Sacramentos.
Los invito a todos
ustedes, amigos, a recordar y renovar su propio bautismo y dar gracias a Dios
ya que por medio de Él han recibido la vida divina. Si perseveramos en ella
tenemos asegurada la salvación eterna.
José Ignacio Alemany Grau, obispo Redentorista