31 de diciembre de 2023

LA DIVINA MATERNIDAD DE SANTA MARÍA -Octava de Navidad-

Aunque la reflexión homilética que ordinariamente les ofrezco es la del domingo, he preferido, en esta ocasión, reflexionar sobre la octava de Navidad que la liturgia titula «Solemnidad de Santa María Madre de Dios»: 

«Hoy brillará una luz sobre nosotros porque nos ha nacido el Señor; y es su nombre: Admirable, Dios, Príncipe de la paz, Padre perpetuo y su reino no tendrá fin».

Esa luz es la bendición del Padre sobre la humanidad que vivía en tinieblas.

Enviando a Jesús, Hijo del Padre e Hijo de María, Dios nos bendijo y nos abrió el cielo para siempre.

  •  Libro de los Números

Es bueno que en este día hagamos un esfuerzo por entender este importante número (2626) que define la oración de bendición en el Catecismo de la Iglesia Católica:

«La bendición expresa el movimiento de fondo de la oración cristiana: es encuentro de Dios con el hombre; en ella el don de Dios y la acogida del hombre se convocan y se unen. La oración de bendición es la respuesta del hombre a los dones de Dios: porque Dios bendice, el corazón del hombre puede bendecir, a su vez, a aquel que es la fuente de toda bendición».

Un bello ejemplo de bendición es la que el Señor pidió a Moisés como fórmula para bendecir a los israelitas:

«El Señor te bendiga y te proteja,

ilumine su rostro sobre ti y te conceda su favor.

El Señor se fije en ti y te conceda la paz».

Después de dictar esta bendición, el Señor termina diciendo:

«Así invocarán mi nombre sobre los israelitas y yo los bendeciré».

  • Salmo 66

Se trata de un precioso salmo que nos enseña a bendecir.

Repitámoslo con fe. Bendigamos a Dios y pidamos a Él también su eficaz bendición:

«El Señor tenga piedad y nos bendiga, ilumine su rostro sobre nosotros… Que Dios nos bendiga; que le teman hasta los confines del orbe».

  • San Pablo

El apóstol tiene esta preciosa enseñanza a los gálatas y, por tanto, a todos nosotros:

«Cuando se cumplió el tiempo envió Dios a su Hijo nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, para que recibiéramos el ser hijos por adopción».

En este plan de Dios el Espíritu Santo nos invitará a todos a que, como hijos adoptivos de Dios, repitamos frecuentemente estas palabras:

«¡Abbá, Padre!»

  • Verso aleluyático

Recoge unas palabras muy conocidas e importantes de la Carta a los hebreos que nos indican cómo Dios fue preparando a su pueblo con las enseñanzas de los profetas, pero últimamente «en esta etapa final nos ha hablado por el Hijo».

  • Evangelio

Nos presenta la piadosa costumbre de los buenos israelitas que, a los ocho días del nacimiento, llevaban al primogénito para circuncidarlo y ponerle el nombre.

En ese octavo día, José y María, en el momento de circuncidarlo, pusieron al niño el nombre de Jesús porque ambos habían oído del ángel esa preciosa palabra «Jesús» que significa: «El Señor salva».

Debemos invocar este nombre con frecuencia y agradecer a Jesús que con su vida se ha convertido en nuestro único Salvador.

En este día Jesús derrama por primera vez su sangre por nosotros. Y Santa María nos enseña a recoger los pequeños detalles de la vida para unirlos a los de Jesús y meditarlos en nuestro corazón. María es nuestro modelo porque ella «conservaba todas estas cosas meditándolas en su corazón».

¡Feliz año nuevo 2024, queridos lectores!

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

23 de diciembre de 2023

LA VIRGEN DIJO SÍ A DIOS: ¡Y EL VERBO SE HIZO CARNE!

 

El Adviento camina hacia el fin. Mañana mismo es Navidad.

Hoy la liturgia nos hace revivir las maravillas que vivió la humanidad en torno al nacimiento de Jesús.

Preparémonos con alegría para celebrar el cumpleaños de nuestro Señor Jesucristo.

  • Libro segundo de Samuel

David llega a su plenitud como rey y tiene un palacio para sí y se compara con el arca de la alianza que sigue en una tienda de campaña.

Le dice al profeta que quiere hacer un palacio también para el arca del Señor. Aunque al principio el profeta Natán le dice que sí, muy pronto regresa para decirle que Dios no quiere todavía el templo para el arca de la alianza. Le corresponderá a su hijo hacerlo.

Por su parte, Dios le hace las grandes promesas al rey David que será su predilecto, a pesar de las debilidades que cometió.

  • Salmo 88

Dios hace alianza con David para siempre.

El plan de Dios se realizará en un descendiente suyo que vendrá después de mucho tiempo, ya que los descendientes inmediatos de David fueron infieles a Dios.

Veamos la promesa que se cumplió primero en David y después se cumplirá en el hijo de la Virgen María.

En Jesús se realizará la promesa definitiva y «su reino no tendrá fin»:

«Sellé una alianza con mi elegido, jurando a David mi siervo: te fundaré un linaje perpetuo, edificaré tu trono para todas las edades. Él me invocará: tú eres mi padre, mi Dios, mi roca salvadora. Le mantendré eternamente mi favor y mi alianza con él será estable».

  • San Pablo

Terminada su profunda y preciosa Carta a los Romanos, Pablo tiene una larga doxología (palabras de alabanza) al Dios único para glorificarlo por la obra de la redención que estuvo mucho tiempo en secreto y que ahora, por medio de Jesucristo, se ha revelado a todos los hombres sin distinción, por tanto, incluyendo también a los gentiles.

Glorificamos a la Santísima Trinidad y le pedimos la fortaleza para mantenernos en el gran secreto de la salvación que ya conocemos gracias a Jesús.

Debemos permanecer en eterna gratitud porque hemos nacido cuando ya hemos sido testigos de la salvación en Cristo Jesús.

Ahora tenemos todos los medios para salvarnos que no tuvieron las anteriores generaciones, especialmente la Palabra de Dios y los sacramentos.

  • Verso aleluyático

Nos recuerda la clave de la santidad de María que fue cumplir la voluntad de Dios y que es para nosotros la gran enseñanza de nuestra Madre del cielo:

«Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra».

  •  Evangelio

El amor de Dios quiere acoger a la humanidad y salvarla. Para eso inventa una realidad nunca imaginada: hacerse hombre y con esta naturaleza humana, unida a la suya, ofrecerse Él mismo al Padre para salvación de todos.

Con una delicadeza infinita, respetando al máximo la libertad de la mujer escogida y preparada con grandes privilegios, le envía un ángel para preguntarle si está dispuesta a ser su madre.

Además, le hace un regalo precioso: le ofrece la maternidad sin perder la virginidad.

Ante esta delicadeza y ternura de Dios la virgencita de Nazaret no tiene más que una palabra de humildad:

«¡Aquí está la esclava del Señor: hágase en mí según tu palabra!»

Terminamos con unas palabras de gratitud en este tiempo de Navidad. Agradecemos en primer lugar al Padre Dios que nos dio a su Hijo y a la Virgen María que aceptó ser su Madre para que pudiera unir la divinidad a la humanidad.

Gracias al Padre, gracias a María y gracias a todos los que hemos recibido la fe y podemos sentirnos bendecidos y felices en esta nueva Navidad, un cumpleaños más de Jesús:

¡Feliz Navidad amigos lectores!

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

17 de diciembre de 2023

TÚ NO ERES LA LUZ, PERO SÍ TESTIGO DE LA LUZ -Tercer domingo de Adviento-

  


Qué hermoso y motivo grande de alegría este tercer domingo de Adviento («Gaudete»).

Hoy nos encontramos con Juan Bautista en la vida de Jesús. El evangelista lo describe así:

«Surgió un hombre enviado por Dios que se llamaba Juan: este venía como testigo para dar testimonio de la luz… No era él la luz sino testigo de la luz».

Juan es nuestro modelo.

Tenemos un trabajo que hacer en la Iglesia: la humildad. Sabemos que no somos la luz, pero sí somos capaces de llevar a todos la Luz.

  • Isaías

Nos habla de la fuerza del Espíritu del Señor que ungió a Jesús y nos unge a quienes lo seguimos.

Con Jesús el gozo más grande: «Desbordo de gozo con el Señor y me alegro con mi Dios porque me ha vestido un traje de gala y me ha envuelto en un manto de triunfo».

Bellas comparaciones las de Isaías que nos habla del fruto de la presencia del Espíritu Santo:

«Como el suelo echa sus brotes, como un jardín hace brotar sus semillas, así el Señor hará brotar la justicia» en quienes se dejen guiar por el Espíritu.

  • Salmo responsorial

La liturgia nos presenta el Magnificat para que nosotros hagamos el nuestro meditando en tantos detalles que hemos vivido, como regalos del Espíritu de Jesús en nosotros.

Les invito a recordar y agradecer y repetir, en cuanto nos toca:

«Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi Espíritu en Dios mi Salvador» que me hizo hijo suyo con el bautismo y me ha permitido recibir a Jesús bajo las especies de pan y vino, y poder tener la fuerza de Dios para crecer en mi vida espiritual y dar fruto abundante.

  • San Pablo

Hoy la liturgia nos recuerda estas palabras del apóstol a los Tesalonicenses:

«Estad siempre alegres».

Por eso llamamos a este domingo el «Domingo de la alegría» («gaudete»).

Con este fin, Pablo nos da un gran consejo:

«Sed constantes en la oración. Dad gracias en toda ocasión porque esta es la voluntad de Dios en Cristo Jesús respecto a vosotros».

A continuación, el apóstol nos pide que no apaguemos en nosotros la fuerza del Espíritu Santo y, de una manera muy concreta, nos dice:

«Examinadlo todo y quedaos con lo bueno».

Tengamos en cuenta que no nos conviene aceptar todas las ideas o ideologías de los demás sino examinarlas antes a la luz del Espíritu, a la luz de la fe.

  •  Verso aleluyático

Recuerda el momento de Jesús en la sinagoga de Nazaret cuando, ante todos sus vecinos, Jesús, con sencillez se aplica las palabras de Isaías que también hoy recordamos en la liturgia:

«El Espíritu del Señor está sobre mí. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres».

  • Evangelio

Hoy San Juan evangelista nos invita a hacernos una serie de cuestionamientos similares a las que le hicieron los judíos, enviados desde Jerusalén, al Bautista:

(1) Aclara quién no eres.

Todos tenemos el peligro de dejarnos llevar de nuestro orgullo y vanidad y creernos lo que no somos. Es bueno recordar que Adán y Eva se creyeron que iban a ser Dios y nos trajeron tanto daño a toda la humanidad.

Con libertad y fuerza, como el Bautista, digamos libremente: «Yo no soy…».

(2) Imitando al Bautista comprometámonos a ser una simple voz que repite las enseñanzas del Señor que habló y sigue hablando también hoy.

Será posible si vives en la humildad de Juan que afirma que no es digno de ser esclavo de Jesús, ya que el desatar o llevar las sandalias del señor era propio de los esclavos.

Finalmente, aprendamos la humildad de Juan y alegrémonos con él por el Mesías que viene a salvarnos a todos.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

9 de diciembre de 2023

PREPARAD EL CAMINO DEL SEÑOR -II domingo de Adviento-

Jesucristo, Dios como el Padre y el Espíritu Santo, viene como «Camino» para que podamos nosotros llegar por Él a la Santísima Trinidad.

Por nuestra parte, oímos que la Palabra de Dios nos repite en este tiempo:

«Preparad el camino del Señor».

Dios ha hecho su camino, pero ahora nos pide que hagamos nuestra parte: preparad una calzada para que pueda llegar Dios a la humanidad sencilla y humilde.

Entendemos que se trata de una comparación impresionante que debemos concretar y meditar cada uno de nosotros.


  • Isaías

En primer lugar, entre bellas comparaciones nos pide fundamentalmente dos cosas: crear una calzada, allanando valles y cubriendo huecos para que pueda pasar el Señor.

Se entiende que no tiene que haber orgullo ni odios.

Y, en segundo lugar, nos habla de los heraldos de Sion que salen a gritar a todas las naciones las maravillas de Dios, presente en la tierra:

«Aquí está vuestro Dios. Mirad al Señor que llega con poder y su brazo manda… Como un pastor que apacienta el rebaño su brazo lo reúne, toma en brazos los corderos y hace recostar a las madres».

  • Salmo 84

Con el salmista pedimos a Dios la misericordia y la paz.

«Dios anuncia la paz a su pueblo y a sus amigos», así esperamos la salvación que ya está cerca y pedimos misericordia y fidelidad para realizar el gran encuentro entre la humanidad y el Creador.

  • San Pedro

Comienza advirtiéndonos que si Dios tarda no es porque no va a cumplir su promesa, sino que no tiene apuro: «tiene mucha paciencia con nosotros porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se conviertan».

Así es, amigos, el amor de nuestro Dios que espera nuestra conversión y debemos aprovechar bien el gran sacramento de la penitencia, de manera especial en este tiempo de Adviento.

 Además, San Pedro nos recuerda que «el día del Señor llegará como un ladrón».

Finalmente, tengámoslo bien en cuenta, «nosotros confiados en la promesa del Señor esperamos un cielo nuevo y una tierra nueva en que habite la justicia».

Con San Pedro terminamos con este consejo:

«Por tanto, mientras esperáis estos acontecimientos procurad que Dios os encuentre en paz con Él, inmaculados e irreprochables».

  • Verso aleuyático

Nos repite la idea central de este domingo:

«Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos. 

Todos verán la salvación de Dios».

  • Evangelio

Comienza el Evangelio de San Marcos con la gran afirmación que será la preocupación más importante de la enseñanza de este evangelista:

«Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios».

Y terminará toda su riqueza con el momento muy importante (según dicen los exegetas) cuando el centurión, al morir Jesús, dirá:

«Verdaderamente este hombre era Hijo de Dios».

(El tema importante para San Marcos en todo su Evangelio será la divinidad de Jesucristo).

Después de esto nos presenta al Bautista que en el desierto predicaba la conversión y pedía el bautismo y, refiriéndose a Jesús, repetía al pueblo:

«Detrás de mí viene el que puede más que yo y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias».

De esta manera el evangelista presenta a Juan que prepara el tiempo de Jesús diciendo:

«Yo os he bautizado con agua, pero Él os bautizará con el Espíritu Santo».

Amigos, caminemos por el Adviento hacia la Navidad teniendo en cuenta las grandes enseñanzas de la liturgia de este domingo.


José Ignacio Alemany Grau, obispo

2 de diciembre de 2023

MUÉSTRANOS TU MISERICORDIA - Primer domingo de Adviento –

 

Después de haber repetido que termina un año litúrgico (el civil continúa) y que empieza otro distinto, uno podía esperar un cambio radical de temas.

Pero empezamos prácticamente como terminamos, con orientaciones idénticas: «vigilar».

Es más, la liturgia nos va a llevar a lo mismo en el nuevo año: la imitación de Cristo y esto comienza también con el ciclo de Navidad.

¿Qué pasó?

Que la meta es la misma: Dios. Y el camino es idéntico: Jesús.

Por Jesucristo llegamos a Dios: ¡Eso es todo!

Así que, amigos, tomemos esto en serio: nosotros somos los mismos. Dios es el mismo, «Jesús es la vida, la verdad y el camino».

Este es el grito espontáneo que brota de la liturgia del primer domingo de Adviento: ¡Misericordia!

El pecado nos quiere alejar de Dios, pero nuestra confianza en la paternidad divina está por encima de todo y, por eso, suplicamos.

  •  Isaías

El profeta hace «la gran súplica al Señor». Apelando a la paternidad de Dios le suplica con confianza, pensando en su misericordia.

El profeta comienza:

«Tú, Señor, eres nuestro Padre, tu nombre de siempre es nuestro Redentor».

Y al final del párrafo nos invita a decir:

«Señor, tú eres nuestro Padre, nosotros la arcilla y tú el alfarero: somos todos obras de tus manos».

A pesar de nuestros pecados e infidelidades seguimos confiando en nuestro Creador y Alfarero.

Qué bueno meditar la obra de Dios que resalta Isaías y pedirle con humildad de corazón su perdón, e incluso su presencia continua entre nosotros:

«Ojalá rasgases el cielo y descendieras»

Su presencia renovaría todo, permitiría a Dios gobernar y nosotros seguir invocando el nombre del Señor.

En Adviento, muchas veces, repetiremos peticiones de estas para que el Redentor venga a la tierra reseca.

  • Salmo 79

Pedimos con el salmista poder vivir de nuevo la obediencia a nuestro Buen Pastor:

«Oh Dios, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve».

Que Dios nos cuide como a su viña predilecta.

Con el salmo hacemos un firme propósito: «No nos alejaremos de ti; danos vida para que invoquemos tu nombre».

Confiando y pidiendo siempre su fortaleza: «Que tu mano proteja a tu escogido al que tú fortaleciste»

  • San Pablo

Comienza con un bello saludo que la liturgia hace suyo y que podemos emplear para saludarnos entre nosotros:

«La gracia y la paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo sea con vosotros».

Jesús es fiel. Por eso lo esperamos con la seguridad que merece su palabra. Este es el motivo profundo de nuestro Adviento:

«Vosotros aguardáis la manifestación de nuestro Señor Jesucristo». Con Él nos debemos sentir seguros en el comienzo de este nuevo Adviento.

Seguros de que «Él os mantendrá firmes hasta el final para que no tengan de que acusaros en el día de Jesucristo, nuestro Señor».

Palabras de gran esperanza para mirar con serenidad y paz el futuro confiando en que «Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo Jesucristo, Señor nuestro. ¡Él es fiel!».

  • Verso aleluyático

Tiempo de Adviento, tiempo de esperanza. Esta esperanza se fundamenta no en nosotros, sino en la misericordia de Dios:

«Muéstranos, Señor, tu misericordia y danos tu salvación».

  •  Evangelio

San Marcos, nuestro compañero en el ciclo B, nos invita hoy a vivir el ambiente de vigilia y de espera que Jesús nos repite una vez más en Adviento:

«Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: velad».

Una vez más, uniendo el fin del año con el principio del siguiente, Jesús nos repite:

«Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa… No sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos».

Entendamos que estas palabras de Jesús son una invitación para que cada uno de nosotros viva en Adviento y en esperanza.

 

+ José Ignacio Alemany Grau, obispo