30 de julio de 2022

QUE TU HORIZONTE NO QUEDE EN ESTA TIERRA

La liturgia de hoy nos invita a vivir en este mundo buscando superarnos siempre dentro de las normas de la moralidad, de tal manera que, nuestras aspiraciones por lo material no sean definitivas sino temporales, porque nuestro corazón tiene su aspiración más allá de las estrellas.

  •   Eclesiastés

Aunque parece muy humano es muy realista la frase que nos repite hoy este libro que, según el comienzo del mismo, pertenece a Salomón, hijo de David, rey de Jerusalén, aunque algunos biblistas dudan de su autoría. El Qohelet nos dice esta frase digna de meditación:

«Vanidad de vanidades y todo es vanidad».

A partir de este párrafo nos irá presentando lo absurdo que son las cosas materiales de las que nos tenemos que desprender necesariamente en favor de otras personas que muchas veces no son ni conocidas ni familiares.

Aunque un tanto pesimista la conclusión, si prescindimos de la fe, es cierta:

«Hay quien trabaja con sabiduría, ciencia y acierto y tiene que dejarle su porción a uno que no ha trabajado… También eso es vanidad».

  • Salmo 89

Nos invita a buscar en el Señor nuestro refugio y a pedirle que nos enseñe «a calcular nuestros años para que adquiramos un corazón sensato».

Terminemos pidiendo al Señor con el salmista:

«Por la mañana sácianos de tu misericordia y toda nuestra vida será alegría y júbilo».

  • San Pablo

Si el Eclesiastés nos dejó en un ambiente de reflexión puramente humana para ver la limitación de nuestras posesiones, San Pablo invita a los colosenses a pensar en la resurrección de Jesucristo, que también es nuestra:

«Buscad los bienes de allá arriba donde está Cristo sentado a la derecha de Dios».

Por este motivo nos invita a suspirar de verdad no por los bienes de la tierra que pasan sino por los de arriba que, como decía Jesús, permanecen siempre.

El motivo de esta confianza en la felicidad del más allá está en que nosotros hemos muerto con Cristo y resucitado con Él en esperanza. Esa vida nuestra con Jesús está escondida en Dios.

Por eso, cuando Jesús sea glorificado seremos también glorificados con Él.

La conclusión que saca San Pablo es que nos despojemos del «hombre viejo con sus obras» y que nos revistamos del hombre bueno «que se va renovando como imagen de su Creador hasta llegar a conocerlo».

Sobre este descubrir y vivir como el hombre nuevo dice San Pablo que todos tenemos los mismos derechos porque «Cristo es la síntesis de todo y está en todos».

  •  Verso aleluyático

Nos recuerda la primera bienaventuranza de Jesús propuesta por San Mateo:

«Dichosos los pobres en el espíritu porque de ellos es el reino de los cielos».

De esta manera la liturgia nos hace una invitación al desprendimiento de las cosas materiales de las que nos hablan las lecturas de hoy.

  •   Evangelio

Aprovechando que un desconocido le pide a Jesús que diga a su hermano que reparta con él la herencia, el Señor habla del desprendimiento de toda clase de codicia y nos da este consejo muy interesante:

«Aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes».

Y les propone a continuación la parábola del hombre rico que tiene una gran cosecha y piensa:

«¿Qué haré? No tengo dónde almacenar la cosecha».

Entonces hace grandes planes para almacenar el grano. Imaginaba una vida feliz diciéndose a sí mismo:

«Tienes bienes acumulados para muchos años. Túmbate, come, bebe y date buena vida.

Pero Dios le dijo: necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?»

Saquemos la conclusión que nos da Jesús después de esta parábola:

«Así será el que amasa riquezas para sí y no es rico ante Dios».

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

23 de julio de 2022

LOS PEDIGÜEÑOS LO CONSIGUEN

La verdad es que tenemos necesidad de muchas cosas, porque nacimos sociables. Algunas las hacemos y podemos por nosotros mismos. Otras, necesitamos que nos ayuden como aprendimos desde que pedimos la leche a nuestra madre.

Hoy Jesús nos invita a pedir a nuestro Padre Dios.

  • Génesis

Después de la aparición de Dios a Abraham bajo la encina de Mambré, y haberle hecho la promesa de que pronto tendría un hijo, el mismo Señor le hace una confidencia. Como hablando consigo mismo, dice el Señor:

«¿Puedo ocultarle a Abraham lo que voy a hacer? Abraham se convertirá en un pueblo grande y numeroso y en él se bendecirán todos los pueblos de la tierra».

Es interesante ver cómo Abraham se pone a dar «consejitos» a Dios y cómo Dios le gana en generosidad. El Señor le descubre cómo va a destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra porque comenten muchísimos pecados.

En una escena totalmente antropomórfica: «Los hombres se volvieron y dirigieron a Sodoma, mientras el Señor seguía en compañía de Abraham». Ahí empieza el diálogo:

«¿Vas a destruir al inocente con el culpable?». Es Abraham, que en realidad está pensando en su sobrino, el bueno de Lot, que es un hombre justo.

Dios le advierte que si encuentra cincuenta justos no la castigará.

Abraham empieza a regatear, hasta que le pregunta que si encontrara a diez justos los perdonaría.

El Señor vuelve a contestar: «En atención a los diez no la destruiré».

Abraham no se atrevió a seguir pidiendo, pero Dios mandó salir a Lot y su familia antes de realizar el castigo.

  • Salmo 67

Es un himno de alabanza y acción de gracias a Dios por su misericordia:

«Te doy gracias, Señor, de todo corazón (…) Por tu misericordia y tu lealtad. Cuando te invoqué me escuchaste. Acreciste el valor en mi alma».

  • San Pablo

Nos invita a renovar nuestra fe en el poder de Dios que resucitó a Jesús y, como fruto de su sacrificio, nosotros hemos muerto al pecado y resucitado a una vida nueva en el bautismo.

Cuántas veces, a lo largo de la vida, debemos agradecer e incluso celebrar el regalo del bautismo, día en que Dios nos perdonó todos los pecados que había en nosotros.

  • Verso aleluyático

Agradezcamos siempre al Espíritu Santo por habernos hecho hijos adoptivos de Dios lo cual nos hace decir gozosamente: Dios es nuestro Padre.

Repitamos con frecuencia y con mucho amor esa palabra tan dulce: «¡Abbá, Padre!»

  • Evangelio

El ejemplo de la oración que hacía Jesús, hizo que los discípulos le pidieran:

«Señor, enséñanos a orar como Juan enseñó a sus discípulos».

Aunque la oración del padrenuestro en Lucas recoge cinco de las siete peticiones de Mateo, en el fondo es lo mismo: la petición de un hijo que habla y pide a su padre, con toda confianza, lo que necesita para vivir.

Interesante resulta a continuación que Jesús pida «constancia en la oración».

Lo hace, primero, con la parábola del amigo que a medianoche pide pan al panadero que está durmiendo con los suyos. Advierte Jesús que si el necesitado insiste se levantará el panadero y le dará lo que necesita, si no por amistad, para que le deje dormir en paz.

En segundo lugar, continúa el Señor: «Pedid y se os dará, buscad y hallaréis, llamad y se os abrirá. Porque quien pide recibe, quien busca halla y al que llama se le abre».

Termina con una simpática comparación, después advertir cómo los padres en la tierra dan lo que piden a sus hijos, dice:

«Si vosotros que sois malos sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a lo que se lo piden».

¡Atención, amigos!

Jesús nos dice, con toda claridad, que pidamos el Espíritu Santo en nuestra oración.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

16 de julio de 2022

GLORIFIQUEMOS A DIOS

 Este domingo nos presenta la liturgia hermosos rasgos de generosidad de los protagonistas, pero siempre descubrimos que Dios nos gana a todos.

  •   Génesis

Es famosa la encina de Mambré, junto a la cual Abraham colocó su tienda de campaña y a ella se dirigió el Señor, cierto día, para hablarle cuando estaba sentado en la entrada de su tienda.

El patriarca se postra en tierra, en adoración, y de inmediato manifestó su gran hospitalidad y la felicidad que sentía ante la visita del Señor que había llegado en la apariencia de tres hombres.

Sabemos que en esto los Santos Padres ven una especie de imagen de la Santísima Trinidad. Son tres hombres y solo uno de ellos habla.

Abraham les ofrece lo mejor que tiene y, mientras comen, él está de pie bajo la encina. Al terminar, Dios cumple la promesa, tantas veces repetida y esperada con ansiedad: «Cuando vuelva a ti dentro del tiempo de costumbre, Sara habrá tenido un hijo».

Por fin, después de veinticinco años, Abraham reconoce que Dios es fiel y le va a regalar el heredero, que viene de una forma especial, cuando los dos son muy ancianos y Sara estéril.

Una vez más vemos que para Dios nada es imposible.

  • Salmo 14

Presenta al hombre que puede llamarse «justo» y que se distingue por estos detalles:

«El que procede honradamente y practica la justicia. El que no calumnia con su lengua ni hace mal a su prójimo, ni difama al vecino. El que honra a los que temen al Señor (…). El que obra así, nunca fallará».

  • San Pablo

El apóstol se alegra de sufrir por los colosenses porque así «completo en mi carne los dolores de Cristo sufriendo por su cuerpo que es la Iglesia».

Esto no quiere decir que la ofrenda de Jesús estuvo incompleta, sino que Pablo se ofrece por la Iglesia que Dios le ha confiado a él «dándole el encargo de anunciar a todos, el mensaje completo que Dios ha tenido escondido desde siglos y generaciones y ahora ha revelado»: que la salvación no era solamente para el pueblo de Israel sino para todos los hombres.

Doble enseñanza para nosotros: llevar el Evangelio a todos los hombres como pidió Jesús y ofrecer todos los sufrimientos, pequeños o grandes, por la salvación de la humanidad.

  • Verso aleluyático

Nos invita a guardar la Palabra de Dios y cumplirla hasta dar fruto abundante:

«Dichosos los que con un corazón noble y generoso guardan la Palabra de Dios y dan fruto perseverando».

  •  Evangelio

Nos relata que Jesús llegó a Betania y una mujer llamada Marta lo recibió en su casa, donde ella vivía con sus hermanos María y Lázaro.

La escena es interesante:

Marta, como responsable de todo, se desvive por preparar la comida para Jesús que ha llegado de visita con sus apóstoles. Mientras tanto, su hermana María, está a los pies de Jesús, escuchando la palabra del Señor.

Llega un momento en que Marta se siente tensa y le pide a Jesús: «¿Señor, no te importa que mi hermana me haya dejado sola con el servicio? Dile que me eche una mano».

En la interpretación de este hecho y sobre todo en la conclusión que saca Jesús: «María ha escogida la mejor parte y no se la quitarán», ven muchas personas la doble actitud de la vida espiritual: la contemplación y la acción.

¿Cuál de las dos es más importante?

Yo pienso que, como las dos cosas son necesarias en la Iglesia de Jesús, el que viva con más responsabilidad y generosidad será el más importante para Dios.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

9 de julio de 2022

HAZ TÚ LO MISMO

Hay muchos que pasan de largo ante los dolores del prójimo. Hablan mucho del pobre y del indigente, pero no hacen nada.

Tú, admira el modelo que ha propuesto Jesús en el Evangelio de hoy, y «Haz tú lo mismo».

  • Deuteronomio

La Sagrada Escritura en el libro del Deuteronomio nos advierte cuál es la voluntad de nuestro Creador. La llevamos en el corazón y a flor de labios. No hay que subir al cielo para preguntar o surcar los océanos inmensos para enterarnos…

«El mandamiento está cerca de ti. En tu corazón y en tu boca. Cúmplelo».

Lo que tenemos que hacer, por tanto, es cumplir lo que esta luz impresa por Dios en lo más íntimo de la conciencia nos pide.

Escúchalo, porque esa es la voz del Señor y sé consecuente con su Palabra.

Esto mismo es lo que nos pide la Escritura cuando nos dice:

«Conviértete al Señor, tu Dios, con todo el corazón y con toda el alma».

  • Salmo 18

Son elogios del salmista, enamorado de la Ley del Señor, que proclama valientemente y que será bueno que meditemos de vez en cuando, porque «la Ley del Señor es perfecta y descanso del alma».

Sigue admirando los distintos versículos y piensa con cariño que lo que el Señor manda es para felicidad y perfección de cada uno de sus hijos:

«Los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón (…) La voluntad del Señor es pura y eternamente estable. Más preciosa que el oro».

+ San Pablo

Hoy la liturgia nos presenta el himno que escribió San Pablo sobre Jesucristo en la Carta a los Colosenses. Un párrafo hermoso que no acabaríamos nunca de meditar, en el que afirma:

«Cristo es imagen de Dios invisible», es decir, que al Dios invisible y eterno lo vemos y lo «gozamos» en Cristo Jesús.

Todo lo que hay en el cielo y en la tierra ha sido creado por medio del Verbo, como dirá San Juan:

«Todo fue creador por Él y para Él».

Jesucristo es, antes que todo, en la eternidad.

Además, es la cabeza de la Iglesia que Él fundó y de la que nunca se ha desprendido.

Finalmente, Jesucristo es el vínculo de unidad entre todo lo que existe. Solo hay unidad verdadera cuando se realiza en Cristo.

  • Verso aleluyático

El verso aleluyático nos recuerda una vez más la importancia del Evangelio y de Jesús que es Palabra de Dios.

Glorifiquemos nosotros también al Señor repitiendo: «Tus Palabras, Señor, son espíritu y vida. Tú tienes palabras de vida eterna.

  • Evangelio

El cumplimiento de la ley se reduce a vivir la caridad. Primero, con Dios: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser».

El segundo mandamiento que Jesús clarificará en la última cena, dice así: «Amarás al prójimo como a ti mismo».

El Maestro de la ley que había preguntado, para que no acabara tan pronto la conversación, preguntó: «¿Y quién es mi prójimo?».

La respuesta de Jesús es una parábola muy conocida: un hombre asaltado por los ladrones. Un sacerdote y un levita que dan una vuelta como para no verlo, y un extranjero, un samaritano, que «lo vio, le dio lástima, se le acercó, le vendó las heridas echándoles aceite y vino, y montándolo en su propia cabalgadura lo llevó a la posada y lo cuidó».

Luego pagó todos los gastos.

La pregunta de Jesús es: «¿Cuál de los tres te parece que se portó como prójimo?».

El Maestro de la ley contestó: «El que practicó la misericordia con él».

Jesús concluye con lo que ha sido nuestro título y debemos tener siempre presente: el prójimo es el que está más cerca y nos necesita.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo

2 de julio de 2022

EVANGELIZANDO POR EL CAMINO

Caminamos por el tiempo ordinario… Podríamos decir que la liturgia de hoy nos habla de la esperanza gozosa que le aguarda al evangelizar.

Procuremos que, a lo largo de toda nuestra vida, como Pablo, evangelicemos a «tiempo y a destiempo».

  •   Isaías

El pequeño resto de Israel que regresó de Babilonia con el recuerdo de la grandeza de los tiempos pasados, por el número de habitantes, el esplendor del templo y tantas cosas que recordaban los mayores, tenía mucha nostalgia de su pasado.

El profeta Isaías, al fin de su libro, les promete tiempos de esplendor y de grandeza. Por ejemplo, hoy les habla de la Jerusalén futura de esta manera:

«Festejad a Jerusalén, gozad con ella todos los que la amáis, alegraos de su alegría los que por ella llevasteis luto».

Esta Jerusalén se presenta como una verdadera madre que multiplica los hijos con una maternidad fecunda y amorosa. Añade, el profeta, algunos detalles del amor de Dios sobre Jerusalén:

«Como un niño a quien su madre consuela así os consolaré yo y en Jerusalén seréis consolados».

La esperanza de Isaías culmina con estas palabras:

«Al verlo se alegrará vuestro corazón y vuestros huesos florecerán como un prado. La mano del Señor se manifestará a sus siervos».

  •  Salmo 66

Nos invita a aclamar al Señor: «Aclamad al Señor tierra entera, tocad en honor de su nombre, cantad himnos a su gloria… que se postre ante ti la tierra entera».

A continuación, el salmista alaba la obra de la creación:

«Transformó el mar en tierra firme… Alegrémonos con Dios, que con su poder gobierna eternamente».

Y termina con estas palabras: «Venid a escuchar: os contaré lo que ha hecho conmigo el Señor».

Tú, hermano, no dejes de contar las obras que en ti ha hecho el Señor a lo largo de tu vida para ser testigo del Evangelio que anuncias.

  • San Pablo

Nos habla de que solo puede «gloriarse en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, en la cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo».

No se trata de nada negativo, sino que es una nueva forma de vivir, alumbrando una criatura nueva en nosotros mismos y en los demás.

Desea la paz sobre todos los que han aceptado el Evangelio y Pablo, que nunca ha olvidado su pueblo Israel, pide esa misericordia y paz de Dios también para los israelitas.

Pablo sabe bien que él, con su vida, está viviendo como enseñó Jesús, hasta poder decir que se ha configurado con Cristo.

El apóstol termina hoy con un saludo que para nosotros es litúrgico:

«La gracia de nuestro Señor Jesucristo esté con vuestro espíritu, hermanos».

  • Verso aleluyático

La liturgia nos presenta este hermoso deseo de San Pablo que nos dice:

«La paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro corazón. La Palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza».

Dos palabras muy importantes en toda nuestra vida. Que ambas palabras nos ayuden a penetrar cada vez más en el misterio de la evangelización del que nos hablará el evangelio.

  • Evangelio

Jesús envía hoy a sus discípulos de dos en dos, número que los exegetas explican que, después de haber enviado a los doce apóstoles, envía a todos a evangelizar.

El motivo es claro: «La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad al dueño de la mies que envíe obreros a su mies».

Aprendamos la importancia que tiene evangelizar y los detalles que pone Jesús en este párrafo evangélico:

+ «Ir de dos en dos», para dar más crédito a las enseñanzas.

+ «Saludad deseando la paz».

+ Ir con un desprendimiento grande de cosas materiales.

+ Entrar y vivir con las familias que los acogen.

+ Curar a los enfermos que tengan y «proclamad que el reino de Dios está cerca de vosotros».

Los evangelizadores vuelven con gran alegría y así lo manifiestan a Jesús, pero Él les advierte: «No estéis alegres porque se les someten los espíritus. Estad alegres porque vuestros nombres están inscritos en el cielo».

Tengamos presente, amigos, nuestra obligación de evangelizar por el hecho de haber sido consagrados como hijos adoptivos de Dios en el bautismo.

 

José Ignacio Alemany Grau, obispo