Muchos católicos piensan poco en el primer mandamiento que, entre otras cosas por ser el primero, tiene la máxima importancia. Recordémoslo:
«Yo soy el Señor, tu Dios… No
tendrás otros dioses frente a mí».
En este domingo recordémoslo con la sencillez de los diez mandamientos que aprendimos en la Iglesia: «Amar a Dios sobre todas las cosas».
- Libro de los Números
Nos
cuenta que un día bajó Dios a hablar con Moisés y «apartando algo del espíritu que poseía se lo pasó a los setenta
ancianos».
Al
momento de recibirlo, los ancianos se pusieron a profetizar, pero faltaron dos
del grupo. Sin embargo, el espíritu se posó sobre ellos también y comenzaron a
profetizar.
Josué,
que entonces era un joven ayudante de Moisés, se lo contó y le pidió «Señor mío, Moisés, prohíbeselo».
La
respuesta inmediata del humilde caudillo fue:
«¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá
todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el espíritu del Señor!».
Moisés
afirma que no está celoso. Sin embargo Dios nos advierte que Dios es un Dios
celoso «porque tu Dios es fuego devorador,
un Dios celoso» (Dt 4,24) y leemos también en Ex 20,5: «No te postrarás ante ellos ni les darás culto porque yo, tu Dios, soy
un Dios celoso».
¿Qué
celos tiene nuestro Dios?
Son los celos santos que no aceptan que lo que solo se debe a Él, se dé a otros seres, como es el hecho de adorar a los ídolos: solo Dios merece la adoración.
- Salmo 18
Dos
frutos que da el hecho de cumplir la Ley del Señor:
«Los mandatos del Señor son
rectos y alegran el corazón».
Cuando los fieles cumplen la ley del Señor siempre se suscita en ellos la verdadera alegría y el descanso para el alma, porque «La ley del Señor es perfecta y es descanso del alma».
- Santiago
Continuamos
con la carta del apóstol Santiago.
Habla
a los ricos y les pide que lloren y se lamenten por las desgracias que han
venido sobre ellos:
Según
él su riqueza está corrompida: «Habéis
acumulado riquezas precisamente ahora en el tiempo final».
El
fruto de la corrupción al adquirir sus riquezas y las injusticias cometidas ha
llegado hasta el oído del Señor.
Y
termina con estas durísimas palabras:
«Habéis vivido en este mundo
con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza…».
Las riquezas bien adquiridas y bien administradas glorifican a Dios y es bueno conseguirlas, pero adquirirlas mal se vuelve contra el que las consigue.
- Verso aleluyático
Recordando
uno de los momentos de la última cena, nos dice:
«Tu palabra es la verdad. Conságranos en la verdad», que es uno de los pedidos de Jesús al Padre.
- Evangelio
Un
buen día regresan los apóstoles de evangelizar y Juan, no olvidemos que Jesús
lo llamó a él y a su hermano «hijos del
trueno», imitando al joven Josué, también él, el más joven de los
apóstoles, le dijo:
«Maestro, hemos visto uno que
echaba demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido porque no es de los
nuestros».
Jesús,
imitando a Moisés, les dijo a todos:
«No se lo impidáis porque uno
que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí».
Después
San Marcos continúa recopilando algunas palabras que Jesús dijo, sin duda en
otro momento:
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«El que dé a beber un vaso de agua porque
seguís al Mesías, os aseguro que no quedará sin recompensa».
Muy
importante es hacer la caridad pero, para que no quede en filantropía sino como
fruto de la fe, debe hacerse en nombre de Jesús.
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Después les habló del escándalo con palabras muy fuertes:
«El que escandalice a uno de
estos pequeñuelos que creen, más le valiera que le encajasen en el cuello una
piedra de molino y lo echasen al mar».
Finalmente,
con distintas comparaciones, advierte que si algo nos sirve de tropiezo
haciéndonos pecar, lo evitemos aunque sea muy doloroso, con tal de conseguir
entrar en el reino de los cielos.
José Ignacio Alemany Grau, obispo