29 de febrero de 2020

LAS TENTACIONES DE JESÚS




En este primer domingo de cuaresma les invito a leer las tentaciones de Jesús que nos cuenta San Mateo para que puedan aprovechar mejor esta breve reflexión.
  • Génesis
Ahora algunos, en su orgullo, no quieren que se lea la Biblia. Temen que la Palabra de Dios los descubra. Lo mismo les sucedió a Adán y Eva.
Ellos, cabeza de la humanidad, quisieron ser como Dios.
El Génesis nos habla de ese pecado de orgullo que cometieron nuestros progenitores.
La manzana fue una bella comparación para que entendamos el pecado que hay al fondo de todo:
“¡Serán como dioses!”
Es la propuesta de satán, el padre de la mentira, como lo definió Jesús.
¡Los padres engañados desobedecieron a Dios pretendiendo ser como Él!
Y como Dios es Dios y no miente, cumplió su palabra.
Del pecado de orgullo brotó la conciencia del mal y se sintieron desnudos y sin fuerzas para salir a pasear con Dios por el Edén, como era su costumbre cada tarde.
Así Adán y Eva acabaron con el paraíso y nos llevaron al destierro con ellos.
Ahora vemos frecuentemente cómo se repite el mismo pecado y el hombre pretende ser como Dios, a pesar de no ser más que una pobre criatura limitada.
  • Salmo 50
Si el Señor nos permite conocer la gravedad del pecado nos daremos cuenta de que solo el ofendido nos podrá perdonar y entonaremos, con el real profeta David, el Miserere:
“Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa… Contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces”.
  • Pablo
A veces nos armamos un lío pensando:
¿Cómo va a ser posible que por un hombre y una mujer todos vengamos al mundo heredando una culpa que no hemos cometido?
¿Qué culpa tenemos?
Con estos interrogantes en la mente no acabamos de entender tampoco por qué la muerte y resurrección de Jesús nos va a salvar a todos.
Es esto lo que aclara San Pablo hoy:
Los primeros padres eran humanos pero eran también responsables de todos los seres humanos. Eran solo criaturas que se atrevieron a enfrentarse con Dios y lo ofendieron.
¡Aquello fue terrible: un pecado horroroso!
“Llegada la plenitud de los tiempos” Dios envió a su Hijo que era como otro cualquiera porque tiene verdadera humanidad pero era, al mismo tiempo, Dios como el Padre.
Jesús se sacrificó por todos y mientras padeció como hombre para liberarnos del pecado mereció infinitamente por ser Dios.
Así su sacrificio ofrecido por todos, con su valor infinito, nos salvó a todos:
“En resumen, si el delito de uno trajo la condena de todos, también la justicia de uno traerá la justicia y la vida”.
  • Verso aleluyático
Hace falta el pan porque somos materia, cuerpo humano.
Pero no dejemos de lado la Palabra de Dios porque tenemos que alimentar la otra parte de nuestro ser, el alma:
“No solo de pan vive el hombre sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios”.
  • Evangelio
La maldad del demonio no es infinita porque él es criatura limitada, pero su desfachatez y orgullo no tienen medida.
Lo vemos metido por todas partes, queriendo destruir la obra de Dios.
Así anda esta pobre sociedad ciega, porque satanás la deslumbra para hacerla caer.
El colmo, sin embargo, fue que, cuando Dios se encarnó, allá fue el mismísimo para tentarle.
Y lo más grave es que con la misma Escritura pretendió hacer caer al Señor.
Pero Jesús, que vino a enseñarnos, nos ayuda a comprender que con la Palabra de Dios no se puede jugar.
Tengamos presente que una mala interpretación hecha con maldad nos puede perder.
Es preciso conocer bien la Palabra, aprender también lo que nos dice el Magisterio eclesiástico que Dios regaló a su Iglesia para que no se tuerza en el camino y caminar felices porque Dios camina con nosotros.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

23 de febrero de 2020

GUARDAR CON AMOR


A veces guardamos por amontonar. Otras por avaricia, en ocasiones nos mueve el qué dirán o para quedar bien.
Hoy se nos pide guardar por amor.

  • Levítico
Pide Dios a Moisés algo que suena a imposible:
“Di a los hijos de Israel: seréis santos porque yo el Señor, vuestro Dios, soy santo”.
Podríamos decir que con este precepto ya nos basta.
Si lo tomáramos en serio cumpliríamos todo el plan de Dios.
Estos dos versículos del Levítico traen a continuación prácticamente la lista del Decálogo y se completa con los dos últimos versículos que leemos:
“No odiarás de corazón… sino que lo corregirás para que no cargues sobre ti su pecado”.
Importante.
Hay que tener en cuenta que quien no corrige, cuando debe hacerlo, carga con el pecado del prójimo.
El Señor termina hoy pidiéndonos lo que nos recordará Jesús en el evangelio:
“Amarás al prójimo como a ti mismo”.
Así no más ya es difícil cumplir.
Sin embargo, Jesús en la última cena pedirá más todavía buscando la perfección de sus hijos.

  • Salmo 102
Nos habla de la misericordia:
“El Señor es compasivo y misericordioso”.
Lo sabemos bien:
“No nos trata como merecen nuestros pecados ni nos paga según nuestras culpas”.
Muy al contrario:
“Como un padre siente ternura por sus hijos, siente el Señor ternura por sus fieles”.
Por tanto amor de Dios, repitamos felices:
“Bendice, alma mía, al Señor, y todo mi ser su santo nombre alabe”.

  • Pablo
San Pablo nos hace ver la importancia de cada uno de nosotros.
No se trata solo de que yo sea templo de Dios y que el Espíritu Santo habite en mí.
Es más importante y profundo:
Tus familiares y amigos, y también tus enemigos, son templo de Dios y el Espíritu santo habita, o puede habitar en ellos, lo mismo que en ti.
Esa sabiduría la da el Espíritu Santo. Lo importante es ser consecuente y pedirle al Espíritu de Jesús que nos ayude a descubrir la presencia de Dios en cada uno o por lo
menos actuar como quien sabe que el otro es un templo de Dios, o puede serlo, y yo lo debo respetar… como también hacerme respetar a mí mismo.

  • Verso aleluyático
Guardar, y no cumplir por cumplir, la Palabra de Dios, es la prueba de que el amor de Dios está en nosotros:
“Quien guarda la Palabra de Cristo ciertamente el amor de Dios ha llegado en Él a su plenitud”.
No olvidemos que guardar no es almacenar:
Se guarda lo que se quiere de verdad.
Lo demás se olvida o se bota.

  • Evangelio
El evangelio de San Mateo nos lleva hoy a la perfección del amor, es decir, amar como ama el Padre celestial, que es lo que se nos pedía al comienzo de esta reflexión:
“Sean santos porque yo el Señor soy santo”.
La verdad es que parece que se nos pide algo imposible al pretender que la criatura ame como ama su Creador.
Pero es muy importante que tengamos en cuenta la explicación que nos da Jesús:
“Amad a vuestros enemigos y rezad por los que os persiguen. Así seréis hijos de vuestro Padre que está en el cielo, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y manda la lluvia a justos y pecadores”.
Si lo hacemos así, entenderemos el pedido de Jesús:
“Por tanto, sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto”.
Se trata, por consiguiente, de imitar a Dios en el amor.


José Ignacio Alemany Grau, obispo

15 de febrero de 2020

SÍ O NO, COMO CRISTO NOS ENSEÑA



SÍ O NO, COMO CRISTO NOS ENSEÑA

Ante todo, la liturgia de hoy deja claro que Dios nos ha hecho libres y respeta nuestra libertad. Por tanto el cumplir o no sus mandamientos depende de nosotros.
  • Eclesiástico
“Si quieres guardarás los mandatos del Señor, porque es prudencia cumplir su voluntad”.
Es prudente cumplir la voluntad de Dios y en ti está la vida o la muerte según escojas el bien o el mal.
Nunca podremos echar a Dios la culpa de nuestro mal proceder. La libertad es una de las cosas más grandes que el Creador dio a sus criaturas humanas. Por eso cuando los hombres impiden a sus hermanos actuar con libertad, están ofendiendo lo más querido que tenemos.

Salmo 118
Caminar en la voluntad de Dios hace feliz al ser humano:
“Dichoso el que camina en la voluntad del Señor”.
Esta bienaventuranza es como una bendición que promete el salmista:
“Dichoso el que con vida intachable camina en la voluntad del Señor. Dichoso el que guardando sus preceptos lo busca de todo corazón”.
Por eso será bueno que también con el salmista pidamos:
“Muéstrame Señor el camino de tus leyes y lo seguiré puntualmente. Enséñame a cumplir tu voluntad y guardarla de todo corazón”.
  • San Pablo
El Espíritu Santo es el único que conoce la intimidad de Dios porque es su Espíritu. Algo así como mi espíritu humano es el único que puede conocerme a mí mismo y penetrar mi interior.
El Espíritu Santo nos enseña una sabiduría que no conocen ni las autoridades ni la ciencia puramente humana:
“Hablamos entre los perfectos, una sabiduría que no es de este mundo… sino que enseñamos una sabiduría divina, misteriosa, escondida, predestinada por Dios antes de los siglos de nuestra gloria”.
El cristiano que tiene intimidad con el Espíritu de Dios, es el que puede penetrar esa verdadera sabiduría.
  • Verso aleluyático
Los secretos del Reino los conoce únicamente la gente sencilla y sin prejuicios que es iluminada por el Señor. Por eso Jesús glorifica al Padre:
“Bendito seas Padre, Señor de cielo y tierra, porque has revelado los secretos del Reino a la gente sencilla”.
  • Evangelio
Jesús ha subido a una colina próxima a Cafarnaúm y sentado, como un nuevo Moisés, empieza a presentar la ley del Nuevo Testamento.
Ante todo advierte que no viene a quitar fuerza al decálogo, sino más bien a profundizar, desde el amor de Dios, que se ha revelado en Jesús la ley de salvación.
De esta manera el precepto antiguo no queda simplemente como una ley externa sino que es algo más profundo que procede de la caridad de Dios, que ha sido derramada en nuestros corazones por el Espíritu Santo, en el bautismo.
Hoy el Evangelio, según el párrafo que presenta la liturgia como “abreviado” nos habla de “no matarás… no cometerás adulterio y no jurarás en falso”.
Veamos la breve explicación que nos da Jesús:
+ “No matarás”. Esto queda claro. Pero no basta entenderlo como quitar la vida del cuerpo, sino que el que quita el amor al hermano le está quitando lo mejor que tiene la vida: amar y ser amado.
+ En cuanto al adulterio, no se trata únicamente de pecar con otra mujer sino que quien “la desea en su corazón” ya adulteró porque se pone en peligro y tras el deseo puede venir la acción pecaminosa.
+ En cuanto a jurar en falso, explica Jesús que no conviene jurar de ninguna forma. Más bien nos enseña, como aprendimos en el catecismo cuando éramos pequeños: “decir sí o no como Cristo nos enseña”.
Al jurar tenemos el peligro de poner a Dios como testigo de cosas falsas o utilizar con frivolidad el santo nombre de Dios.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

8 de febrero de 2020

DÓNDE ESCONDES TU LUZ
La verdad es que no solo tenemos luz sino que además somos luz, una luz importante que recibimos en el bautismo. Pero esa luz no es tuya. Mejor dicho, sí es tuya pero también es de todos porque Jesús nos mandó que la pasemos a todos los hombres para hacerlos discípulos suyos.  Es, pues, importante que:
+ Tomemos conciencia de que somos luz. 
+ Que esa luz viene del Padre por medio de Jesucristo. 
+ Que esa luz nos la dio para comunicarla. 
Las lecturas de hoy nos explican un poco cómo debemos actuar con la luz. 
  • Isaías 
El profeta enseña: “Entonces romperá tu luz como la aurora”. 
Qué bella comparación, el reventar de la luz que termina con la noche. 
¿Y cuándo sucederá eso? 
"Cuando destierres de ti la opresión… Cuando partas el pan con el hambriento y sacies el estómago del indigente… Entonces brillará tu luz en las tinieblas; tu oscuridad se volverá mediodía”. Entonces, además, podrás saber que el Señor te dice: “Aquí estoy”. 
Servir al prójimo es estar seguro de la presencia de Dios. 
  • Salmo 111 
Dice también que el justo “brillará en las tinieblas como una luz”. 
¿Y cuándo sucederá esto? 
Cuando el justo: “Reparte limosna a los pobres; su caridad es constante, sin falta, y alzará la frente con dignidad”. 
  • San Pablo 
Nos habla de cómo él, el apóstol de Jesucristo, no vino a evangelizar con “sublime elocuencia o sabiduría” sino presentando a Jesucristo y éste crucificado con toda simplicidad. 
Esto le causaba temor, pero su seguridad consistía en la manifestación y el poder del Espíritu Santo para enseñar a los evangelizados que no se apoyen en la sabiduría humana; es decir, en los motivos puramente mundanos, sino en el poder de Dios. 
  • Verso aleluyático 
Encierra la idea central de este domingo. 
Jesús es luz y nos la comunica sin medida: “Yo soy la luz del mundo. El que  me sigue tendrá la luz de la vida”. 
  • Evangelio 
Jesús compara a los suyos con la sal y con la luz en este párrafo evangélico. 
Ambas comparaciones son muy importantes para nuestra vida personal y para la Iglesia de Jesús. 
Respecto de la sal, sabemos que es un elemento muy importante en la vida del hombre. Pero lo era sobre todo en los tiempos primitivos en que la utilizaban fundamentalmente por su eficacia en preservar los alimentos de la corrupción.  
Por otra parte era un elemento sanador porque se echaba la sal en las heridas a fin de cauterizarlas y preservarlas de la infección. Esto podemos aplicarlo a la Iglesia que tiene el poder de perdonar sanando de las heridas del pecado. 
En este sentido Jesús quiere que su Iglesia esté en el mundo para evitar la corrupción de la humanidad con sus enseñanzas y con la vida de los suyos.  
Además Jesús advierte que si la Iglesia perdiera sus cualidades, asemejándose a la sal que se descompone, perdería su santidad y su razón de ser en este mundo. 
En cuanto a la luz es conveniente utilizarla para iluminar a todo el que se acerque y atraer a los que están lejos. 
Respecto a cómo debe ser esta iluminación es Jesús mismo quien nos explica: 
“Alumbre así vuestra luz a los hombres para que viendo vuestras buenas obras den gloria a vuestro Padre que está en el cielo”. 
Conviene advertir que no se trata de hacer las cosas bien, para que nos vean; sino para que haciendo bien las cosas, los hombres no nos glorifiquen a nosotros sino al Padre del cielo. 


José Ignacio Alemany Grau, obispo 

1 de febrero de 2020

LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR


LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR

La liturgia de hoy no celebra el domingo del tiempo ordinario, sino la festividad de la Presentación de Jesús, que por ser fiesta del Señor  y el domingo no privilegiado, lo permite.
De hecho, esta fiesta se suele celebrar frecuentemente con el título de “La Candelaria”, recordando la purificación de la Virgen y la Presentación de Jesús en el templo.
De distintas formas nos referimos a la Candelaria pero sobre todo imaginando una auténtica procesión en el templo de Jerusalén.
La Virgen ingresa con Jesús niño en los brazos, es decir, la Madre portando la Luz del mundo que, aunque chiquita, es la única que ha iluminado a todos con la gracia y santidad de Dios.
Es de advertir que en Israel no todos celebraban presentación del primogénito y la purificación de la madre en el templo, pero la ley lo permitía, y es lo que recoge San Lucas hoy para destacar el fiel cumplimiento de la ley que observaron José y María.
  • Malaquías
Habla del enviado del Señor que viene a purificar y a encaminar a los hombres hacia Dios. Así podríamos entender la comparación que hace entre el mensajero de Dios y el Creador, al compararlo con el servicio del fundidor de plata, oficio sacrificado que exige una atención muy fuerte para separar la plata y el oro de la ganga u otras impurezas que tienen adheridas.
Así podemos entender que actuará Jesucristo, el enviado del Padre, para purificarnos y presentarnos ante Él:
“Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata, como a plata o a oro refinará a los hijos de Leví, y presentarán al Señor la ofrenda como es debido”.
  •  Salmo 23
Es un himno de alabanza al Señor creador y rey victorioso que entra en su gloria y al que, según el salmista, debemos preparar una entrada gloriosa:
“Portones, alzad los dinteles, que se alcen las antiguas compuertas, va a entrar el rey de la gloria”, que es el Señor del universo.
  • Carta a los Hebreos
Nos habla de Jesucristo que se ha hecho familia de todos nosotros y que muriendo destruyó el poder del diablo que nos tenía esclavizados.
Nos advierte el escritor sagrado que Jesús tuvo que parecerse en todo a nosotros, que somos sus hermanos, para poder compadecerse de nosotros y, cumpliendo fielmente el plan de Dios, purificarnos del pecado.
En efecto, habiendo sufrido como hombre verdadero, nos puede ayudar ahora como Salvador:
“Por eso tenía que parecerse en todo a sus hermanos, para ser sumo sacerdote misericordioso y fiel en lo que se refiere a Dios y expiar el pecado”.
  • Verso aleluyático
San Mateo nos dice que: “Cristo tomó nuestras dolencias y cargó con nuestras enfermedades”.
Este es un gran motivo para cantar alabanzas al Señor, cosa que a veces olvidamos por ser excesivamente egoístas.
  •  Evangelio
San Lucas nos cuenta que José y María, como tantos padres de familia, llevaron a Jesús al templo para presentarlo al Señor.
Aquella fue una procesión muy especial a la que se unió un público muy singular:
Por una parte Simeón, un hombre santo, cargado de años que vivía mucho tiempo en el templo, esperando como un buen israelita ver “la salvación de Dios”.
Por eso, apenas descubrió al pequeño Jesús, lo tomó en sus brazos y entonó el cántico tan conocido que rezamos cada noche en “Completas”.
También se presentó otra anciana, Ana, que hablaba a todos de la salvación de Israel.
Quizá no hemos pensado muchas veces en la alegría especial que recibieron José y María al ver cómo Dios les confirmaba una vez más, como había hecho a través de los pastores y magos, que su niño no era un hombre cualquiera sino el enviado de Dios como Salvador de la humanidad.
San Lucas recalca en el evangelio que de esta manera  “los padres de Jesús” cumplieron con la ley de Moisés hasta los más pequeños detalles.
Para nosotros es una invitación a cumplir la ley del Señor que Jesucristo nos enseñará  más tarde.

José Ignacio Alemany Grau, obispo