6 de marzo de 2014

I Domingo de Cuaresma, Ciclo A

NO NOS DEJES CAER EN LA TENTACIÓN
“Dios no se revela mediante el poder y la riqueza del mundo, sino mediante la debilidad y la pobreza: “siendo rico se hizo pobre por nosotros…”. A imitación de nuestro Maestro los cristianos estamos llamados a mirar las miserias de los hermanos, a tocarlas, a hacernos cargo de ellas y realizar obras concretas a fin de aliviarlas…

En los pobres y en los últimos vemos el rostro de Cristo. Amando y ayudando a los pobres amamos y servimos a Cristo”.

Según la Tradición hay tres signos penitenciales que la Iglesia nos propone todos los años, de una manera especial, para el tiempo de cuaresma:

La oración, el ayuno y la limosna.

El Papa Francisco, en su mensaje cuaresmal, y precisamente con la cita que utilicé al principio de la reflexión, nos habla de la oración, el ayuno y la misericordia.

Esta tercera palabra le sirve al Papa para concretar los tipos de limosna que podemos hacer tanto material como espiritual. Les invito a tenerlo presente de una manera especial en estos días de penitencia, que eso es la cuaresma, para prepararnos a la gran fiesta pascual recordando la muerte y resurrección de Cristo.

Hoy la liturgia nos centra en este ambiente penitencial y en el prefacio propio del día nos advierte:

* “Jesús, al abstenerse durante cuarenta días de tomar alimento, inició la práctica de nuestra penitencia cuaresmal”.

* “Al rechazar las tentaciones del enemigo (como leeremos en el Evangelio) nos enseña a sofocar” las fuerzas de las pasiones que nos conducen al pecado.

* Y en tercer lugar nos advierte que con esta actitud de penitencia celebraremos con sinceridad el misterio de la Pascua de este año y así “podremos pasar un día a la Pascua que no se acaba”, participando de la resurrección de Cristo.

En la antífona de la comunión, después de haber participado del pan de la Eucaristía, la Iglesia nos cita unas palabras de Mateo, que a su vez pertenecen al Deuteronomio:

“No sólo de pan vive el hombre sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

Con esto nos quiere enseñar que si es necesario el pan de cada día tenemos que preocuparnos también del pan de nuestros hermanos, especialmente en tiempo de cuaresma. Pero tampoco debemos olvidar la necesidad de recibir el pan de la Eucaristía y leer la Palabra de Dios.

Ambas cosas nos las regala nuestro Padre celestial especialmente en la misa del domingo.

En la primera lectura se nos presentan las mentiras del diablo de ayer y de hoy:

En el paraíso pregunta astutamente y con una auténtica mentira “¿cómo es que os ha dicho Dios que no comáis de ningún árbol del jardín?”.

Con esto ya tiene preparado el terreno tras la respuesta de Eva, para añadir:

“No moriréis. Bien sabe Dios que cuando comáis de él se os abrirán los ojos y seréis como Dios en el conocimiento del bien y del mal”.

En estos días es lo mismo. Nos dicen que el hombre es el único dios. Que lo sabe y lo puede todo…

En estas afirmaciones que oímos aparece la misma mentira de satanás a Eva. 

Precisamente Jesús dirá de satanás: “cuando dice la mentira habla de lo suyo porque es mentiroso y padre de la mentira” (Jn 8,44).

En el salmo responsorial de este primer domingo de cuaresma se nos invita a reconocer nuestra miseria y pobreza, rezando el salmo 50 y repitiendo como estribillo: “misericordia, Señor: ¡hemos pecado!”.

San Pablo nos enseña cómo entró el pecado y cómo Cristo lo destruyó y concluye:

“Si por la desobediencia de uno (Adán), todos se convirtieron en pecadores, así por la obediencia de uno (Jesús) todos se convertirán en justos”.

Tengamos siempre en cuenta cuánto le debemos a Jesús y seamos agradecidos.

Al leer el Evangelio de las tentaciones les invito a fijarse en algunos detalles:

* El tentador emplea la Escritura, como hacen muchas personas hoy también, interpretándolas a su manera. Jesús contesta también con un texto bíblico pero utilizado correctamente.

* El diablo aprovecha para tentarlo, en un momento en que físicamente estaba débil por la penitencia.

* Busca ante todo fomentar la soberbia con engaños similares a los que utilizó con Adán y Eva en el paraíso.

* Vencida la tentación el Padre Dios le envía a los ángeles para que le sirvan.

Jesús, que no podía pecar, nos enseña cómo debemos nosotros superar las tentaciones.

Finalmente, recordemos que la tentación en sí, lejos de ser pecado, se puede convertir en crecimiento espiritual si sabemos vencerla.

Terminemos con estas palabras del Papa Francisco:

“Que este tiempo de cuaresma encuentre a toda la Iglesia dispuesta y solícita a la hora de testimoniar a cuantos viven en la miseria material, moral y espiritual, el mensaje evangélico que resume el anuncio del amor del Padre misericordioso listo para abrazar en Cristo a cada persona”.

No lo olvides: “el Padre misericordioso nos abraza siempre con los brazos de Cristo”.
José Ignacio Alemany Grau, obispo