La Iglesia celebra hoy la epifanía (manifestación de Dios) en el bautismo de Jesús.
El prefacio nos hace la presentación del misterio que celebramos:
“En el bautismo de Cristo en el Jordán has realizado signos prodigiosos, para manifestar el misterio del nuevo bautismo:
Hiciste descender tu voz desde el cielo para que el mundo creyese que tu Palabra habitaba entre nosotros; y por medio del Espíritu, manifestado en forma de paloma, ungiste a tu siervo Jesús, para que los hombres reconociesen en Él al Mesías, enviado a anunciar la salvación a los pobres”.
El profeta Isaías nos presenta a este Mesías, siervo del Señor:
“Mirad a mi siervo a quien sostengo; mi elegido, a quien prefiero. Sobre Él he puesto mi espíritu…”.
En esta lectura vemos a ese siervo, figura de Jesús, preferido de Dios, ante todo por ser Dios, y que con sus sufrimientos, salvará a su pueblo.
A su vez el apóstol Pedro, en la casa de Cornelio, nos hace hoy esta presentación de Jesús:
“Me refiero a Jesús de Nazaret, ungido por Dios con la fuerza del Espíritu Santo, que pasó haciendo el bien y curando a los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con Él”.
(Estas lecturas valen para los ciclos A, B y C. Además la liturgia da opción para leer otras que en el ciclo C serían: Is 40,1 y Tt 2,11ss)
El Evangelio habla hoy del Bautismo de Jesús.
Ante todo hay que aclarar que no se trata de que Jesús se acercara a Juan para que le quitara los pecados porque nunca los tuvo ni los pudo tener.
Algunos incluso llegan a sacar la conclusión de “Yo me bautizaré (o bautizaré a mis hijos) cuando tenga treinta años como Jesús”.
En nuestro ciclo C san Lucas, que es nuestro compañero del año nos advierte que Jesús tenía entonces “como unos treinta años”. Con esto nos indica que había alcanzado la edad en que, según la ley, estaba autorizado para actuar públicamente.
Es también Lucas quien nos advierte que el bautismo se realizó “mientras oraba Jesús”.
La oración es un tema favorito para nuestro compañero del ciclo C, que nos invitará frecuentemente a imitar a Jesús orante.
En el bautismo de Jesús encontramos tres puntos interesantes en los que vamos a seguir la explicación de nuestro Papa Benedicto XVI.
Sabemos que los pecadores se acercaban a Juan para pedir el bautismo, confesar sus pecados y purificarse de sus culpas. Pero, ¿qué hizo Jesús si Él no tenía pecado?
“Jesús había cargado con la culpa de toda la humanidad; entró con ella en el Jordán. Inicia su vida pública tomando el puesto de los pecadores. Es por así decirlo el verdadero Jonás que dijo a los marineros “tomadme y lanzarme al mar”… El bautismo de Jesús es la aceptación de la muerte por los pecados de la humanidad, y la voz del cielo (“Éste es mi Hijo amado”) es una referencia anticipada a la resurrección”.
El Papa nos explica también lo que significan las palabras de Juan “Éste es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
Esta frase hace referencia a muchos textos bíblicos, sobre todo al de Isaías que habla del siervo del Señor.
Nos advierte el Papa que, de todas maneras, “la palabra hebrea taljá significa tanto cordero, como mozo y siervo”.
Según esto, las palabras del Bautista señalando a Jesús, pueden referirse ante todo al siervo de Dios que con sus penitencias carga con los pecados del mundo.
Pero también se podría reconocer en ellas al verdadero cordero pascual que, con su expiación, borra los pecados del mundo.
Como nos podemos dar cuenta, con esa explicación se enriquece nuestra reflexión.
Finalmente, en la voz del Padre y la presencia del Espíritu en forma de paloma, el Papa ve “un preanuncio del misterio trinitario”.
El Padre se manifiesta en la voz, el Hijo está en el Jordán bautizándose, el Espíritu Santo en forma de paloma.
“El bautismo que desde entonces administran los discípulos de Jesús, es el ingreso en el bautismo de Jesús, el ingreso en la solidaridad que Él ha anticipado con su bautismo.
Así se llega a ser cristiano”.
Algo muy bello para meditar. Y desde mañana entraremos en el tiempo ordinario.
José Ignacio Alemany Grau, obispo