28 de junio de 2012

XIII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B


DIOS NO HIZO LA MUERTE
“Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes”.
Dios todo lo hizo bien.
Creó al hombre para la felicidad, más aún, “lo hizo a imagen de su propio ser” para que gozara como Él goza.
Sin embargo el diablo se interpuso, fomentando el orgullo humano, y el hombre “pisó el palito” y cayó. Y “la muerte entró en el mundo por la envidia del diablo”, para todos los seres humanos. Su fruto fue el pecado original.
El párrafo del libro de la Sabiduría ve como algo normal la muerte física.
Lo doloroso para él es la otra muerte, la del pecado.
De esa muerte debemos huir. Si Dios por el bautismo nos libró del pecado original, esforcémonos por evitar todo otro pecado que nos aparte de Él.
El salmo responsorial nos invita a glorificar al Dios de la vida:
“Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
El Señor me escuchó y cambió mi luto en danzas. Te daré gracias por siempre”.
No sé, si muchas o pocas veces, pensamos en que el Señor es Dios de vida y a Él se la debemos. Es preciso vivir en acción de gracias.
Por su parte, San Pablo nos invita hoy a vivir el compartir cristiano que es parte del gran mandamiento.
Meditemos estehermoso pedido que hace a los Corintios para que compartan con los pobres de Jerusalén:
“No se trata de aliviar a otros, pasando vosotros estrecheces; se trata de igualar. En el momento actual, vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad”.
Esta maravillosa caridad la ha vivido siempre la Iglesia de Jesús. Ahora, por ejemplo lo hace Cáritas. Ése origen  tuvo también Adveniatde la Iglesia en Alemania.
A continuación Pablo alude al maná.
Según el Éxodo “a la hora de recoger cada día la porción para uno o para toda la familia, al pesar la ración no sobraba al que había recogido más ni faltaba al que había recogido menos: cada uno había recogido lo que necesitaba para comer”.
Si compartiéramos como enseña San Pablo, tendríamos una sociedad según Cristo. Mientras tanto, que cada uno de nosotros colabore según sus posibilidades, imitando “lo generoso que fue nuestro Señor Jesucristo: siendo rico se hizo pobre por vosotros para enriqueceros con su pobreza”.
El Evangelio nos presenta a Jesús que todo lo hizo bien y se dedicó a sanar toda dolencia.
Hoy San Marcos, nuestro compañero del ciclo B, nos presenta dos milagros, cada uno de los cuales tiene una gran enseñanza: la importancia de la fe.
El primero nos cuenta que una mujer “pensando que con solo tocar el vestido se curaría” se acercó a Jesús, lo tocó y se curó.
Jesús la alaba ante todos con estas palabras: “Tu fe te ha curado. Vete en paz y con salud”.
Una fe maravillosa es ésta que nos debería hacer pensar que, cuando recibimos la Eucaristía, no tocamos el vestido de Cristo externamente sino que todo Jesús entra en nosotros con su amor  y poder.
El segundo milagro es también fruto de la fe.  Meditemos.
Jairo pide a Jesús que lo acompañe para sanar a su hija.
En el camino le dicen: “Tu hija ha muerto. ¿Por qué molestar más al Maestro?”
Jesús le dice: “NO TEMAS. ¡Basta que tengas fe!”
Cuando llega Jesús a la casa dice disimulando y como queriendo quitar importancia al gran milagro que iba a hacer:
“La niña no está muerta, está dormida”.
La gente sabía muy bien, sobre todo las plañideras, que la niña estaba bien muerta.
Jesús entra en la casa y dice a la pequeña:
“Niña, contigo hablo, ¡levántate! La niña se puso en pie inmediatamente y echó a andar; tenía doce años. Y se quedaron viendo visiones”.
Es importante que también hoy nosotros escuchemos a Jesús que nos repite: “No temas… basta que tengas fe”.
Por si acaso, recuerda también que Él te dice: “Contigo hablo, ¡levántate!”; deja el pecado que es muerte y ven con el Dios de la vida.
¡NO TEMAS!

21 de junio de 2012

Natividad de san Juan Bautista

MI AMIGO JUANITO

Icono Ortodoxo moderno de la Natividad
de San Juan Bautista
No se extrañen del título porque yo tengo varios motivos para llamar así a San Juan Bautista.
El primero y el más importante es que me cae muy bien.
Es el prototipo del auténtico evangelizador.
En segundo lugar, la Iglesia únicamente celebra el nacimiento de tres personas: Juan Bautista, María y, por supuesto, Jesucristo.
Más tarde, cuando el pequeño Juan crezca y cumpla su misión rubricará su vida y mensaje con su propia sangre en el martirio, que también celebraremos en el santoral.
Y, ¿qué es lo que nos dice la liturgia en la “Solemnidad de San Juan Bautista”?
Ante todo debemos saber que nos presenta dos esquemas, uno para la vigilia y otro para la misa del día (éste es otro privilegio del Santo).
Uniendo algunos pensamientos, compartamos:
La lectura de Jeremías nos dice de él:
“Antes de formarte en el vientre te escogí; antes de que salieras del seno materno te consagré: te nombré profeta de los gentiles”.
Está clara la semejanza del profeta con Juan Bautista porque, como nos dirá el Evangelio, Isabel, al oír el saludo de María que traía en su seno a Jesús, exclamó: “Tan pronto como tu saludo llegó a mis oídos el niño saltó de alegría en mi seno”.
San Pedro, por su parte, nos felicita a todos con estas palabras:
“No habéis visto a Jesucristo y lo amáis; no lo veis y creéis en Él; y os alegráis con un gozo inefable…”
Esto vale de manera especial para Juan que, antes de salir al público Jesús, que era la luz del mundo, “venía a dar testimonio de la luz, preparando para Dios un pueblo bien dispuesto”.
El Evangelio de la vigilia nos cuenta que Zacarías, que había querido y esperado tanto tiempo un hijo, cuando se le apareció el ángel del Señor prometiéndole tener uno, dudó.
El castigo de su duda fue quedar mudo hasta que al nacer el pequeño Juan recobró la palabra y comenzó a proclamar: “Bendito sea el Señor, Dios de Israel, porque ha visitado y redimido a su pueblo…”
El prefacio, a su vez, celebra la gloria del Bautista y le da los títulos mayores que se han dado a ninguna criatura:
“Precursor de tu hijo y el mayor de los nacidos de mujer…
Él saltó de alegría en el vientre de su madre, al llegar el salvador de los hombres, y su nacimiento fue motivo de gozo para muchos.
Icono ortodoxo de San Juan Bautista
Él fue escogido entre todos los profetas para mostrar a las gentes el Cordero que quita el pecado del mundo.
Él bautizó en el Jordán al autor del bautismo, y el agua viva tiene, desde entonces, poder de salvación para los hombres. Y él dio, por fin, su sangre como supremo testimonio por el nombre de Cristo”.
Dos aplicaciones para esta fiesta:
Cuando rezamos el Benedictus que proclamó Zacarías creo que todos podemos aplicarnos estas palabras porque todos tenemos obligación de ser misioneros:
“A ti, niño, te llamarán profeta del Altísimo, porque irás delante del Señor a preparar sus caminos”.
Por otra parte, hay un dicho popular que yo lo explico a mí manera. Y con la explicación la aplicación:
La gente suele decir: “Cuando San Juan baje el dedo”, porque ven que en sus imágenes levanta el dedo pulgar señalando.
Sin duda que el artista se refería a sus palabras, cerca del Jordán. Cuando Juan señaló a Jesús diciendo: “Éste es el cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
La aplicación es muy simple. También tú y yo tenemos la obligación de enseñar a todos que Jesucristo es el Cordero de Dios “degollado y puesto en pie”, que nos dio la salvación.

XII Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B


NUESTRO DIOS ES PODEROSO

A través de las lecturas de hoy la Iglesia nos enseña el poder de Dios y su misericordia infinita.
El libro de Job nos habla del Dios poderoso tan preciosamente y con tanta poesía que no quiero limitarme a transcribir los versículos de la primera lectura de hoy, sino que añado otros del mismo capítulo. Me encanta cómo nos describe el poder el Creador:
“¿Quién cerró el mar con una puerta, cuando escapaba impetuoso de su seno, cuando le puse nubes por mantillas y nubes tormentosas por pañales, cuando le establecí un límite poniendo puertas y cerrojos, y le dije: “Hasta aquí llegarás y no pasarás; aquí se romperá la arrogancia de tus olas?”
(Así es la obra de Dios y toda la naturaleza obedece sus leyes. Sólo el hombre, abusando del don de la libertad que Dios le dio, se rebela contra Él).
Será bueno que las personas que no creen en Dios respondan a las preguntas que el mismo Todopoderoso le hace a Job.
Admiremos la belleza y profundidad de estas otras:

¿Has entrado en los silos de la nieve y observado los graneros del granizo?
¿Por dónde se dispersa el relámpago, por dónde se difunde el viento del este?
¿Tiene padre la lluvia? ¿Quién engendra el rocío?
¿Conoces las leyes del cielo y las haces cumplir en la tierra?
¿Tienes de mensajeros a los rayos que vienen y te dicen: ¡a sus órdenes!?
¿Quién prepara al cuervo su comida?”

En el Evangelio también vemos el poder de Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre.
San Marcos hoy nos cuenta un hecho sorprendente que dejó boquiabiertos a los apóstoles durante una tempestad en el lago:
“Se levantó un fuerte huracán y las olas rompían contra la barca hasta casi llenarla de agua. Él estaba a popa, dormido sobre un almohadón. Lo despertaron, diciéndole: Maestro, ¿no te importa que nos hundamos?”.
(¡Se la perdieron los apóstoles! La verdad es que todavía no se fiaban mucho de Jesús, pero para los hombres de fe, hoy y siempre, aferrarse a Cristo, aunque esté dormido, es decir, aunque parezca que no interviene ni soluciona nuestros problemas, eso es fiarse de Él. Eso es creer en la providencia. Eso es progresar en el espíritu).
San Marcos, prosigue:
“Jesús increpó al viento y dijo al lago: ¡Silencio! ¡Cállate!
El viento cesó y vino una gran calma”.
Posiblemente Jesús podía pensar que, habiendo visto tantos milagros sus discípulos, tendrían más confianza en Él. Por eso, los reprende con estas palabras:
“¿Por qué sois tan cobardes? ¿Aún no tenéis fe?”
El resultado fue que ellos quedaron “espantados” ante un prodigio tan grande y su conclusión fue ésta:
“Pero, ¿quién es éste? ¡Hasta el viento y las aguas le obedecen!”
Ése es Jesús, el predilecto del Padre.
Ése “es un gran profeta que ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo”, como dice el versículo aleluyático.
De esta manera vemos al Todopoderoso, encarnado en Cristo, que nos muestra su grandeza y su poder.
Pero todo este poder lo ha puesto el Señor al servicio de la misericordia, por puro amor a sus criaturas.
De aquí que San Pablo nos enseñe que “nos apremia el amor de Cristo… Cristo murió por todos, para que los que viven ya no vivan para sí, sino para el que murió y resucitó por ellos”.
De esta forma la misericordia de Dios en Cristo nos ha hecho “criaturas nuevas”.
El salmo responsorial, consciente de que el Dios tan grande, bueno y poderoso, se ha hecho misericordia, nos invita a repetir:
“Dad gracias al Señor (¡verdadero Señor!) porque es eterna su misericordia… Den gracias al Señor por las maravillas que hace con los hombres”.

14 de junio de 2012

XI Domingo del Tiempo Ordinario, Ciclo B


EN EL CORAZÓN DE CRISTO APRENDEMOS A AMAR 

Mi comentario de este domingo irá en una triple dirección porque quiero ayudarles a reflexionar sobre el Corazón de Jesús, el domingo XI del tiempo ordinario y el Día del Padre. 

EL CORAZÓN DE JESÚS 

En el lenguaje popular el corazón refleja los sentimientos, la cercanía y el odio o amor de la persona. 

Si hablamos del Corazón de Jesús es bueno meditar en la profundidad que tiene el prefacio de hoy. 

En él aparece el inmenso amor de Cristo “el cual, con amor admirable se entregó por nosotros, y elevado sobre la cruz hizo que de la herida de su costado, brotaran, con el agua y la sangre, los sacramentos de la Iglesia: para que así, acercándose al corazón abierto del Salvador, todos puedan beber con gozo de las fuentes de la salvación”. 

Hemos de tener en cuenta que toda gracia de Dios, merecida para nosotros por Jesús con su muerte y resurrección, la recibimos por medio de los sacramentos. 

La sangre y el agua que brotaron de Cristo en la cruz son el signo externo y muy especial de los sacramentos de la Eucaristía y el bautismo. 

Por otra parte al ver la imagen del Corazón de Jesús podemos pensar que es algo anormal porque el corazón va siempre, oculto y defendido, dentro del pecho. 

La Iglesia, con este signo externo del corazón, nos enseña el incomprensible amor de Jesucristo que nos dio la prueba más grande del amor verdadero: dar la vida. 

Por otra parte, en su pecho abierto, encontramos el cumplimiento de la palabra de Jesús: “Yo soy la puerta”. 

Por la puerta abierta del Corazón de Cristo llegamos directamente al Padre: “Nadie puede llegar al Padre sino por mí”. 

Con la oración litúrgica del día pedimos al Padre que podamos “recibir de esta fuente divina una inagotable abundancia de gracia”. 


DOMINGO XI 

El Evangelio de hoy nos habla de la humildad de los seguidores de Cristo. 

Jesús compara el Reino de los cielos a un hombre que echa semilla en la tierra. 

El calor y el agua trabajarán independientemente del hombre. “Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano”. 

Al hombre sólo le queda cosechar cuando llega el momento oportuno. 

También compara Jesús el Reino a un granito de mostaza. “Al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ella”. 

En el fondo, Jesucristo enseña que el Reino lleva la fuerza en sí mismo, aunque parezca muy pequeño. A nosotros nos queda únicamente acogerlo y darle calor para que crezca. 

Nuestra pequeñez debe complacerse en la grandeza que lleva en sí el Reino, ese Reino que va dentro de nosotros. 

Por algo Jesús nos dijo que la virtud más importante que debemos imitar en Él es la humildad. 

Pidámosle que nos dé fe y humildad, aunque sea como un granito de mostaza, pero auténtica fe en Él y en la fuerza de su Reino. 


DÍA DEL PADRE 

Nos enseña Santiago que “toda paternidad viene de Dios” (1,17). 

Este es el mejor halago para todo padre cristiano. Y es que en realidad todo procede de Dios como creador único y toda la vida espiritual procede del mismo Dios: Dios es la fuente de todo lo divino y lo humano que tenemos. 

Creo que lo mejor que podemos pedir a un padre de familia es que se esfuerce por dejar bien a Dios en su vida y que sus hijos puedan tener la primera experiencia de Dios en el abrazo y cariño de su papá. 

El gozo de Santa Teresita estuvo, precisamente, en sentir cómo su padre (que va camino de los altares con su esposa), era para ella la imagen de Dios Padre y en él veía la providencia divina que la cuidaba y protegía. 

Si los hijos vieran el rostro de Dios en sus padres y los padres tomaran conciencia de que ellos hacen las veces de Dios y son su providencia diaria en el hogar, tendríamos las familias más maravillosas que pudiéramos imaginar. Algo así como en la casita de Nazaret. 

Deseando que se parezcan a Dios Padre, les deseo FELIZ DÍA A TODOS LOS PADRES DE FAMILIA.

7 de junio de 2012

SANTÍSIMO CUERPO Y SANGRE DE CRISTO (CORPUS CHRISTI)

El misterio pascual que hemos celebrado últimamente, durante cincuenta días, tiene tanta profundidad que la sagrada liturgia ha sacado algunos momentos más importantes de ella para que el pueblo de Dios los contemple y profundice. 

Esto sucede de manera especial con el misterio eucarístico. 

Sabemos muy bien que el día de jueves santo la Iglesia celebra a Cristo sacerdote, la institución de la Eucaristía y la institución del sacerdocio como ministerio, dentro de la Iglesia. 

Pero el ambiente de aquellos días buscaba revivir los sentimientos dolorosos de la pasión y muerte de Cristo. 

De esta manera el día de jueves santo, terminada la Eucaristía, pasamos a meditar la oración del huerto y la muerte de Jesús en el Calvario, antes de veinticuatro horas. 

Por eso hoy, una semana después de la Santísima Trinidad, la Iglesia nos invita a celebrar una gran fiesta. Se trata de la Eucaristía, el gran regalo de Jesucristo que sustenta día a día y da vida a la Iglesia de Jesús. 

En este día, en muchas ciudades del Perú (por ejemplo en Lima) hay concurso de alfombras florales, por encima de las cuales pasará el Santísimo Sacramento bendiciendo las multitudes que se congregan en torno a Él; y sobre todo la Santa Misa que se celebra como una fiesta muy solemne y concurrida. 

¿Y qué celebramos nosotros en la liturgia de hoy? 

Siempre que la Santa Misa tenga un prefacio especial, acude a él y encontrarás los detalles más importantes del día. 

El de hoy nos enseña: 

Jesús “en la última cena con los apóstoles, para perpetuar su pasión salvadora, se entregó a sí mismo como cordero inmaculado y Eucaristía perfecta. Con este sacramento alimentas y santificas a tus fieles para que una misma fe ilumine y un mismo amor congregue a todos los hombres que habitan un mismo mundo… 

Al instituir el sacrificio de la eterna alianza, Jesús se ofreció a sí mismo como víctima de salvación y nos mandó perpetuar esta ofrenda en conmemoración suya. Su carne, inmolada por nosotros, es alimento que nos fortalece; su sangre derramada por nosotros, es bebida que nos purifica”. 

Después de meditar estas palabras que presentan tan maravilloso misterio, ¿qué nos queda a nosotros? 

El salmo responsorial nos ayuda: 

“¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho? 

Alzaré la copa de la salvación invocando su nombre”. 

Es lo que hace el sacerdote en el momento más importante. Alzando la copa, dice: “ésta es mi sangre, sangre de la alianza nueva y eterna que será derramada por vosotros…” 

La sangre de los animales en el Antiguo Testamento era sólo un rito expiatorio y externo que Dios aceptaba en su bondad. 

Pero desde que Cristo derramó su sangre, el sacrificio es perfecto y la expiación total. 

La carta a los Hebreos nos enseña hoy: 

“Si la sangre de machos cabríos y de toros y el rociar con las cenizas de una becerra tienen el poder de consagrar a los profanos, devolviéndoles la pureza externa, cuánto más la sangre de Cristo, que, en virtud del Espíritu eterno, se ha ofrecido a Dios como sacrificio sin mancha, podrá purificar nuestra conciencia de las obras muertas, llevándonos al culto del Dios vivo”. 

Vamos ahora al cenáculo. Es impresionante. 

Jesús toma el pan y lo parte mientras dice “esto es mi cuerpo”. 

Más tarde toma la copa y dice “ésta es mi sangre”. 

Posiblemente los apóstoles no entendieron nada, hasta que el Espíritu Santo los “llevó al conocimiento de toda la verdad”. 

Ellos, a partir de Pentecostés, comenzaron a celebrar la “fracción del pan”, cumpliendo el mandato de Jesús “hagan esto en memoria mía”. 

La Eucaristía es memorial y presencia. 

Lo mismo que sucedió entonces se hace presente hoy en los sacramentos. 

Ése fue el tesoro de Jesús, no la cena pascual del cordero que hacían los judíos en la Pascua, sino lo que hizo Él mismo “durante la cena”: 

Nos entregó su cuerpo y su sangre adelantando misteriosamente lo que aconteció al día siguiente en el Calvario. Misterio de amor que hoy adoramos: “Dios está aquí, venid adoradores, adoremos”.