23 de febrero de 2019

QUÉ DISTINGUE LA LUZ DE LAS TINIEBLAS


QUÉ DISTINGUE LA LUZ DE LAS TINIEBLAS

Muchas veces en mi vida me he preguntado qué tenemos los seguidores de Jesús para molestar tanto a quienes no lo son.
Estamos mezclados. Hacemos las mismas cosas en la sociedad: compramos, vendemos, vamos al médico, participamos en las fiestas…
Pero a la hora de la verdad somos odiados, marginados e incluso muchas veces martirizados.
Esa es la historia.
Me da la impresión de que hoy la liturgia nos da una respuesta convincente.
  •  1 Samuel
David no conoce el Evangelio ni las enseñanzas de Jesús, pero su corazón era un tesoro que Dios cuidaba y a pesar de sus limitaciones e incluso pecados, fue predilecto y ungido del Señor.
Saúl, que se muere de envidia contra David, sale con su ejército para matarlo.
David en la noche, entra en la misma cueva donde duerme el rey.
Lo ve durmiendo. Junto a él clavada en el suelo está la lanza.
De un golpe podía acabar con él y así se lo pide su compañero Abner.
David se lleva la lanza y no toca al rey.
Desde lejos grita mostrando la lanza:
“El Señor te puso en mis manos pero yo no quise atentar contra el ungido del Señor”.
¡Buen “cristiano”, aunque del Antiguo Testamento!
  • San Pablo
Nos habla de dos hombres, uno terreno y otro celestial.
El segundo es según Cristo; y añade:
“Nosotros, que somos imagen del hombre terreno, seremos también imagen del hombre celestial gracias a Jesús”.
  • Verso aleluyático
Nos presenta la esencia de lo que debe ser el verdadero discípulo:
“Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros como yo os he amado”.
Y en concreto, ¿cómo será eso?
Lo veremos en el Evangelio.
  •  Evangelio
Todos conocemos lo que suele nacernos en el corazón a la primera ante un desprecio u ofensa.

Nos lo dice San Lucas, te invito a leerlo en el Evangelio de hoy.
Frente a todo eso pensemos que si en un mundo que actúa así, ¿no estorbarán los verdaderos discípulos de Jesús?
Jesús compara las dos actitudes con la luz y las tinieblas.
Posiblemente todos hemos visto lo que sucede en una habitación oscura a medianoche: encendemos la luz y desaparecen las cucarachas…
Pero qué hermoso es lo que enseña Jesús a los suyos.
Resumamos, aunque será bueno que tú medites con profundidad este maravilloso párrafo de San Lucas:
+ Amar a los enemigos.
+ Hacer el bien a los que nos odien.
+ Bendecir a quienes nos maldicen.
+ Orar por los que nos injurian.
+ Al que te pega en una mejilla, ponle la otra.
Te invito a que sigas leyendo.
Lamentablemente sabemos que la mayor parte de los discípulos de Jesús no cumplimos esto.
Pero si solo amamos a los que nos aman, no tenemos ningún mérito. Eso lo hacen todos los hombres, los de la luz y los de las tinieblas.
Por su parte el Señor quiere llevarnos a la perfección y nos viene a decir como un resumen de todo esto:
“Sean misericordiosos como su Padre es misericordioso”.
Quien actúa así, no puede agradar al maligno ni a sus secuaces.
Simplemente estorba y lo quieren eliminar como lo hicieron con Jesús.
De todas formas, siempre serán válidas las palabras que leímos hoy en el primer libro de Samuel:
“El Señor pagará a cada uno según su justicia”.
Son las palabras que David gritó a Saúl desde la cima del monte.

José Ignacio Alemany Grau

16 de febrero de 2019

BENDITOS O MALDITOS

BENDITOS O MALDITOS

El esquema de la liturgia de este domingo VI del tiempo ordinario es claro como pocas veces.
Para algunos quizá sea ofensivo poner el título que he puesto a este artículo, pero tendrán que leerlo en los textos bíblicos porque lo dicen con todas las letras.
De hecho con nuestra vida merecemos que digan bien de nosotros (= bendecir) o que digan mal (= maldecir).
Meditemos y optemos por la bendición.
Que digan los hombres de nosotros una cosa u otra nos da igual, pero tratándose de Dios, necesitamos que nos bendiga el Todopoderoso.
Eso pido hoy para ti y para mí.
  • Jeremías
El esquema del profeta es bien claro:
“Maldito el que confía en el hombre y en la carne busca su fuerza”.
¡Somos tan débiles!
Hay tantas cosas difíciles y además nuestra salud es frágil y limitada… Nos necesitamos unos a otros, sí.
Pero la confianza plena, ¿la puedo poner en otro tan débil como yo?
Nunca una criatura puede dar la plenitud que busca otra criatura.
En la segunda parte el profeta dice:
“Bendito quien confía en el Señor y pone en el Señor su confianza”.
A este lo compara Jeremías con un árbol plantado junto al río.
Pero pasemos al salmo que nos hablará de esto mismo.
  • Salmo 1
Este salmo es el primero de todos y describe la vida del justo.
Comienza con una bendición que coincide con la de Jeremías:
“Dichoso el hombre que ha puesto su confianza en el Señor… Será como un árbol plantado al borde de la acequia: da fruto en su sazón y no se marchitan sus hojas”.
La segunda parte “no dice bien” del impío:
“No así los impíos, no así; serán paja que arrebata el viento”.
Está clara la misma lección: el que obra bien es un bendito y bendecido de Dios… “pero el camino de los impíos acaba mal”.
  • San Pablo
El apóstol nos habla de la resurrección:
“Cristo resucitó de entre los muertos, el primero de todos”.
Los que confiesan esta verdad de fe están salvados desde ahora. En cambio quienes no creen en la resurrección de Jesús están perdidos para siempre. Medita bien porque se trata de “nuestra” resurrección que solo es posible con Cristo y por Él.
  •  Verso aleluyático
Es la invitación al gozo:
“Alegraos y saltad de gozo”.
¿Recuerdas el título del libro del Papa Francisco Gaudete et exsultate?
Son las mismas palabras del aleluya de hoy.
¿Y por qué esta alegría?
“Porque vuestra recompensa será grande en el cielo”.
  • Evangelio
Nos refiere las bienaventuranzas de Lucas, que no son las ocho de Mateo, sino una presentación distinta, aunque en el fondo coinciden.
Lucas es muy concreto.
Nos presenta cuatro bendiciones y otras cuatro cosas que no vienen con el nombre de “malditos” pero traen un “ay de ustedes” que suena muy duro: Dios rechaza a esas personas.
Veamos:
+ Dichosos los pobres, los que pasan hambre, los que lloran y los rechazados por esta sociedad abusiva que no soporta ni el bien ni a los buenos.
+ En cambio ¡ay de los ricos, de los que tienen todo, se ríen y son alabados por todos!
No por el hecho de tener o ser felices sino porque no comparten con los demás ni tienen en cuenta a Dios, que es la fuente del bien y nos quiere felices a todos pero con una felicidad verdadera y eterna.

José Ignacio Alemany Grau

9 de febrero de 2019

JESÚS HOY SIGUE LLAMANDO APÓSTOLES

JESÚS HOY SIGUE LLAMANDO APÓSTOLES

En este domingo, V del tiempo ordinario, la liturgia nos presenta a grandes profetas. Primero Isaías que comienza su apostolado con profunda humildad.
El segundo será San Pablo que también tiene sobre sí mismo expresiones de humildad entre todos los apóstoles.
Finalmente, veremos cómo Pedro se reconoce ante Jesús como un gran pecador.
  •  El profeta Isaías
En este párrafo de hoy podemos distinguir tres momentos concretos.
En el primero se nos presenta la grandeza de Dios con palabras que repetimos todos los días en la Santa Misa, cuando los serafines se gritaban uno a otro diciendo:
“Santo, Santo, Santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su gloria”.
En el segundo momento el profeta manifiesta su pequeñez y humildad ante Dios:
“¡Ay de mí, estoy perdido! Yo, hombre de labios impuros que habito en medio de gente de labios impuros”.
En tercer lugar llega de parte de Dios un serafín con un carbón encendido, a purificarle los labios con estas palabras:
“Al tocar esto tus labios ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu pecado”.
Es entonces cuando surge la vocación del gran profeta que al oír al Señor que pregunta:
“¿A quién enviaré?”, contestó Isaías: “¡Aquí estoy, mándame!”
Así de la humildad surge uno de los más grandes profetas de la historia de Israel.
  • Salmo 137
Es una invitación a dar gracias a Dios por su misericordia y su lealtad y la multitud de gracias que nos ha concedido:
“Te doy gracias Señor, de todo corazón, delante de los ángeles tañeré para ti, me postraré hacia tu santuario. Daré gracias a tu nombre por tu bondad”.
  • San Pablo
En el capítulo 15 de la carta a los corintios San Pablo nos habla de una de las dos grandes tradiciones que él ha recibido en la Iglesia de Jesucristo.
La más conocida es la de la Eucaristía. Pero esta es también muy importante.
Y así nos dice él:
“Porque yo os transmití en primer lugar, lo que también yo recibí: que Cristo murió por nuestros pecados según las Escrituras; y que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las Escrituras”
(será bueno que reflexionemos cómo la Tradición en la Iglesia fue en parte anterior a la misma Sagrada Escritura).
A continuación Pablo hace un acto profundo de humildad y va contando cómo Jesucristo resucitado se apareció en primer lugar a Pedro, luego a los doce, y a quinientos hermanos juntos. Finalmente, cuenta cómo se apareció a Santiago y añade con profundísima humildad:
“Por último, como a un aborto, se me apareció también a mí”.
A partir de ese momento, tanto Pablo como todos los demás que conocieron la resurrección de Cristo, se convirtieron en verdaderos y valientes apóstoles.
  • Verso aleluyático
No olvidemos que la liturgia nos está contando los primeros tiempos del apostolado en que Jesús va escogiendo fundamentalmente los doce apóstoles.
Por eso el versículo recoge estas palabras de San Mateo:
“Venid y seguidme, y yo os haré pescadores de hombres”.
  • Evangelio
El capítulo 5 de San Lucas es realmente muy hermoso.
De aquí precisamente tomará San Juan Pablo II las palabras que nos repetirá muchas veces:
“¡Remen mar adentro!”
Jesús, que está predicando a la multitud, ve dos barcas en la orilla del lago y se sube a una de ellas.
Después de predicar pide a Pedro: “Rema mar adentro y echad las redes para pescar”.
Pedro contesta: “Nos hemos pasado la noche bregando y no hemos pescado nada; pero por tu palabra echaré la red”.
La pesca es realmente milagrosa y Pedro como avergonzado se echa a los pies de Jesús, diciendo:
“Apártate de mí, Señor, que soy un pecador”.
A este profundo acto de humildad Jesús responde llamándolo a él, a su hermano Andrés, a  Santiago y a Juan, para que en adelante sean pescadores de hombres.
De esta manera Jesús empezó a buscar sus apóstoles y así sigue hasta nuestros días invitando a los corazones generosos para que evangelicen en su Iglesia y construyan el Reino de Dios.

José Ignacio Alemany Grau

2 de febrero de 2019

BUSCANDO EL AMOR, ENCONTRAMOS A DIOS

BUSCANDO EL AMOR, ENCONTRAMOS A DIOS

La liturgia de este domingo IV del tiempo ordinario nos lleva por los primeros pasos del apostolado de Jesús, para que vayamos adentrándonos en sus enseñanzas y sobre todo en su vida. Hoy precisamente nos encontramos en un momento difícil de la misión inicial del Maestro en su propio pueblo.
  • Jeremías
Entre las dificultades históricas del siglo VI, Dios llama a Jeremías, hombre culto y de delicados sentimientos, para que sea profeta de su pueblo.
En el capítulo 1 cuenta el mismo profeta que Dios lo llamó con estas palabras únicas:
“Antes de formarte en el vientre, te escogí. Antes que saliera del seno materno, te consagré: te nombré profeta de los gentiles”.
Después de esto, el Señor le manda a profetizar entre amenazas y promesas:
“No les tengas miedo, que si no, yo te meteré miedo de ellos…”
A continuación el Señor le dirá:
“Yo te convierto en plaza fuerte frente a todo el país: frente a los reyes y príncipes de Judá, frente a los sacerdotes y a la gente del campo”.
En seguida, viene como una profecía que se realizará durante toda la vida del profeta, que por ser muy sensible, sufrirá mucho por el cariño que tenía a su pueblo:
“Lucharán contra ti, pero no te podrán, porque yo estoy contigo para librarte”.
Esta es la promesa del Señor a Jeremías, que tanto sufrió por Israel.
Es bueno que aprendamos que Dios nunca falla a los que le son fieles.
  • Salmo responsorial 70
El salmista nos invita a refugiarnos en el Señor y a pedirle: “Sé tú mi Roca de refugio… el alcázar donde me salve”; y pedirle su protección contra nuestros enemigos:
“Dios mío, líbrame de la mano perversa… Señor, tú fuiste mi esperanza y mi confianza desde mi juventud”.
Y con una alusión interesante al profeta Jeremías, añade:
“En el vientre materno ya me apoyaba en ti, en el seno me sostenías”.
Pidamos con el salmista que el Señor nos ayude a ser fieles, cantando sus maravillas hasta el final de nuestra vida.
  • San Pablo

Será bueno que en este domingo nos examinemos para ver si realmente tenemos el amor verdadero que pide el capítulo doce de la primera carta a los corintios, que quizá conocemos de memoria, o es, peor aún, filantropía o amor interesado.
San Pablo nos advierte que el amor es lo primero de todo.
No debemos olvidar que San Juan identifica el verdadero Amor con la esencia de Dios.
Pero si el amor es realmente el que pide Dios, se hace muy concreto y por esto será bueno fijarnos en estos detalles:
¿Tenemos un amor paciente y afable?
¿Somos presumidos o tenemos envidia?
¿Sabemos disculpar y creer sin límites? ¿Somos capaces de perdonar?...
Terminará advirtiéndonos San Pablo que todo, incluso nuestras virtudes teologales pasan, pero siempre queda vivo el amor cuando es verdadero.
Ten cuidado. No te quedes en un amor teórico sino aplícalo a las personas que viven junto a ti, sobre todo a tu propia familia, a los miembros de tu comunidad, y a los grupos de fe.
  • Verso aleluyático
Nos invita a pensar que cada uno de nosotros somos un misionero, un enviado de Dios para que llegue la buena noticia, el Evangelio, a los más necesitados, “para anunciar a los cautivos la libertad”.
  • Evangelio
El Evangelio nos lleva a un momento difícil en la vida de Jesús.
Da la impresión que el Señor va al inicio de su apostolado pasando por los distintos pueblecitos vecinos y llega a Nazaret.
Con toda naturalidad, Él, que ya ha cumplido treinta años, según la ley se pone en pie en la sinagoga y comienza a leer el texto bíblico del día.
La gente al principio se admira de que un paisano domine la Escritura de esta manera, pero en un pueblo chico pronto aparecen los chismes y comentarios negativos.
Para ellos es simplemente un hijo del pueblo y por cierto, del conocido carpintero José.
Al final, Jesús, entristecido, tiene que volver la espalda a la multitud que lo quería apedrear y se va lejos de ellos, con la pena de no haber podido hacer milagros como en otros lugares.
Pienso que muchas veces Dios nos quiere evangelizar a través de distintas personas, incluso a través de nuestros familiares o amigos, pero nuestro orgullo nos impide escucharlos.
Qué dolorosa experiencia que tienen muchos evangelizadores cuando, queriendo evangelizar a los suyos, nadie les hace caso o incluso se ríen de ellos.
Solo el corazón sencillo está siempre abierto a Dios, sea cualquiera el camino que utilice para llevarnos a su Reino.

José Ignacio Alemany Grau