San Agustín decía: «Temo a Jesús que pasa y no regresa».
Eso
puede suceder a toda persona, o a todo pueblo, que no recibe a Jesús con la
libertad que da el amor.
Lo veremos en el Evangelio, pero cuidemos que no nos suceda nunca. No dejes que se vaya Jesús de tu vida.
- Jeremías
Lo
solemos cantar en los templos:
«Antes
que te formaras en el vientre de tu madre yo te escogí».
Aunque
el profeta se resistió, fue realmente un santo que anunció siempre la verdad de
Dios frente a otros falsos profetas.
Fue
muy perseguido y maltratado. Con el tiempo, y como un quejido, exclamó:
«Tú me sedujiste, Señor, y yo me dejé
seducir. Tú has sido más fuerte que yo y me has podido».
Era
un profeta muy valiente y se jugó la vida por Dios y Dios le ayudó: «lucharán contra ti, pero no te podrán porque
yo estoy contigo para librarte».
Que el santo profeta nos ayude a todos nosotros a tener confianza verdadera en el Señor.
- Salmo 70
Nos
presenta la verdadera confianza en Dios:
«A ti, Señor, me acojo, no quede yo derrotado
para siempre; tú, que eres justo, líbrame y ponme a salvo».
Qué
bonita expresión antropomórfica de confianza, para decirle a Dios: «Inclina a mí tu oído y sálvame».
Con este salmo confiemos realmente en el Señor y digámosle: «Sé tú mi Roca de refugio, el alcázar donde me salve».
- San Pablo
Hoy
en la carta a los corintios, el apóstol
nos habla de la importancia de la caridad por encima de todas las otras
virtudes y nos ofrece unas características especiales que nos hará bien tener
en cuenta para examinarnos y ver si realmente poseemos la virtud de la caridad:
«El amor es paciente, afable, no tiene
envidia, no presume ni se engríe. No es mal educado ni egoísta, no se irrita,
no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia sino que goza con la
verdad».
También
nos enseña que el amor disculpa todo, cree, espera y aguanta sin límites.
Finalmente, el párrafo de hoy termina diciéndonos cómo el amor no pasa nunca. De las tres grandes virtudes, la fe y la esperanza pasarán, pero el amor nos acompañará en la eternidad junto a Dios.
- Verso aleluyático
Nos recuerda que nosotros, como Jesús, debemos tomar conciencia que hemos sido enviados por Dios para evangelizar y en ello debemos gastarnos y desgastarnos, como enseña San Pablo.
- Evangelio
San
Lucas nos habla de la visita de Jesús a Nazaret.
Todo
esto tuvo una primera parte de alabanza y acogida por parte del pueblo. Lo
vimos el domingo pasado.
Hoy,
en cambio, nos cuenta cómo de la alabanza pasaron al querer apedrearlo.
Posiblemente se trata de las distintas formas de ver, los de Nazaret, a su
«paisano».
Mientras
algunos estaban felices con Él aprovechando para sacarle algunos milagros,
otros lo sacaron del pueblo a empujones para llevarlo al despeñadero que había
a las afueras, con el deseo de arrojarlo y echarle piedras encima:
«Lo empujaron fuera del pueblo hasta un
barranco del monte en donde se alzaba su pueblo con intención de despeñarlo».
Este
relato viene a ser como un adelanto de lo que sucedió el domingo de ramos entre
cantos y vivas y el viernes santo, gritando: ¡crucifícalo!
«Pero Jesús se abrió paso entre ellos y
(con toda dignidad) se alejaba».
Qué
doloroso debió ser, especialmente para la Virgen María y sus familiares, ver
que se marchaba de Nazaret y no regresó más a su pueblo.
José Ignacio Alemany Grau, obispo