29 de septiembre de 2018

DOS SANTOS QUE TUVIERON CELOS

DOS SANTOS QUE TUVIERON CELOS

No hay que confundir el “celo” que devoraba a Jesús por el cuidado de la casa de su Padre, casa de oración, con los “celos” que destruyen los matrimonios y las mejores obras.
De estos celos destructores hay que huir por encima de todo.
Hoy la liturgia nos presenta cómo junto a Jesucristo y al gran caudillo Moisés hubo dos santos que tuvieron celos en su juventud.
  • Libro de los Números
Nos habla del corazón generoso de Moisés que, compartió el espíritu que Dios le había dado, con setenta y dos ancianos para poder ayudar al pueblo que hacía enormes colas para que lo atendiera Moisés que era el único que hacía justicia.
En el momento en que Dios llenó con su espíritu a setenta de ellos, también descendió el mismo espíritu de profecía sobre dos ancianos que estaban ausentes.
Cuando le dieron la noticia a Moisés el joven Josué, lleno de celos no santos, gritó espontáneamente al caudillo:
“Señor mío, Moisés, prohíbeselo”.
Moisés, en cambio, le dio la gran lección de su corazón generoso y experimentado:
“¿Estás celoso de mí? ¡Ojalá todo el pueblo del Señor fuera profeta y recibiera el Espíritu del Señor!”
Esta es una gran lección que nos deben enseñar desde pequeños nuestros padres y educadores para que en lugar de que los celos maten nuestras amistades, el celo verdadero nos ayude a construir un mundo más fraterno.
  • Salmo responsorial 18
Nos recuerda que “los mandatos del Señor son rectos y alegran el corazón”.
(Nada de un corazón encogido por los celos).
A continuación el salmo nos invita a pedir que nunca nos deje caer el Señor en ese pecado que nos hace arrogantes y violentos:
“Preserva a tu siervo de la arrogancia para que no me domine, así quedaré libre e inocente del gran pecado”.
  • Santiago
Es una muy dura lección la que da el apóstol a los que se aprovechan del prójimo haciendo sus negocios e ilícita fortuna.
Reflexionemos (perdón amigos, porque la expresión es del santo apóstol) lo que dice Santiago a esos injustos que con sus riquezas se parecen a los chanchos que se engordan para que tengan más carne a la hora de la matanza:
“Habéis vivido en este mundo con lujo y entregados al placer. Os habéis cebado para el día de la matanza”.
Muy duro, sí, pero muy importante para pensarlo y corregirse a tiempo.
  • Verso aleluyático
Será bueno que, para no caer en los celos egoístas, pidamos así al Señor:
“Tu palabra, Señor, es verdad, conságranos en la verdad” y líbranos del orgullo y la mentira.
  • Evangelio
Juan, el más joven de los apóstoles, que aún no conoce el corazón de Cristo, le da esta noticia como un éxito que piensa que hará feliz a Jesús:
“Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y se lo hemos querido impedir porque no es de los nuestros”.
En cambio Jesús, el corazón más grande que ha pasado por la historia, le corrigió con esta respuesta:
“No se lo impidáis, porque uno que hace milagros en mi nombre no puede luego hablar mal de mí. El que no está contra nosotros, está a favor nuestro”.
A continuación el evangelista San Marcos recoge unos pensamientos sueltos que sin duda Jesús enseñó en distintos momentos:
+ El que “os de a beber un vaso de agua porque seguís al Mesías, os aseguro que no quedará sin recompensa”.
Una hermosa manera de espiritualizar el servicio al prójimo y más en concreto al evangelizador.
+ Luego habla Jesús muy duramente de los que son causa de escándalo hasta llegar a decir:
“El que escandalice a uno de estos pequeños que creen, más le valdría que le encajasen en el cuello una piedra de molino y lo echasen al mar” para que no flote.
Esta dureza de Jesús se explica ya que el escándalo es llevar al pecado a un inocente poniendo en peligro su alma.
+ Aunque con términos más fuertes, Jesús nos viene a decir que debemos evitar todo lo que nos sirve a nosotros de peligro de condenación.
Aprendamos, amigos, la lección de hoy que es muy importante ya que resulta muy triste el darnos cuenta que por cosas simples y sin importancia aparezcan los celos destructores en el matrimonio, en las familias, en las parroquias, en el trabajo…
Que Dios proteja a la Iglesia de tan horrible pecado.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

22 de septiembre de 2018

JESÚS ANUNCIA SU MUERTE POR SEGUNDA VEZ

JESÚS ANUNCIA SU MUERTE POR SEGUNDA VEZ

En este domingo la liturgia nos trae el segundo anuncio de su muerte que hace Jesús a sus discípulos, según el evangelista San Marcos.
En torno a esto giran todas las lecturas.
Empecemos por el Evangelio que trae muchas enseñanzas prácticas también para nosotros.
  • Evangelio   
+ Jesús apartado de la multitud, camina solo con los discípulos enseñándoles.
“No quería que nadie se enterase”.
Era el Maestro que enseña a los discípulos que van a ser los profesores el día de mañana.
Ellos serán los que le sucedan en la proclamación del Reino.

+ La enseñanza del Maestro es muy grave e importante.
Hacía poco que Jesús había dado a conocer por primera vez el anuncio de su muerte.
Pero eso era contrario a lo que tanto los discípulos, como el pueblo, esperaban.
Ellos quieren un Mesías triunfal que acabe con la opresión romana, termine con los impuestos y les devuelva la libertad.
Jesús por el contrario, por segunda vez les revela su futuro con toda claridad:
“Será entregado y lo matarán… y a los tres días resucitará”.
+ Nada más oírlo les dio miedo a los apóstoles que no podían entender porque lo que decía el Maestro no correspondía a lo que pensaban cuando, dejando su casa, las redes, el mostrador de impuestos… le siguieron.
+ Llegan a la “ciudad de Jesús”, Cafarnaún, y Jesús les pregunta de qué discutían por el camino.
Quizá los oyó o lo intuyó porque la conversación era muy animada:
No había sintonía entre el Maestro y los discípulos. Estos quedaron avergonzados y ninguno respondió.
Y es que cuando el Maestro habla de humillación, los discípulos discutían sobre los primeros puestos; y optaron por callarse.
Así siguen haciendo los discípulos de Jesús.
Mientras Él invita a la cruz y al sufrimiento para completar su pasión… ellos buscan los primeros puestos en lo que sea.
Lo que importa es la fama y quizá el dinero.
+ El consejo del Maestro:
“Quien quiera ser el primero, que sea el último de todos y el servidor de todos”.
Extraña manera de ser cristiano la que propone Jesucristo.
Esto es contrario a la misma naturaleza humana.
+ La pedagogía de Jesús que nos enseña a todos:
Al Maestro le importa que los discípulos aprendan la lección de hoy y para eso pone un niño en medio y les aclara el resumen del día. A Dios se llega por la sencillez del niño:
“El que acoge a un niño como este, en mi nombre, me acoge a mí; y el que me acoge a mí no me acoge a mí, sino al que me ha enviado”.
  • Libro de la Sabiduría
Predice lo que ha dicho Jesús en el Evangelio del día.
Es el camino del Mesías profetizado siglos antes:
El justo cae mal y su vida remuerde la conciencia del pecador que prefiere acabar con el justo y no cambiar de conducta.
Esto sucede siempre: cuando un pecador ve a una persona fiel a Dios y a los hombres:
“El justo nos resulta incómodo, su conducta nos echa en cara nuestras acciones”.
Y llega al punto de vengarse:
“Lo someteremos a la prueba de la afrenta y la tortura”.
Continúa el libro de la Sabiduría:
Los malvados decían:
“Si el justo es hijo de Dios, lo auxiliará y lo librará”.
En efecto, Dios libró a Jesús el justo, como profetiza hoy el Evangelio de San Marcos (resucitará).
  • Salmo 53
Este salmo nos repite la misma idea:
El justo acude al Señor y el Señor lo protege frente a sus perseguidores.
“El Señor sostiene mi vida… Oh Dios sálvame por tu nombre… Escucha mi súplica… Dios es mi auxilio”.
  • Santiago
Nos describe la vida que lleva nuestra sociedad,  en la que vivimos con desconfianza y temor:
“Donde hay envidias y rivalidades hay desorden y toda clase de males”.
Y por supuesto la corrupción.
“Los que procuran la paz están sembrando la paz y su fruto es la justicia”.
El apóstol termina hablándonos de la oración y advirtiéndonos:
“No tenéis porque no pedís. Pedís y no recibís porque pedís mal”.
Solo la oración, la comunicación con Dios, nos hará felices a todos.

José Ignacio Alemany Grau

15 de septiembre de 2018

PERDER LA VIDA POR JESÚS Y EL EVANGELIO

Ser discípulo significa aprender del maestro que enseña.
De una u otra forma todos los seres humanos somos discípulos unos de otros.
Pero lo más importante para un discípulo es aprender de Dios.
  •  Isaías
En el versículo anterior a la lectura de hoy, el profeta comienza el “Tercer cántico del Siervo del Señor”:
“El Señor Dios me ha dado una lengua de discípulo para saber decir una palabra de aliento”.
Completando esta idea leemos hoy:
“Cada mañana me espabila el oído para que escuche como los discípulos.
El Señor Dios me abrió el oído; yo no resistí ni me eché atrás”.
He ahí dos actitudes muy importantes de todo aquel que quiera ser verdadero discípulo de Dios.
Primero hay que escuchar la Palabra y luego compartirla.
Después de esto Isaías  profetiza lo que acontecerá al gran Siervo del Señor, Jesucristo Redentor, como veremos en el Evangelio de hoy.
Esto profetiza:
“Ofrecí las espaldas a los que me golpeaban, las mejillas a los que mesaban mi barba; no me tapé la boca ante ultrajes ni salivazos…”
Todos están contra el siervo pero él tiene la seguridad de que “el Señor me ayuda”.
  • Salmo 114
Ahora es Dios quien “inclina su oído hacia mí el día que lo invoco”.
Por eso nace en mí el amor de la seguridad:
“Amo al Señor porque escucha mi voz suplicante”.
El oído de Dios y la lengua del hombre se entienden porque “le invoqué: Señor, salva mi vida”.
Y Él me escuchó:
“Arrancó mi alma de la muerte, mis ojos de las lágrimas, mis pies de la caída”.
El oído del discípulo y la voz del Maestro.
El oído del Maestro y la voz del discípulo: este es el secreto de la salvación de Dios.
  •  Santiago
La gran lección del apóstol es tan clara que algunas sectas no aceptan su carta entre los libros inspirados por Dios.
Santiago enseña que la fe sin obras es muerta.
¿Cómo va a ser posible que uno crea en Jesús que dijo: “estuve enfermo y me visitaste, estuve desnudo y me vestiste, en la cárcel…” y no lo tome en serio?
¿Puede aceptar el mensaje y no cumplirlo?, es decir, ¿creer y no hacer?
Santiago, como siempre, es muy concreto y por eso enseña:
“Alguno dirá: tú tienes fe y yo tengo obras. Enséñame tu fe sin obras y yo por las obras te probaré mi fe”.
Esta importante enseñanza debemos de tenerla siempre en cuenta para que no creamos que el cristianismo es pura teoría.
  •  Verso aleluyático
San Pablo, el gran enamorado del Maestro, expresó este amor del discípulo de Jesús cuando escribió a los Gálatas:
“Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz del Señor, en la cual el mundo está crucificado para mí y yo para el mundo”.
  • Evangelio
Después que el Padre reveló a Pedro que Jesús era el “Mesías” de Dios, Jesucristo profetiza su futura pasión, muerte y resurrección:
“El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, tiene que ser condenado por los ancianos, sumos sacerdotes y escribas, ser ejecutado y resucitar a los tres días”.
Pedro se revela contra este futuro que profetiza Jesús y después de reprocharle, el Maestro acerca a los discípulos y les dice cómo a de ser el verdadero discípulo:
“El que quiere venirse conmigo, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz y me siga”.
Hay que fijarse bien que no se trata de seguir la cruz sino a Jesús. Lo otro no tendría sentido.
La cruz por la cruz, el sufrimiento por el sufrimiento nunca es aceptable.
Y añadió el Maestro:
“El que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por mí y por el Evangelio, la salvará”.

José Ignacio Alemany Grau

8 de septiembre de 2018

LOS SIGNOS SON NECESARIOS

                       

La vida de nuestra sociedad está marcada siempre por los signos.
Signo es una cosa que representa a otra más importante.
Uno de estos signos, por ejemplo: vemos una bandera con los colores rojo, blanco y rojo y en seguida pensamos en nuestra Patria. La bandera es un signo.
Las empresas, los clubes, los colegios… tienen sus escudos distintivos.
Para los católicos los signos más importantes representan los sacramentos y especialmente la Eucaristía, porque además de significar el Cuerpo y Sangre de Cristo, contienen al mismo Cristo con su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
Todo el esquema litúrgico de este domingo XXIII del tiempo ordinario nos habla de los signos bajo los cuales debemos descubrir al enviado de Dios.
  • Isaías
Nos da un mensaje de Dios que pide fortaleza y valentía hablándonos proféticamente del Mesías:
“Dios… viene en persona, resarcirá y os salvará”.
Y a continuación trae una lista de signos que evidentemente nos recuerdan el Evangelio de Jesús: curación de ciegos, sordos, cojos, la lengua del mudo cantará, etc.
  • Salmo responsorial (145)
Nos habla de la fidelidad de Dios que se puede conocer en que “hace justicia a los oprimidos, da pan a los hambrientos, liberta a los cautivos, abre los ojos al ciego”.
Luego de hablarnos de los signos de curaciones físicas pasa a hablarnos de las obras de misericordia que enseñará  Jesús.
  • Santiago
Santiago pide a los cristianos que imitemos a Dios que no hace acepción de personas sino que “ha elegido a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del Reino que prometió precisamente a los que lo aman”.
Por esto pide que los que seguimos a Jesús no mezclemos la fe con el favoritismo.
Pone un ejemplo bien plástico, por cierto:
Hacer diferencias entre los que van al culto de Dios llevando  vestidos brillantes y anillos en los dedos y “el otro es un pobre andrajoso”.
Lamentablemente es frecuente hacer estas diferencias en la vida práctica, tanto en el ambiente social como también en la Iglesia de Jesús.
  • Verso aleluyático
Nos presenta como un resumen de toda la actuación de Jesucristo que acompañaba la proclamación del Reino de Dios con las curaciones al pueblo humilde:
“Jesús  proclamaba el Evangelio del Reino curando las dolencias del pueblo”.
  • Evangelio
El evangelista Marcos nos habla hoy de una curación a la que podríamos llamar aparatosa. Sin duda quiso dar una enseñanza muy especial.
Se trataba de “un sordo que además apenas podía hablar”.
Fijémonos en cada uno de estos detalles que resalta el evangelista:
Jesús lo aparta de la gente; le mete los dedos en los oídos; con la saliva le toca la lengua.
Más aún, hace un gesto especial mirando al cielo y suspirando.
Entonces dice: “¡ábrete!”.
El resultado es instantáneo y lo percibe la gente porque el sordo empezó a oír y hablar sin dificultad.
Pero el pueblo sencillo en ese momento descubre a Jesús a través de los signos externos que el Señor  ha hecho.
Y precisamente, al ver su poder, y hasta posiblemente siendo conscientes de los tiempos mesiánicos prometidos por Isaías, sacó esta conclusión:
“Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos”.
He aquí algunas de las conclusiones que podríamos sacar de este párrafo breve del Evangelio de hoy:
+ Jesús todo lo hizo bien: ¿qué dirían en este momento de nosotros la gente que nos ve actuar? Y sobre todo, ¿qué dice nuestra conciencia?, ¿es cierto que actuamos bien?
+ ¿Será necesario que el Señor nos diga a nosotros ¡Ábrete! para que:
Nos abramos al conocimiento de Dios leyendo su Palabra, estudiando las enseñanzas del Catecismo.
Que nos abramos a la fidelidad a la Iglesia de Jesús y en estos momentos difíciles de una manera especial a la fidelidad al Papa que es su representante.
Y ayudar con caridad verdadera al prójimo, especialmente a los migrantes y necesitados de nuestro tiempo?
+ El pueblo alabó a Jesús porque vio los signos que evidenciaban su poder.
¿Qué signos hacemos nosotros?
Por desgracia hay muchos que desprecian los signos e incluso no realizan lo que pide la liturgia, como si no tuvieran importancia.
Recordemos todos que a través de los signos (una vez más pensemos en los sacramentos) Dios nos confiere su gracia divina. Precisamente por esto son tan importantes los sacramentos.

José Ignacio Alemany Grau

1 de septiembre de 2018



APRENDER A ESCUCHAR

Hoy la humanidad se cree que es más grande que Dios porque lo ha desplazado.
No quiere escuchar a Dios.
No quiere que le mande nadie. Pero… podemos fijarnos en la historia de hace cincuenta años y pensar lo que sucederá dentro de otros cincuenta y nos daremos cuenta fácilmente de quién es más grande, Dios o el hombre, la criatura o el Creador.
  • Deuteronomio
Moisés hablaba en nombre de Dios:
“Escucha Israel los mandatos y decretos que yo os mando cumplir. Así viviréis y entraréis a tomar posesión de la tierra que el Señor os va a dar”.
Dios puede mandar porque es Dios. Es el Creador y evidentemente es más grande que tú.
Y lo primero que pide es que le escuches.
Hasta por bien parecer debemos escuchar lo que nos dice el Señor, sea personalmente en la intimidad o sea a través de su Palabra.
Escuchando descubriremos la verdad de lo que quiere el Señor sin las interpretaciones de los hombres.
No manipules los mandatos del Señor “ni añadáis nada a lo que os mando ni suprimáis nada”:
Si eres inteligente comprenderás que nunca es bueno cambiar lo de Dios por lo nuestro.
Otra afirmación del Deuteronomio es que nos fijemos en que no hay “ninguna nación tan grande que tenga a sus dioses tan cerca de sí como lo está el Señor Dios de nosotros, siempre que lo invocamos”.
Y si esto era realidad en el Antiguo Testamento, ¿qué diremos ahora que Jesucristo se ha quedado con su Iglesia para siempre?
La cercanía de Dios es la maravilla más grande.
El Señor también nos hace una pregunta a los que vivimos hoy:
“¿Cuál es la gran nación cuyos mandatos o decretos sean tan justos como toda esta ley que os doy yo?”.
Si examinamos la historia veremos la decadencia de la humanidad cuando ha actuado en contra de los mandamientos de Dios.
  • Salmo responsorial (14)
“Señor, ¿quién puede hospedarse en tu tienda?”
El salmista nos aclara lo que debe hacer una persona que quiere vivir en la casa del Señor.
Son cosas que en realidad ayudan al individuo y hacen feliz a la sociedad. Por ejemplo:
Proceder honradamente, practicar la justicia, no calumniar a nadie, ni difamarlo, no hacer mal al prójimo y rechazar la impiedad; honrar a los que temen a Dios, no aceptar sobornos, no extorsionar al prójimo prestando dinero con usura.
Una serie de consejos que nos permitirían vivir más felizmente en nuestra sociedad abrumada por la corrupción.
  • Santiago, apóstol
Nos advierte el apóstol que “todo don perfecto viene de arriba, del Padre de los astros”.
Debemos permanecer en continua acción de gracias al Señor por tantos dones que nos permiten vivir en paz, en cuanto a la vida personal. Debemos aceptar su Palabra para salvarnos.
Sin embargo nos aconseja que evitemos caer en la trampa de escucharla y no llevarla a la práctica.
Escuchar y no practicar sería “engañarnos a nosotros mismos”.
Finalmente, Santiago nos invita a vivir las obras de misericordia y evitar el pecado.
  • Verso aleluyático
Dios es nuestro Padre porque nos engendró en Cristo y por Cristo, para que seamos hijos adoptivos y con su Espíritu Santo podamos llamarle “Padre”, como lo llamaba Jesús.
  • Evangelio
En el Evangelio podemos meditar las palabras de Isaías que Jesús hace suyas.
Son una invitación para que salgamos de la frivolidad:
De hecho nosotros con frecuencia nos fijamos en lo externo, en lo accidental. Digamos que nos gusta tener las flores, pero no queremos cuidar las raíces de la planta y por lo tanto nos quedamos pronto sin flores y sin fruto.
Jesús nos recuerda estas palabras de Isaías en concreto:
“Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí”.
Este es el peligro que tenemos todos. Fácilmente hablamos o rezamos con los labios mientras el corazón se pasea por entre fantasías, sentimientos y gustos muy lejanos a la oración.
La verdadera plegaria debe consistir en buscar la unidad entre lo que decimos con los labios, lo que pensamos con nuestra mente y lo que nos llena el corazón.
Lo contrario a esto lo llamará el profeta “un culto vacío” donde lo que menos importa es lo que nos pide el Señor. Preferimos seguir nuestros gustos.
Finalmente, hagamos una pequeña reflexión sobre la diferencia entre la Tradición y las costumbres o tradiciones de que habla San Marcos:
“Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres”.
No es raro que pase esto a veces entre los católicos.
Cumplimos las tradiciones o costumbres del pueblo y dejamos de lado las enseñanzas de Dios que recibimos a través de la Iglesia. Sobre todo en la Biblia y en la Tradición tan distintas a las tradiciones de los hombres de las que habla Jesús.
Aprendamos, pues, primero a escuchar con atención las enseñanzas del Señor y en segundo lugar, a vivirlas con fidelidad para poder finalmente transmitirlas a los demás.
Feliz domingo para todos.


José Ignacio Alemany Grau.