30 de junio de 2018

LOS MILAGROS DE LA FE


LOS MILAGROS DE LA FE

En este “tiempo ordinario” la liturgia va a insistir en dos puntos importantes para nuestra formación que es conocer e imitar a Jesús.
Los temas que vamos a tratar son:
Las parábolas de Jesús y su insistencia en la importancia de la fe.
  • Sabiduría
El párrafo de hoy depende del punto de vista que tengamos al leerlo.
Te invito a leer con atención:
“Dios no hizo la muerte ni goza destruyendo a los vivientes… Dios creó al hombre para la inmortalidad… La muerte entró en el mundo por la envidia del diablo”.
Si lo lees desde el Antiguo Testamento puedes entenderlo a la letra y es hermoso.
Si lo lees desde Cristo Redentor, entenderás que con su resurrección, no hay lugar para la muerte sino para la esperanza:
“Hemos sido creados para la inmortalidad”.
Entenderás también que la “envidia del diablo” no es más fuerte que la resurrección que nos ha merecido Jesús con su Pascua.
  •  Pablo
Hoy el apóstol nos habla de la gran colecta que él prometió enviar a Jerusalén para los pobres. Admiremos la hermosa manera de pedir a los cristianos de las distintas comunidades.
Si precisamente hoy la Iglesia está haciendo una gran colecta “Para la caridad del Papa”, es bueno pensar en los motivos que tenía Pablo al pedir a los Corintios un donativo para los pobres de Jerusalén.
Ellos, que querían sobresalir en todo lo que se refería a la vida de fe que habían aprendido de San Pablo, oyeron que él les daba estas motivaciones:
+ “Distínganse por la generosidad”.
Quizá sea una motivación un tanto psicológica, pero ciertamente importante para todos.
+ Imiten la generosidad de Jesucristo que, “siendo rico se hizo pobre para enriquecernos con su pobreza”.
+ Alude luego a la lógica que se vive en una familia.
No olvidemos que la Iglesia es la “familia de Dios”, como enseña el Catecismo Católico.
Pablo se expresa así:
“Se trata de igualar, de compartir, sin pasar estrecheces:
En el momento actual vuestra abundancia remedia la falta que ellos tienen; y un día, la abundancia de ellos remediará vuestra falta; así habrá igualdad”.
¡Qué maravilloso!
Y esta ha sido (y sigue siendo) la motivación en la historia de la Iglesia.
+ Finalmente, Pablo alude al maná, regalo de la generosidad de Dios, cuando “al que recogía mucho no le sobraba y al que recogía poco no le faltaba”.
Era la generosidad de Dios que alimentaba a su pueblo en el desierto.
  •  Aleluya
Nos recuerda que Jesucristo es el que “ha destruido la muerte y sacó a luz la vida por medio del Evangelio”.
A Él debemos eterna gratitud los que merecíamos la muerte eterna por el pecado.

  •  Evangelio
Hoy San Marcos nos cuenta dos milagros directamente atribuidos a la fe por el mismo Jesús:
La hemorroísa pensaba que “con solo tocarle el vestido se curaría”.
El milagro se hizo. Y Jesús le hace confesar en público su curación y le advierte:
“Tu fe te ha curado: vete en paz y con salud”.
Hagamos una pausa para meditar que, a lo mejor, nosotros que cada día comemos a Jesús en la Eucaristía, no cambiamos en nada.
En segundo lugar Marcos cuenta cómo el jefe de la sinagoga, Jairo, cayendo a los pies de Jesús muestra emocionado su amor paterno, diciendo:
“Mi niña está en las últimas; ven, pon las manos sobre ella, para que se cure y viva”.
En el camino unos enviados le dijeron:
“Tu hija ha muerto.  ¿Para qué molestar más al Maestro?”
Jesús, que lo escuchó, dijo al dolorido padre:
“No temas, basta que tengas fe”.
Si hay fe auténtica, hay esperanza en que Dios va a actuar.
Cuando llega Jesús con el padre y la multitud, dice a los que lloraban a la niña:
“Está dormida. No está muerta”.
La gente se reía de Él…
No olvides que, antes de reírse del que tiene fe, hay que pensarlo. Muchas veces nos equivocamos.
Jesús entra en la habitación y dice a la niña:
“Talitha qumi”, que significa: “Contigo hablo, niña levántate”.
Al oír la palabra de Dios, la niña se levantó y Jesús, que siempre tiene detalles amorosos, dijo a los familiares “que dieran de comer a la niña”.
Será bueno que, con el hombrecico del Evangelio, le digamos a Jesús:
“Señor, yo creo, pero aumenta mi fe”.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

23 de junio de 2018

EL MAYOR NACIDO DE MUJER


EL MAYOR NACIDO DE MUJER

Muchas personas saben de san Juan Bautista poco más o menos que el dicho: “Cuando san Juan baje el dedo”.
¡Qué poco! ¿No?
Ni siquiera saben que el dicho se refiere a la imagen que lo representa, señalando con el dedo a Jesús, que aparece en medio de la multitud y él comenta:
“Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
Y no bajará el dedo porque así lo dejó el mármol o el yeso…
Pero Juan Bautista es el más grande de los hombres, porque así lo definió Jesús:
“Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan Bautista”.
Se le llama “Precursor” porque fue delante de Jesús preparando al pueblo para recibirlo, como dijo su padre Zacarías el día que recobró el habla:
“Y tú niño irás delante del Señor para preparar sus caminos”.
Nació seis meses antes de Jesús, como se lo anunció el ángel Gabriel a María.
El día de su nacimiento es muy grande para la Iglesia, porque sabe que al nacer venía ya santificado por el encuentro que tuvo su madre Isabel el día que la visitó su prima María:
“En cuanto tu saludo llegó a mis oídos la criatura saltó de alegría en mi vientre”.
Precisamente porque es el único de quien conocemos que nació en gracia, celebramos su fiesta como “solemnidad”, la única dedicada a un nacimiento. Naturalmente excepto el de Jesús y de María.
Por ser solemnidad, a pesar de ser domingo, celebramos hoy a san Juan Bautista.
  • Prefacio
La Iglesia en el prefacio de esta fiesta nos hace un resumen de la grandeza del Bautista.
Les invito a meditar por qué recordamos la grandeza del Precursor, cuya imagen se encuentra en catedrales, templos grandes y pequeños, y en tantas casitas, aunque sea en una pequeña estampa.
Dios ha sido glorificado en este gran santo.
Ojalá nuestra vida también glorifique al Señor:
“Al celebrar hoy la gloria de Juan el Bautista, precursor de tu Hijo y el mayor de los nacidos de mujer, proclamamos tu grandeza.
Porque él saltó de alegría en el vientre de su madre, al llegar el Salvador de los hombres, y su nacimiento fue motivo de gozo para muchos.
Él fue escogido entre todos los profetas para mostrar a las gentes el Cordero que quita el pecado del mundo.
Él bautizó en el Jordán al Autor del bautismo, y el agua viva tiene, desde entonces, poder de salvación para los hombres. Y él dio, por fin, su sangre como supremo testimonio por el nombre de Cristo”.
  • Isaías
Se trata del segundo “cántico del siervo del Señor” que se refiere a Israel y la liturgia lo aplica al Bautista, porque ve en el relato algunas coincidencias:
+ “El Señor me llamó desde el vientre materno”.
+ “El que me formó desde el vientre como siervo suyo”.
+ “Te hago luz de las naciones para que mi salvación alcance hasta el confín de la tierra”.
  • Hechos
En los Hechos de los apóstoles San Pablo alaba la humildad de Juan Bautista:
“Yo no soy quien pensáis; viene uno detrás de mí a quien no merezco desatarle las sandalias”.
Él vino a bautizar a todos con un bautismo que no era sacramento, sino un acto de humildad.
Los bautizaba con agua, solo como “un bautismo de conversión”.
Pero no quiso engañar a nadie ni que pudieran confundirle con el Mesías. Por eso las palabras de humildad que hemos recordado antes.
En su humildad reconocía no merecer ni ser esclavo de Jesús, cuando afirmó:
“No soy digno de desatar la correa de sus sandalias”, que era oficio de esclavos.
  • Evangelio
Nos recuerda los comentarios del nacimiento de Juan en su pequeño pueblo Aim Karin, a la hora de ponerle el nombre.
Aunque para nosotros ese momento perdió su importancia familiar, en aquel tiempo sí la tenía.
De ahí la discusión de Isabel, y luego la del padre Zacarías cuando, milagrosamente, recuperó el habla en aquel momento, diciendo:
“Se va a llamar Juan”.
La conclusión que sacó el pueblo fue una realidad:
“¿Qué va a ser de este niño?
Porque la mano del Señor estaba con él”.
Pronto Juan se retiró al desierto para hacer penitencia y en su momento comenzó a evangelizar a todos, cumpliendo su peculiar misión: preparar el camino a Jesús.
Ten presente que tú también, desde el bautismo, tienes la misma misión que Juan Bautista.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

16 de junio de 2018

JESUCRISTO ES EL SEMBRADOR





JESUCRISTO ES EL SEMBRADOR

Hoy en el Aleluya encontraremos una de las claves para entender las lecturas bíblicas de este domingo XI del tiempo ordinario y de los siguientes, que nos traerán a reflexión muchas parábolas.
En efecto, en ellas veremos cómo Jesús, que es el Sembrador ha venido a sembrar. La semilla significa la voluntad de Dios manifestada en su Palabra.
Veremos cómo quien acoge la Palabra de Dios vivirá para siempre.
  •    Ezequiel
Con la parábola del Señor, que humilla y enaltece a Israel, nos hace ver que Dios es como el hortelano que poda sus árboles como quiere, secando al fuerte, frondoso y orgulloso y haciendo florecer al que parecía seco, pobre e inútil.
Qué bien nos viene a nosotros, siempre creídos y soberbios, la gran lección bíblica:
“Dios humilla a los orgullosos y enaltece a los humildes”.
  • Salmo 91
Es una invitación a agradecer a Dios y proclamar su misericordia porque exalta la vida del justo como un cedro frondoso del Líbano. Incluso nos enseña el salmo que el justo, en la vejez, puede seguir dando fruto para glorificar al Señor y proclamar su justicia:
“El justo crecerá como una palmera, se alzará como un cedro del Líbano: plantado en la casa del Señor crecerá en los atrios de nuestro Dios”.
  •  Carta a los Corintios
San Pablo nos habla de la debilidad presente mientras vivimos en el mundo y la gloria futura que espera a quienes han sido fieles.
Ahora caminamos “en este valle de lágrimas” en fe y no en visión.
Aunque Pablo reconoce que está “en el cuerpo” de buen ánimo, también reconoce que su deseo es llegar al encuentro con Cristo para siempre.
La lectura de hoy, breve pero profunda, nos hace pensar en lo que sucederá con nosotros después de esta vida.
La teología nos habla de los estados definitivos y ambos posibles:
O con Dios para siempre o al infierno, si no lo aceptamos como nuestro Dios y Señor.
Hay también un tiempo de purificación para quienes mueren en gracia pero no han sido totalmente purificados.
Esto sucederá en el purgatorio, estado de purificación temporal que nos abrirá las puertas a la alegría de Dios.
Pablo enseña que ese estado se definirá “ante el tribunal de Cristo… para recibir cada cual lo que haya hecho, mientras tenía este cuerpo sea en bien o en mal”.
No quiero que pase desapercibidas estas bellísimas y profundas palabras del apóstol:
“Así pues, siempre llenos de buen ánimo y sabiendo que, mientras habitamos en el cuerpo, estamos desterrados lejos del Señor, caminamos en fe y no en visión. Pero estamos de buen ánimo y preferimos ser desterrados del cuerpo y vivir junto al Señor”.

  • Evangelio
Estará bien que recordemos que una parábola es una comparación que hace Jesús, tomando las cosas temporales que conocen muy bien sus oyentes, normalmente campesinos, y las aplica a las verdades del Reino que Él quiere que entiendan y puedan vivir esos oyentes.
Hoy nos habla de la semilla en general y del grano de mostaza.
En cuanto a la semilla en general, nos encontramos con un pensamiento digno de meditación que nos vale cuando sentimos la impaciencia porque no crecen las plantas, ni los niños, ni la empresa a la velocidad que quisiéramos:
“El hombre echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo sin que él sepa cómo.
La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano”.
Después irá el campesino a cosechar.
Todo evangelizador lleva la Palabra de Dios por el mundo, para que el Reino de los cielos crezca y llegue a todos.
El evangelizador debe sembrar y esperar con fe que coseche Dios, que es el único Señor.
Debemos confiar siempre que esa semilla del Reino lleva dentro el germen del Espíritu Santo que no tendrá límites.
Te invito, amigo, a profundizar en esta temporada, en las distintas parábolas que nos propondrá la liturgia para conocer así un poco mejor cómo se construye el Reino de Dios.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

9 de junio de 2018

AL ESCONDITE CON DIOS

AL ESCONDITE CON DIOS
En este domingo décimo del tiempo ordinario, les invito a romper los esquemas de siempre y a compartir unos pensamientos sueltos, tomados de las lecturas propias del día que sin duda nos ayudarán a todos.
  •  Al escondite con Dios
Nos cuenta la Escritura que Dios, al atardecer, se paseaba en el paraíso como un amigo con Adán y Eva.
Un buen día viene Dios a conversar con Adán. Dios tiene que llamarlo, preguntando:

  • “¿Dónde estás?”
La respuesta de Adán es la del pecador que se esconde avergonzado:
“Oí tu ruido en el jardín y me dio miedo porque estaba desnudo”.
Así es, amigos, el pecado nos hace huir de Dios y no solo de Dios, sino también de nuestros seres queridos, sobre todo de los más íntimos.
Pero la bondad de Dios va más allá y siempre irá más allá de nuestro pecado.
El mismo jardín que oyó la respuesta avergonzada del pecador fue testigo de las palabras que prometían la salvación en una mujer que, en su descendencia, aplastaría la cabeza de la serpiente.
El pecado había herido al hombre y la misericordia lo tomaba en sus manos.
  •  Lo que no se ve es eterno
Aunque parezca raro, nosotros, que nos sentimos arrastrados por lo que se ve hasta la entrega total incluso, a veces, del alma, oímos hoy a San Pablo que nos dice:
“Lo que se ve es pasajero. Lo que no se ve es eterno”.
¿Cuándo aprenderemos esto?
Parece que toda nuestra naturaleza está en contra de los valores del espíritu que son los únicos que, trascendiendo el tiempo, nos regalan la eternidad.
  •   La fuente de la misericordia
Anteayer recordábamos al Corazón de Jesús como fuente de misericordia.
El salmo de hoy (129) nos advierte:
“Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa”.
Amigo, espera en el Señor, espera en su Palabra. Dios llega siempre, como el sol, cada día que amanece.
  •         Atraeré a todos
Jesús, el rechazado, incluso el tratado como un “maldito”, nos dijo y lo ha cumplido:
“Cuando yo sea elevado sobre la tierra atraeré a todos hacia mí”.
  •         La familia de Jesús
San Marcos nos presenta a la familia de Jesús que llega para llevárselo diciendo que no estaba “en sus cabales”.
Jesús terminará explicándonos que su decisión al venir a este mundo es ampliar su familia de un extremo al otro de la tierra.
Su familia se tiene que distinguir por una “manía”. La misma que Él tuvo cuando llegó a este mundo y dijo a su Padre:
“He aquí que vengo a hacer tu voluntad”.
También dijo: “Mi alimento es hacer la voluntad del Padre”.
Hoy nos dice a todos:
“El que cumple la voluntad de Dios, ese es mi hermano y mi hermana y mi madre”.
Fíjate bien en qué sentido tan profundo tú puedes llegar a ser “la madre” (por la ternura y cercanía) de Jesús, cumpliendo simplemente lo que rezas tantas veces en el padrenuestro: “Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”.
  •  Belzebú
Era un Dios pagano.
Para los hebreos era el nombre que daban al príncipe de los demonios.
  • Pecado contra el Espíritu Santo
Algunos se extrañan que Jesús diga que no tienen perdón los pecados contra el Espíritu Santo.
Esto no quiere decir que tenga ningún recorte la misericordia de Dios. Todo el que se arrepiente, será perdonado, porque la misericordia es infinita.
Lo que se entiende por “pecado contra el Espíritu Santo” propiamente es la actitud del pecador que niega el pecado y niega querer arrepentirse rechazando la misericordia.
No es que Dios no perdone, sino que el pecador rechaza la misericordia y se niega a arrepentirse gozándose en el pecado mismo. Porque si Jesucristo vino al mundo, fue precisamente para perdonar a todos, con tal que acepten su perdón y misericordia.
Procuremos pedir a Dios muy sinceramente por esta sociedad que está metida precisamente en esta rebeldía contra Dios, blasfemando directamente contra Él y contra el Espíritu Santo y no solo con palabras sino también con acciones de auténtica rebeldía contra Dios.

José Ignacio Alemany Grau.

2 de junio de 2018

SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO




SOLEMNIDAD DEL CUERPO Y LA SANGRE DE CRISTO

La Iglesia celebró con amor indecible la Pascua de Jesucristo en Semana Santa: su muerte y resurrección. Con la fiesta de Pentecostés terminó el tiempo pascual.
Pero ahora quiere que sus hijos celebremos solemnemente lo que meditamos en aquel agridulce recuerdo que iba envuelto en la penitencia de cuaresma y de los días santos.
Con este fin nos invita a celebrar estas grandes fiestas fuera de cuaresma y pascua para que sus hijos saquemos provecho de esos misterios importantes que son:
+ Jesucristo Sumo y eterno Sacerdote, que es el autor y víctima de nuestra redención.
+ La Trinidad, las tres divinas Personas que son un único Dios y fuente de todo don.
+ El Corpus Christi – la Eucaristía – el gran regalo de Jesús a sus amigos.
+ El Corazón de Jesús, fuente inagotable de todo don.
Hoy meditaremos las dos alianzas que Dios ha celebrado con la humanidad. La primera y transitoria con la sangre de animales, como nos referirá Moisés y la segunda y definitiva que hizo Jesús con su sangre preciosa el día de Jueves Santo.

  • Exodo
La lectura nos muestra la primera alianza celebrada por Dios con su pueblo.
En resumen leemos:
+ La acción de Moisés rociando con la sangre de víctimas animales, por un lado al altar y por otro lado al pueblo.
+ Moisés, después del sacrificio, presenta a todo el pueblo la palabra de Dios y sus preceptos.
+ El pueblo se compromete con Dios diciendo:
“Haremos todo lo que dice el Señor”.
+ Moisés confirma:
“Esta es la sangre de la alianza que Dios hace con ustedes”.
Se trata de una alianza temporal y símbolo de la que hará Jesucristo.

  • Salmo 115
“Alzaré la copa de la salvación invocando el nombre del Señor”.
A continuación vienen solo tres versículos del salmo que, por cierto, es bastante largo, y nos indica la mejor forma de “pagar al Señor todo el bien que me ha hecho”.
La copa de gratitud de que habla el salmista es ahora el cáliz que ofrecemos a Dios; no como la ofrenda de sangre de animales, sino con la sangre de Cristo en la Eucaristía.


  •  Hebreos
Esta carta nos recuerda la sangre del Antiguo Testamento que era de animales y, aunque devolvía la pureza externa a los que la ofrecían, nunca pudo purificar al hombre del pecado cometido contra Dios.
A continuación nos habla de Cristo, el único Sumo y Eterno Sacerdote que ofrece su sangre al Padre para purificar la humanidad caída.
Jesús sí “purifica nuestra conciencia de las obras muertas y nos lleva a dar culto al Dios vivo”.
La sangre de Cristo es de verdad “la sangre de la nueva y eterna alianza”, como oímos cada vez que celebramos la santa Misa.

  • Aleluya
Nos lleva a la sinagoga de Cafarnaúm donde Jesús promete “el pan vivo que ha bajado del cielo” y que es Él mismo.
Debemos tomar conciencia de que, en la Iglesia de Jesús ,la vida eterna depende de comulgar:
“El que come de este pan vivirá para siempre”.
¿Y tú, amigo, comulgas? ¿Lo haces con frecuencia?
Te invito a meditar estas palabras de Jesús en Jn 6. ¡Es maravilloso!

  •   Evangelio
San Marcos nos relata el sacrificio de Cristo en el Jueves Santo:
“Mientras comían Jesús tomó un pan, pronunció la bendición y se lo dio diciendo: Tomad, esto es mi cuerpo”.
Jesús les ofrece después una copa con vino y les dice:
“Esta es mi sangre, sangre de la alianza derramada por todos”.
Fiel al pedido de Jesús que repiten los distintos textos bíblicos, “haced esto cada vez que lo bebéis en memoria mía” la Iglesia primitiva empezó muy pronto, por fidelidad al mandato de su Maestro, a celebrar la Eucaristía que es el corazón de la esposa de Jesús.
Lo esencial de esta celebración no ha variado a pesar de los siglos transcurridos.

José Ignacio Alemany Grau, obispo