29 de septiembre de 2016

¡SEÑOR, AUMÉNTANOS LA FE!

Reflexión homilética para el XXVII domingo del Tiempo ordinario, ciclo C
En este domingo la liturgia nos invita a reflexionar sobre la fe y pedir al Señor (hasta con gritos): “¡aumenta mi fe!”.
*        El profeta Habacuc
Posiblemente el nombre corresponda a una planta, la albahaca.
Su libro es un diálogo entre el profeta y Dios.
Es posible que haya escrito a principios del siglo VII antes de Cristo.
El párrafo de hoy ha unido unos versículos del capítulo primero y otros del segundo.
En la primera parte el profeta grita a Dios: “¿hasta cuándo clamaré, Señor, sin que me escuches?... ¿por qué me haces ver desgracias?”
Por su parte el Señor le responde:
“Escribe la visión… grábala en tablillas, de modo que se lea de corrido… el injusto tiene el alma hinchada pero el justo vivirá por su fe”.
Este versículo último es el que más repetimos:
“El justo vive de la fe”.
Podemos encontrarlo dos veces en San Pablo (Rm 1,17; Ga 3,11) donde explica claramente que el contenido de esta fe de la que vive el justo es Cristo Jesús, nuestro Redentor que pasó por la muerte a la resurrección.
También la carta a los Hebreos (10,38) nos repite “el justo vive de la fe, pero si se arredra le retiraré mi favor”.
*        El salmo responsorial
Ya sabemos el sentido de la palabra “hoy” en la Biblia.
En Dios todo es un presente y para nosotros sus palabras cada día son nuevas.
Este salmo (94) nos invita a la conversión y nos urge para que sea hoy y no quiere que repitamos con nuestra vida las palabras del famoso soneto de Lope de Vega:
“Cuántas veces el ángel me decía:
Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía,
y cuántas, hermosura soberana
mañana le abriremos, respondía
para lo mismo responder mañana”.
Medita: Ojalá escuches “hoy la voz del Señor: no endurezcas tu corazón”.
No imitemos a tantos seres humanos que a través de la historia rechazaron a Dios “aunque habían visto sus obras”.
*        San Pablo
Escribiendo la segunda carta a Timoteo nos deja unas frases muy bellas en este día en que meditamos sobre la fe.
En primer lugar, sabemos que Pablo ha puesto toda su fe en Jesucristo. Para él “Jesucristo es el primero en todo”, por eso en el versículo anterior a la segunda parte de la lectura de hoy, le dice con toda alegría a Timoteo: “sé de quién me he fiado”. “Estoy persuadido de que tiene poder para velar por mi depósito (la fe)”.
Y él a continuación pide a Timoteo: “ten por modelo las palabras sanas que has oído de mí en la fe y el amor que tienen su fundamento en Cristo Jesús”.
Quiero recalcar que medites cómo para Pablo Jesucristo es la única clave de su vida. Por eso añade a Timoteo: “vela por el precioso depósito con la ayuda del Espíritu Santo que habita en nosotros”.
Qué maravilla, amigo, pensar en la inhabitación del Espíritu Santo dentro de ti y cómo Él es el que te mantiene en la fe.
*        El Evangelio
Buena oración para nosotros en este día de la fe.
Los apóstoles, un buen día, no sabemos por qué motivo, le dicen a Jesús una oración simple que nos vendrá bien repetir con frecuencia: “auméntanos la fe”.
La respuesta de Jesús va más allá de la petición de los apóstoles: “si tuvierais fe como un granito de mostaza, diríais a esa morera: arráncate de raíz y plántate en el mar”.
Con esto enseña Jesús que, si nuestra fe en Dios fuera auténtica, haríamos milagros inimaginables.
La comparación entre la fe y la mostaza parece extraña, pero más difícil parece que de algo tan pequeño e insignificante, como los granitos de mostaza que comen mis canarios cada día, pueda salir un arbolito en el que aniden los pájaros.
Lucas presenta a continuación una especie de parábola que no tiene que ver con el tema de hoy, en la que nos dice que cumplamos con nuestro deber sin ningún tipo de orgullo y ni siquiera esperar recompensa, por eso al terminar nuestras obligaciones debemos decir en humildad: “somos pobres siervos, hemos hecho lo que teníamos que hacer”.
Que nos quede como recuerdo de este día vivir una fe profunda acompañada de la humildad.
José Ignacio Alemany Grau, obispo

23 de septiembre de 2016

DIOS DEFIENDE A QUIENES LOS HOMBRES DESPRECIAN

Reflexión homilética para el XXVI domingo del Tiempo ordinario, ciclo C
La idea central de este domingo está muy clara:
La misericordia de Dios no acepta las injusticias de los hombres.
*       El profeta Amós
En un pueblito cerca de Belén nació el profeta Amós.
Él dice de sí mismo que “no soy profeta ni hijo de profeta. Yo era pastor y cultivador de sicomoros”.
Pero el Señor mismo lo envió a profetizar a mediados del siglo VIII antes de Cristo.
El párrafo de hoy nos muestra las grandes diferencias sociales entre los que tenían toda clase de riquezas y los que no tenían nada.
La descripción que hace el profeta de la vida de los ricos es impresionante.
“Os acostáis en lechos de marfil; arrellenados en divanes, coméis carneros del rebaño y terneras del establo; canturreáis al son del arpa; inventáis como David instrumentos musicales; bebéis vino en copas; os ungís con perfumes exquisitos…”
Estos que tienen tanto dinero no se preocupan de la enorme pobreza del pueblo.
¿No es esto lo que pasa también entre nosotros?
Cuántos tienen todo tipo de riquezas y no se preocupan de los que mueren de hambre.
El profeta anuncia el castigo de Dios que vendrá a los de su tiempo:
“Irán al destierro a la cabeza de los deportados y se acabará la orgía de los disolutos”.
¡Mucho más bello es compartir generosamente ahora que es tiempo de misericordia!
*       El Salmo 145
El salmo responsorial de hoy empieza en la segunda parte del versículo 6. Nos presenta al Dios fiel que hace justicia:
“Él hace justicia a los oprimidos, Él da pan a los hambrientos, el Señor liberta a los cautivos… abre los ojos al ciego… sustenta al huérfano y a la viuda… Él mantiene fidelidad perpetuamente”.
Como vemos el párrafo subraya la bondad del Dios amor que hace justicia a los hombres despreciados y marginados por los ricos.
*       Pablo a Timoteo
Es un bello párrafo que escribe Pablo apóstol a su “querido hijo” en la fe a quien él mismo ordenó obispo:
La enseñanza es muy buena y lo que pide Pablo a Timoteo, debemos pensar que nos lo dice también a nosotros.
Frente a las falsas doctrinas que había entonces, le pide:
“Practica la justicia, la fe, la piedad, el amor, la paciencia, la delicadeza…”
Después lo invita a combatir el buen combate de la fe y a conquistar la vida eterna.
Finalmente, en virtud de la confianza que se han tenido siempre, Pablo lo emplaza:
“Te insisto en que guardes el mandamiento sin mancha ni reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo”.
*       Verso aleluyático
El verso aleluyático es el mismo de la semana pasada.
Pablo nos pone como modelo de desprendimiento a Jesús, que “siendo rico, se hizo pobre, para enriquecernos con su pobreza”.
Si tú tienes muchos bienes da gracias a Dios porque es una bendición fruto de tu trabajo, pero comparte esos bienes con generosidad entre los que no tienen.
*       El Evangelio
Hoy nos encontramos con una parábola conocida que cada uno de nosotros puede meditar largamente.
Veamos algunos detalles:
Jesús da nombre al pobre, Lázaro, que significa “Dios ha ayudado”.
En cambio al rico no le da nombre, simplemente lo llama Epulón, que significa “comilón”.
¿Qué pensarían los fariseos que se burlaban de Jesús, según Lucas, “los fariseos que eran amigos del dinero, estaban escuchando todo esto y se burlaban de Él”?
El rico tacaño banqueteaba a diario.
Para el pobre, echado en su portal afeando el ambiente, no había nada, ni las sobras de la comida del rico.
Jesús aumenta el contraste añadiendo que “hasta los perros venían y le lamían las llagas” a Lázaro.
Mueren los dos y el pobre va al seno de Abraham mientras el rico va al infierno.
La eternidad (¡que sí existe!) no es igual para todos. También esto hay que meditarlo.
Jesús presenta al rico reclamando a Abraham una gota de agua y al pobre feliz.
¿Has pensado en tu futuro más allá del tiempo?
Ahora puedes escoger.
Pero no esperes revelaciones que siempre engañan.
La revelación verdadera de Dios terminó con el Apocalipsis.
Gracias, Jesús, por hablarnos con tiempo para que podamos prepararnos a una eternidad feliz contigo.
José Ignacio Alemany Grau, obispo

14 de septiembre de 2016

ASTUCIA SÍ, PERO PARA HACER EL BIEN

Reflexión homilética para el XXV domingo del Tiempo ordinario, ciclo C
La liturgia de hoy nos ayuda a descubrir el trato que debemos tener con los pobres. Mientras algunos seres humanos abusan de ellos, Dios es todo misericordia.
*        El profeta Amós
“La canasta de fruta madura” que presenta el profeta Amós, unos versículos antes de la lectura de hoy, viene a ser como un presagio sobre el futuro del pueblo de Dios que ya colmó la medida de sus pecados.
En la lectura de hoy profetiza Amós el castigo del Señor para los que oprimen a los pobres y humildes.
¿Cuál es el pecado de ellos?
El texto bíblico nos presenta una página que lamentablemente nos parece familiar:
*        Quitar la tierra a los humildes.
*        Vender aumentando el precio y quitándole peso con balanzas falsificadas.
*        Vender hasta el salvado del grano (digámoslo con humor) que nos hacen comer hoy las nuevas dietas, cosa que entonces era inimaginable.
*        Salmo responsorial
Dios, en cambio, tiene a los pobres como a sus predilectos y los defiende.
El salmo (112) es el primero de los seis salmos del famoso Hallel del que tantas veces hemos oído hablar. Jesús los rezó al final de la cena de pascua.
Se trata de unos salmos que nos ayudan a cumplir una de las obligaciones más grandes que tenemos para con Dios: ¡Alabarlo!:
“Alabad siervos del Señor, alabad el nombre del Señor.
Bendito sea el nombre del Señor ahora y por siempre: de la salida del sol hasta su ocaso, alabado sea el nombre del Señor”.
Después de glorificar al Señor vemos cómo este salmo, en contraposición al texto de Amós, nos enseña la ternura de Dios en la manera de tratar a los pobres:
“Levanta del polvo al desvalido, alza de la basura al pobre, para sentarlo con los príncipes, los príncipes de su pueblo”.
*        San Pablo nos pide que aprendamos a rezar por todos, porque  “Dios quiere que todos se salven y lleguen al conocimiento de la verdad”.
Y concreta por quiénes debemos ofrecer nuestra oración. (Posiblemente nos llame la atención quiénes son estas personas):
“Por los reyes y por todos los constituidos en autoridad”.
Interesante: todos criticamos a los que nos gobiernan. ¿No sería más eficaz rezar por ellos? Gobernarían mejor.
Con las críticas negativas no conseguimos nada… Si rezamos por ellos “podremos llevar una vida tranquila y apacible, con toda piedad y decoro”. Esto le gusta a Dios.
También nos enseña el apóstol cómo debemos rezar:
“Te ruego, lo primero de todo, que hagáis oraciones, plegarias, súplicas  y acciones de gracias por todos”.
Quiere también que pidamos por toda la humanidad. El deseo de Dios, que quiere la salvación de todos los hombres, movía a Pablo a evangelizar “a tiempo y a destiempo”.
Quiera Dios que sintamos también nosotros ese celo que inquietó a San Pablo hasta repetir  con él:
“¡Ay de mí si no evangelizo!.
*        El verso aleluyático nos enseña hasta qué punto llega la predilección de Jesús por los pobres y desvalidos, para redimirlos del pecado y de la muerte:
“Jesucristo siendo rico se hizo pobre para enriqueceros con su pobreza”.
*        El Evangelio nos cuenta una parábola interesante.
En ella Jesús no alaba al administrador porque supo robar a su señor, sino por la astucia con que actuó.
La astucia era admirada en la antigüedad. Recordemos cómo actuó Abraham cuando llegó a Egipto, diciendo que su esposa era su hermana, para evitar que lo mataran.
José, con mucho ingenio, obtuvo de Jacob la bendición de la primogenitura que le correspondía a Esaú, por haber salido el primero del seno materno.
Los seguidores de Jesús no debemos ser necios. Él nos pidió más bien que seamos “astutos como serpientes”.
Debemos continuar la obra de Dios y superar todos los problemas que encontremos en el camino.
Al final de su parábola Jesús nos da un consejo muy importante aunque en la práctica no solemos tenerlo en cuenta, porque preferimos “poder contar” con distintas personas...
Esto dice el Señor:
“Ningún siervo puede servir a dos amos porque, o bien aborrecerá a uno y amará al otro, o bien, se dedicará al primero y no hará caso del segundo”.
Es Jesús mismo el que saca la conclusión de sus palabras:
“No podéis servir a Dios y al dinero”.
El dinero esclaviza y Dios libera.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

7 de septiembre de 2016

DIOS TE BUSCA

Reflexión homilética para el XXIV domingo del Tiempo ordinario, ciclo C
Este es un domingo especial para la liturgia sobre todo en el año de la misericordia que estamos celebrando:
Dios manifiesta su misericordia en que nos busca a cada uno.
Precisamente a las tres parábolas de hoy se las llama “parábolas de la misericordia”, como habrás leído en la bula del Papa Francisco:
Es el amor de Dios que se hace el encontradizo en cada momento de nuestra vida y para conseguir nuestro corazón envía al Verbo  que se hizo hombre y camina por nuestros desiertos y caminos, como el mejor amigo.
*       El capítulo 15 de Lucas es un párrafo del Evangelio siempre conocido y vuelto a meditar:
*El pastor busca la oveja. Ya sabemos a quién representa cada uno:
A Dios y a ti (o a mí).
La oveja se escapa. El pastor la busca hasta que la encuentra. Al encontrarla no la deja mal… la pone amorosamente sobre sus hombros y grita a los vecinos:
“Felicitadme, encontré la oveja que se me había perdido”.
¡Qué delicado! Se echa la culpa a sí mismo.
*La dracma y la mujer. El caso es similar al anterior con matices distintos y la delicadeza del Señor que busca. Cuando la encuentra reúne a las amigas para compartir su gozo:
“¡Felicitadme! He encontrado la moneda que se me había perdido”.
En ambos casos Jesús saca la misma conclusión: la alegría en el cielo por el encuentro.
*En la tercera parábola del capítulo, encontramos muchos y emocionantes detalles:
El hijo pequeño quiere libertad y rompe los lazos familiares. Ya no volverá más y pide la herencia que le corresponde.
El padre no pone obstáculos. Tiene más experiencia del corazón humano y sabe que regresará.
El muchacho sale. Malgasta todo. No encuentra trabajo. Apenas le mandan cuidar unos chanchos y… decide volver.
Jesús da a entender que el padre siempre miraba el camino por donde se fue el pródigo.
Un día “lo ve de lejos, se conmueve. Echa a correr. Se le echa al cuello y se puso a besarlo”.
El hijo nunca pensó que el Padre lo buscaba cada día con los ojos ancianos pero con el corazón amoroso.
Y todo fue fiesta.
En medio de la alegría comunitaria, el Padre tiene que salir también a buscar al hermano mayor que no quiere entrar, pensando en la gran injusticia de hacer fiesta porque regresó el malcriado después de malgastar toda su fortuna.
El “hijo fiel” ofendió a su Padre y al pequeño. “El padre salió e intentaba persuadirlo…”
Así es ese padre que claramente representa a Dios: sale a buscar al que parecía tan bueno y al que actuó tan mal.
En el corazón de Dios cabemos todos: tú y yo también. Nos busca siempre.
No es el hombre quien busca a Dios sino Dios quien busca a sus criaturas a las que regaló su imagen y semejanza.
Y ahora una mirada sobre los otros textos del día.
*       El Éxodo nos presenta al pueblo de Israel que se aparta de Dios cometiendo una grave idolatría al postrarse ante “un novillo de metal” (el becerro de oro).
Moisés intercede y Dios acoge y perdona.
Reflexiona los bellos detalles de la oración que hace el gran caudillo Moisés.
*       San Pablo con toda humildad nos cuenta cómo vivía tan lejos de Dios… y “Dios tuvo compasión de mí y derrochó su gracia en mí dándome la fe y el amor en Cristo Jesús”.
Pablo nos invita a abrirnos a ese Dios que busca, trayendo su perdón y misericordia:
“Podéis fiaros y aceptar sin reserva lo que os digo: Cristo vino al mundo para salvar a los pecadores”. Es Jesús el enviado de Dios para buscar en su nombre.
*       El salmo responsorial nos invita a todos a ponernos en camino para encontrarnos a ese Dios que nos busca “porque nos amó primero”.
Repetiremos esta frase del Evangelio de hoy: “Me pondré en camino adonde está mi Padre”.
Se trata del salmo 50. La gran oración del arrepentimiento y vuelta a los brazos de Dios.
Pidamos con el salmista: “crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu firme”.
Amigo, si Dios te busca, vuélvete hacia Él: lo tienes junto a ti.
José Ignacio Alemany Grau, obispo

2 de septiembre de 2016

¡QUÉ GRANDE ERES SEÑOR!

Reflexión homilética para el XXIII domingo del Tiempo ordinario, ciclo C
*       El párrafo de la Sabiduría pertenece al capítulo 9 del libro de este nombre.
Después de hablar largamente de lo que es la Sabiduría, el hagiógrafo (escritor sagrado) hace una bellísima oración a Dios para pedirle la Sabiduría.
Esta oración nos lleva a pensar en la sabiduría que Salomón pidió a Dios cuando lo nombró rey.
En los versículos de hoy aparece clara la limitación humana, incapaz de penetrar en la sabiduría de Dios y comprenderlo a Él o sus planes.
Según él nuestros pensamientos son mezquinos e incluso nos presenta el cuerpo como lastre del alma a la que impide captar a Dios.
Pidamos a Dios que nos dé su Espíritu Santo para poder actuar según sus planes.
*       Salmo responsorial
Es el 98 y enseña cómo ese Dios maravilloso es el dueño de la creación y de manera especial de la vida de los hombres.
Por eso nuestra oración se eleva hoy para reconocer nuestra pequeñez y al mismo tiempo pedirle que Él sea nuestro refugio durante toda nuestra vida.
El salmo además nos presenta las limitaciones humanas con lo cual resalta lo poderoso que es Dios y nuestra necesidad de Él:
“Mil años en tu presencia son un ayer que pasó; una vigilia nocturna”.
Si nuestra vida es limitada, que Dios nos dé un corazón sensato.
“Baje a nosotros la bondad del Señor... por la mañana sácianos de tu misericordia”.
*       San Pablo
Filemón era un hombre importante. Tenía un esclavo llamado Onésimo. Este se escapó y al calor del corazón de Pablo se convirtió al cristianismo. Por eso Pablo lo llama hijo y porque estuvo acompañándolo en la prisión.
Pablo hubiera deseado quedarse con él “en esta prisión en que sufro por el Evangelio”.
Pero comprende que Onésimo debe regresar a donde su amo, aunque no como esclavo, sino a servir ahora como un hermano en la fe.
Todo esto explica la ternura que pone Pablo en su pequeña carta para pedir a Filemón que acoja a Onésimo.
Filemón le dio la libertad y éste regreso con San Pablo. Onésimo llegó a ser obispo de Bizancio y ha sido considerado un gran santo de los primeros tiempos de la Iglesia.
*       Aleluya
Es un pedido a Dios en el que el salmista, a la luz del Antiguo Testamento, le pide el regalo de ver su rostro. Ese rostro por el que la humanidad suspira continuamente a través del libro de los salmos.
Pide también el conocimiento de la ley que, como sabemos, es el eje de la espiritualidad del Antiguo Testamento.
*       Evangelio
Jesús sigue caminando hacia Jerusalén acompañado por mucha gente.
En un momento determinado se vuelve hacia ellos para explicarles cuál debe ser su actitud como discípulos suyos.
Una sencilla aclaración nos dan los exegetas.
Literalmente el texto evangélico dice quien no “odia” a su… familia. Como es demasiado duro el texto que hoy leemos dice “y no pospone”… a su familia…
La razón es que en arameo no existe la palabra “preferir”, de ahí la conveniencia de explicar el pensamiento de Jesús y de evitar esa palabra tan fuerte.
El pedido de Cristo es lógico.
Él está por encima de la familia y de los bienes materiales.
Es, como dice san Pablo, “el primero en todo”.
Dicho esto lo que pide Jesús a quienes quieran ser sus discípulos es:
*Preferirlo a Él por encima de la familia.
*Cargar la cruz en pos de Él.
A continuación Jesús pone dos sencillas parábolas (la del constructor y la del rey) para que hagamos conscientemente lo que pide Jesús a sus discípulos.
Él mismo saca la conclusión:
“El que no renuncia a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío”.
Todo esto lo puede pedir únicamente Jesús, porque es verdadero Dios.
Señor, danos sabiduría para conocerte y preferirte a todo cuanto existe, porque siendo discípulos tuyos, encontraremos la felicidad y la satisfacción de nuestra realización plena.
José Ignacio Alemany Grau, obispo