23 de enero de 2016

Reflexión homilética para el III domingo del Tiempo Ordinario, ciclo C


MIS RESPETOS: ¡TÚ ERES UN UNGIDO!

Un domingo en cuatro actos:

Primer acto
Cuenta la historia de Israel que al regreso de Babilonia, la mayor parte de los israelitas ya no se acordaba de la ley del Señor.
Esdras, sacerdote y Nehemías el gobernador, junto con los levitas, reunieron a todo el pueblo y leían solemnemente el libro de la Torá (ya sabes, se trata del “Pentateuco” o los “libros de la ley”).
El pueblo se puso respetuosamente de pie.
Escuchaba y escuchaba; y comenzó a llorar y llorar a gritos.
Esdras, Nehemías y los levitas hicieron todo lo posible por calmar al pueblo arrepentido:
“Hoy es un día consagrado a nuestro Dios: no hagáis duelo ni lloréis”.
Y al final los despidieron con esta invitación:
“Andad, comed buenas tajadas, bebed vino dulce y enviad porciones a quienes no tienen, pues es un día consagrado a nuestro Dios. No estéis tristes pues el gozo en el Señor es vuestra fortaleza”.
Gran lección para nosotros que vemos cómo a veces los domingos se lee la Biblia de cualquier manera y se escucha sin atención, esperando el momento de decir “te alabamos Señor” sin saber en realidad porqué lo decimos.
Amigos, amemos, respetemos y pongamos en práctica la Palabra de Dios.

Segundo acto
Pablo nos pregunta “¿si tu cuerpo entero fuera ojo, cómo oiría? ¿Si el cuerpo entero fuera oído, cómo olería?
Con esta comparación nos hace ver que en la Iglesia de Jesús pasa algo así como en el cuerpo humano: todos nos necesitamos, todos somos importantes.
Cada uno en la función propia que se le ha asignado.
Además, en este cuerpo, Cristo es la cabeza, es decir, el más importante, el que da la vida a todos, como sucede con la cabeza de nuestro cuerpo.
Muchas veces llamamos Cuerpo místico a esta realidad para entenderlo mejor.
¿Te has dado cuenta que eres importante, quien quiera que seas y hagas lo que hagas?
Perteneces al cuerpo de Cristo, ¿desde cuándo?
Sigue leyendo. Te lo dirá Jesús más adelante.

Tercer acto
¡Excelentísimo lector!
Lee el Evangelio de hoy. Fíjate que comienza así:
“Excelentísimo Teófilo: muchos han emprendido la tarea…”
¿Quién es ese Teófilo tan importante a quien Lucas llama “excelentísimo”?
Los exegetas (los que estudian la Sagrada Escritura) a veces lo entienden como el nombre de un importante destinatario del tercer Evangelio que tenía el nombre de Teófilo.
Pero la mayor parte entiende por Teófilo lo que significa literalmente: “amigo de Dios”.
En ese caso todos los lectores (tú también) somos “excelentísimos” para Lucas, nuestro compañero del ciclo C (este año).
Te invito a leerlo así:
         “Excelentísimo Teófilo, amigo de Dios...” y añade tu nombre.
Mis respetos amigo lector.
Lee y medita con cariño este tercer Evangelio que Dios te ofrece por medio de Lucas.

Cuarto acto
El pasaje evangélico que hoy nos da San Lucas dice así:
Jesús llega a Nazaret. Va a la sinagoga. Toma el rollo de la Escritura y lee:
“El Espíritu del Señor está sobre mí porque Él me ha ungido…”
Enrolla el libro. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en Él, que dijo: “hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír”.
Muchas veces llamamos “Cristo” a Jesús. No olvides que Cristo significa ungido, Jesús es el ungido del Señor.
Te invito a profundizar: tú, amigo, eres un ungido.
¿Desde cuándo?
Desde el bautismo.
Considera tu grandeza. Agradece a Dios y actúa como un ungido por Dios al servicio de los hombres.

José Ignacio Alemany Grau, obispo