27 de agosto de 2015

Reflexión homilética para el XXII domingo del Tiempo Ordinario, ciclo B

SANTA ROSA DE LIMA

Este año tenemos el regalo de poder conocer el verdadero rostro de Santa Rosa de Lima, resultado del análisis que se ha hecho del cráneo de la Santa.
En efecto, hace algunas semanas un grupo de científicos y estudiosos (odontólogos, antropólogos forenses y especialistas en levantamientos de cráneos) de Brasil y del Perú, sometieron a diversos exámenes y estudios los cráneos de los santos peruanos, Santa Rosa, San Martín y San Juan Macías.
El estudio fue promovido por la parroquia Santa Rosa del Guaruja, Brasil, en coordinación con los Padres Dominicos de la Iglesia de Santo Domingo de Lima.
Los científicos concluyeron que el rostro corresponde a los datos y a las pinturas que se conocen de la Santa: “Era una mujer bonita, con rasgos suaves y el rostro bien distribuido… sus ojos eran grandes y redondos. Una simetría que podemos llamarla perfecta”.
Si esta fue la belleza del rostro de Santa Rosa que precisamente su madre descubrió cuando se encontraba en su cuna, dándole el nombre de Rosa en vez de Isabel…
Hoy la liturgia nos ayuda a descubrir su belleza interior aplicándole estos textos bíblicos:

*      El Eclesiástico (3,16-24) nos habla de unas virtudes que ciertamente tuvo nuestra Santa:
- El cuidado de la familia, conocemos que ella trabajaba con mucho sacrificio  para sacar adelante la economía doméstica.
- La humildad, “cuanto más grande seas más debes humillarte y alcanzarás el favor del Señor… Él revela sus secretos a los mansos”.
La Santa cumplió también con esta orientación bíblica: “actúa con humildad en tus quehaceres y te querrán más que al hombre generoso”.
Santa Rosa glorificó a Dios precisamente por su humildad, según el Eclesiástico “el Señor es glorificado por los humildes”.
- Finalmente aconseja el Eclesiástico “no te afanes por lo que supera tus capacidades… pues a muchos desvió su presunción”.
Sabemos que la presunción destruye a la persona, en cambio la sencillez de Santa Rosa la llevó al conocimiento e intimidad con Jesús que llegó a escogerla como esposa: “Rosa de mi corazón tú eres mi esposa querida”.
Como Santa Rosa preocupémonos por cumplir el pedido de Jesús:
“Aprendan de mí que soy manso y humilde de corazón”.
*      El  salmo 15 también nos ayuda a ver que para la santa Dios era su todo:
“Protégeme Dios mío que me refugio en ti… no hay bien para mí fuera de ti… el Señor es el lote de mi heredad y mi copa, mi suerte está en tu mano: me ha tocado un lote hermoso me encanta mi heredad… bendeciré al Señor que me aconseja, hasta de noche me instruye internamente”.
Ojalá que también nuestra vida busque a Dios y nos ayude a refugiarnos en Él como nos enseña Santa Rosa.
*      La lectura de Pablo (Flp 3,8-14), nos dice:
“Todo lo considero pérdida comparado con la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor. Por Él lo perdí todo, y todo lo considero basura con tal de ganar a Cristo”.
Sin duda que esto mismo es una de las claves que tenemos para conocer los motivos que tuvo nuestra Santa para vivir su profundo amor a Dios y su generosa entrega al prójimo.
*      Mateo 13, 31-35 nos recuerda las pequeñas parábolas de la mostaza y la levadura con las que Jesús compara el Reino de Dios.
Podemos ver en estas comparaciones el fruto de la vida de Santa Rosa que siendo una mujer sencilla ha llegado a ser patrona de las Américas, Indias y Filipinas.

***

Como algunos de nuestros lectores no celebran a Santa Rosa en este día, les dejo un pensamiento sobre las dos lecturas principales que corresponden a este domingo XXII del tiempo ordinario.

Hoy la primera lectura del Deuteronomio pide al pueblo de Dios que cumpla los mandatos del Señor y Él, a cambio, cumplirá la promesa de darle la tierra prometida.
También pide a Israel que “no añadáis nada de lo que os mando ni suprimáis nada”.
Si Moisés enseña esto a Israel para que comprenda el respeto que merece la Palabra y enseñanzas del Señor, también nosotros debemos tenerlo presente y recordar además lo que nos enseña San Pedro (2P 1,20):
“Ninguna profecía de la Escritura puede interpretarse por propia cuenta pues nunca fue proferida profecía alguna por voluntad humana sino que, movidos por el Espíritu Santo, hablaron los hombres de parte de Dios”.
Es bueno tener esto en cuenta para que nadie interprete la Biblia, inspirada por el Espíritu Santo, a su capricho o interés personal o de grupo.
Por otra parte, en esta misma lectura encontramos otro pensamiento, la grandeza de Israel consiste en la cercanía de Dios y  las enseñanzas que Él mismo les ha dado:
“¿Hay alguna nación tan grande que tenga sus dioses tan cerca como lo está el Señor Dios de nosotros siempre que lo invocamos?”.
Nosotros además leemos en el Evangelio la cercanía prometida por Jesús de tantas maneras: “Donde dos o más están reunidos en mi nombre, en medio de ellos estoy yo”… “yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo”…
Un segundo pensamiento del Evangelio nos invita a considerar que más importante que lo externo es purificarnos interiormente porque lo que nos aleja de Dios son “las maldades que salen de dentro y hacen impuro al hombre”
Que nunca seamos de los que “honran a Dios con sus labios, pero su corazón está lejos de Él”.
Por el contrario que Dios esté siempre, amigos, en nuestros labios, en nuestro corazón y en nuestra vida.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

22 de agosto de 2015

Reflexión homilética para el XXI domingo del Tiempo Ordinario, ciclo B

TRATÁNDOSE DE FIDELIDAD, SOLO TÚ

Hoy nos recuerda la liturgia uno de los momentos difíciles de Jesús en el que Él se juega todo por el amor que nos tiene al ofrecernos su cuerpo y su sangre.
Es un domingo para meditar mucho.
Pero que esta meditación no sea tanto hacia afuera sino hacia dentro porque muchas veces actuamos como los policías de tráfico y todo lo que oímos lo aplicamos a otras personas: esto para fulanita, esto para otro…
*       Meditemos esta pregunta impresionante que Jesús nos hace hoy:
¿También tú quieres irte?
Para muchos, hoy como entonces, la doctrina de Jesús es dura.
Se han hecho su propia doctrina y quieren además que todos los sigan.
Tienen dinero; tienen poder; cuentan con los medios de comunicación…
Han robado la libertad a todo el que no piensa y hace como ellos disponen.
Los mandamientos no valen para ellos.
La palabra de Dios que no les halague, es un peligro.
Por todas partes se repite lo que sucedió después de la multiplicación de los panes.
La gente feliz al comer en abundancia. Hasta se pusieron de acuerdo para nombrar rey a Jesús.
Luego entraron en la sinagoga.
Jesús lleno de emoción, les ofrece su regalo más hermoso e impresionante.
Como Dios que es, ha discurrido meterse en nosotros e introducirnos en el misterio divino.
Para ello ofrece su cuerpo y su sangre de suerte que “el que me come vivirá por mí”.
Todo es maravilloso.
Sin embargo, de pronto, los descontentos de siempre comienzan a correr la voz:
“¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”
Y luego, peor:
“Dura es esta doctrina, ¿quién puede hacerle caso?”
Desde entonces muchos se fueron.
Jesús se acerca a los suyos que debían estar un tanto avergonzados en un rincón de la sinagoga y quiere sondear su actitud. Él necesita la aceptación libre. Está ofreciendo lo mejor. Si por ventura no lo aceptan, ¿qué hará Jesús?
Pedro en nombre de todos salva la situación:
Lo que Jesús diga es ley: “Señor, ¿a quién vamos a acudir? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo consagrado por Dios”.
¿Cuál es tu respuesta hoy?
Son muchos los que se llaman católicos y no comulgan.
Son muchos los que siguen a Jesús con tal de no comprometerse en nada.
Pero es preciso recordar que quien no se compromete y acoge a Jesús, comiéndolo en la Eucaristía no tiene vida eterna.
Recordemos antes de continuar que Jesús nos pide que invoquemos al Padre “porque nadie puede venir a mí si el Padre no se lo concede”.
*       Si Jesús pide fidelidad, la primera lectura nos presenta a aquel hombre santo del Antiguo Testamento que se llamó Josué.
Al final de su vida reúne a todas las tribus de Israel en la gran asamblea de Siquén y les pide un compromiso con Dios, retándolos para que sean fieles. Y por su parte él los anima con su propio compromiso, diciéndoles:
-          “Yo y mi casa serviremos al Señor”.
*       Hoy, por última vez, repetiremos en el salmo responsorial las palabras:
“Gustad y ved qué bueno es el Señor”.
Porque precisamente este es el quinto y último domingo en que meditamos el capítulo seis de San Juan sobre la Eucaristía.
*       Finalmente, también hablando de fidelidad, San Pablo invita a la fidelidad matrimonial.
Así, hablando a los maridos, dice:
“Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo amó a su Iglesia.
Él se entregó a sí mismo por ella para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante, sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres como cuerpos suyos que son”.
Después de recordar las palabra bíblicas de compromiso: “por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer y serán los dos una sola carne”, añade, fortaleciendo el vínculo matrimonial:
“Es este un gran sacramento y yo lo refiero a Cristo y a la Iglesia”.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

14 de agosto de 2015

Reflexión homilética para el XX domingo del Tiempo Ordinario, ciclo B

JESÚS HABITA EN MÍ Y YO EN ÉL

En este domingo, y aun en el próximo, continuamos leyendo el capítulo tan especial de San Juan sobre la Eucaristía.
Se trata de la Eucaristía como “promesa”.
San Juan en su Evangelio no habla sobre la institución de este sacramento que narran Pablo y los sinópticos. Por eso se ha extendido en el capítulo seis.
*       Las enseñanzas del Evangelio de hoy son muy profundas y te invito a entrar en ellas.
Lo primero que encontramos es muy normal y lo pregunta toda persona seria:
“¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?”
Sin embargo Jesús repite varias veces lo mismo, como vamos a ver.
La fe nos enseña que en la hostia consagrada está Jesús, el hombre Dios, con su cuerpo, alma, sangre y divinidad.
Esto es cierto. Es de fe.
Pero su presencia, nos advierte Benedicto XVI, no es física, sino metafísica.
Esta expresión puede parecer un poco rara, pero es lo que siempre repetimos en la Iglesia:
“Jesús está sustancialmente”.
No masticamos su cuerpo físico, pero sí recibimos su presencia real y sustancial, a Jesús mismo.
Es un gran milagro que solo el poder infinito de Dios puede hacer.
Los que no tienen fe, se quedan como los fariseos sin este don tan maravilloso.
A pesar de esta duda, Jesús repite la misma idea de muchas maneras:
“Os aseguro que si no coméis la carne del hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna y yo lo resucitaré en el último día”.
A quienes acojan a Jesús en la Eucaristía les hace la promesa más grande:
“Yo lo resucitaré…”
Después nos promete entrar en el misterio trinitario que es lo más maravilloso que puede acontecer a una criatura.
Disculpa, amigo, ¿alguna vez has pensado, que recibiendo la Eucaristía entras en la vida trinitaria?
Pide en oración al Espíritu Santo que puedas entender lo que significa que Jesús, “que es la verdad”, te diga hoy:
“El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí”.
La vida de Jesús es la vida del Padre y del Espíritu Santo y tú vivirás en esa misma vida si “me come”.
El párrafo de hoy termina con una comparación entre el maná (“comieron y murieron”) y la Eucaristía (“vivirá para siempre”).
*       El libro de los Proverbios nos habla hoy de la Sabiduría.
En la tradición del Antiguo Testamento se personifica la Sabiduría y se la trata como alguien divino que estuvo presente en la misma creación del mundo.
Tú habrás oído hablar de esta Sabiduría referida a Jesús a quien Juan llama el “logos”.
Con esto nos enseña que el Verbo, Sabiduría de Dios, “existía al principio y todo se hizo por Él”.
Por su parte la liturgia refiere también a María lo que se dice de la Sabiduría.
Hoy los Proverbios nos presenta a la Sabiduría preparando un banquete maravilloso que nos recuerda, por un lado, el pasaje de Mateo (22,1) donde un rey prepara el banquete para la boda de su hijo. Y, por otro lado, el banquete eucarístico que meditamos hoy.
Todo es regalo del Padre por medio del Verbo, encarnado por el Espíritu Santo en el seno de María.
*       Una vez más en estos domingos la liturgia nos repite en el salmo responsorial:
“Gustad y ved qué bueno es el Señor”.
*       San Pablo nos da consejos concretos en la continuación de la misma carta a los Efesios que leímos el domingo pasado
Comienza con unas palabras que también valen hoy:
* “Fijaos bien cómo andáis… porque vienen días malos”.
Para prepararnos bien nos da unos consejos concretos:
* “No os emborrachéis con vino que lleva al libertinaje”.
* “Dejaos llenar del Espíritu”.
* Nos invita también a rezar y a cantar salmos e himnos, “con toda el alma para el Señor”.
* Y termina pidiéndonos que vivamos dando gracias a Dios.
*       El verso aleluyático nos hace cantar “el que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él”.
La Iglesia quiere que meditemos esto con profundidad, sobre todo quienes comemos frecuentemente a Jesús:
“Jesús habita en ti y tú en Él, con el Padre y el Espíritu Santo”.
Vete a tu casa hoy repitiendo: Jesús habita en mí y yo en Él.

José Ignacio Alemany Grau, obispo

6 de agosto de 2015

Reflexión homilética para el XIX domingo del Tiempo Ordinario, ciclo B

EL CAMINO ES SUPERIOR A TUS FUERZAS

Todos sabemos muy bien que hay momentos en la vida, en los cuales parece que todo nos supera. También para entonces la Divina Providencia nos ha preparado la ayuda.
*       El gran Elías, el prototipo de los profetas a quien conocemos de manera especial en la transfiguración del Señor, vivió también uno de esos momentos al sentirse perseguido por el rey, y sobre todo por la malévola y perversa reina Jezabel, y verse marginado por un pueblo cada vez más incrédulo, Israel.
Aquel día pensó que solo en Dios podía encontrar la respuesta que necesitaba.
Comenzó a caminar por el desierto. Iba solo. Angustiado. Tan hastiado de la vida que en un momento de su jornada gritó al Señor:
“¡Basta, Señor, quítame la vida, que yo no valgo más que mis padres!”
Con esos sentimientos se echó bajo una retama y se durmió.
Es entonces cuando el Señor viene en auxilio de este gran profeta que tantas veces se había jugado la vida por él.
Un ángel se acercó, lo tocó y le dijo: “¡Levántate, come!
Miró Elías y vio a su cabecera un pan cocido sobre piedras y un jarro de agua. Comió, bebió y se volvió a echar. Pero el ángel del Señor le volvió a tocar y le dijo:
¡Levántate, come que el camino es superior a tus fuerzas!”
Aquí nos encontramos con otra de las imágenes bíblicas que los Santos Padres suelen aplicar a la Eucaristía, alimento que nos fortalece.
Precisamente bajo esta luz especial, la liturgia nos pone hoy esta lectura.
Debemos imitar a Elías que “se levantó, comió y bebió y con la fuerza de aquel alimento caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta el Horeb, el monte de Dios”.
*       Aludiendo a la Eucaristía el salmo responsorial nos invita a repetir: “gustad y ved qué bueno es el Señor”.
Precisamente agradeciendo la Eucaristía podemos bendecir al Señor, proclamarlo, contemplarlo… por eso, “dichoso el que se acoge a Él… el Señor lo salva de sus angustias”.
*       San Pablo en pocas líneas nos da una serie de consejos y todos ellos importantes.
Te los enumero solamente para que puedas meditarlos.
* “No pongan triste al Espíritu Santo de Dios”.
* “Están marcados con el Espíritu para el día de la liberación final”.
* “Destierren la amargura, la ira, los enfados, los insultos”.
* “Sean buenos y comprensivos”.
* “Perdónense unos a otros como Dios los perdonó en Cristo”.
* Y el gran consejo: “Sean imitadores de Dios como hijos queridos y vivan en el amor como Cristo los amó y se entregó por nosotros”.
Como ves, aquí hay toda una lección de vida que, incluso, puede servirnos como la mejor preparación para acercarnos a la Eucaristía.
*       El verso aleluyático nos recuerda una de las frases más importantes de este capítulo seis de Juan que meditamos:
“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre”.
*       El Evangelio de hoy es continuación del Evangelio del domingo pasado.
Hay un diálogo bastante duro entre Jesús y los judíos que siempre estaban prestos a criticarlo.
Jesús ha dicho: “Yo soy el pan bajado del cielo”.
Y los judíos recuerdan la historia de Jesús en Nazaret: Hijo de José, María, la familia, ¿por qué dice que ha bajado del cielo?
Jesús les advierte: no critiquen, añadiendo: “nadie puede venir a mí si no lo atrae el Padre que me ha enviado”.
Y ahora  Jesús nos da también una serie de pensamientos importantes para que entendamos que debemos creer en Él y aceptarlo con todas sus consecuencias, después de insistir que en el último día resucitará a los que crean en Él:
* “Todo el que escucha lo que dice el Padre y aprende, viene a mí”.
* Solo Jesús que vino del Padre ha visto al Padre.
Y vuelve a recordarnos de una manera repetitiva, la misma idea central: el pan de vida, la Eucaristía es Jesús:
* “Yo soy el pan de la vida”.
* “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo”.
* “El que coma de este pan vivirá para siempre”.
* “El pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”.
Hermoso domingo éste para meditar y agradecer al Señor el don maravilloso de la Eucaristía.

José Ignacio Alemany Grau, obispo