9 de enero de 2015

FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR

EL BAUTISMO DE JESÚS

La liturgia de hoy nos presenta a Jesús con palabras de Juan:

“Juan al ver a Jesús venía hacia Él exclamó: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.

No sabía que pocos minutos después sería él mismo el que tendría que bautizar al que “puede más que yo… Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”.

*El prefacio de este día centra la fiesta con estas palabras:

“En el bautismo de Cristo en el Jordán has realizado signos prodigiosos, para manifestar el misterio del nuevo bautismo: hiciste descender tu voz desde el cielo, para que el mundo creyese que tu Palabra habitaba entre nosotros y por medio del Espíritu, manifestado en forma de paloma, ungiste a tu siervo Jesús para que los hombres reconocieran en Él al Mesías enviado a anunciar la salvación a los pobres”.

Podemos darnos cuenta de que hay dos partes en lo que acabamos de leer.

En primer lugar, las palabras “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto” nos está presentando al Padre que desde el cielo manifiesta al mundo que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad (“tu Palabra”) estaba entre los hombres y Dios quería que lo reconocieran como a su enviado.

En un segundo momento se nos ha dicho que el Espíritu Santo, “que bajó hacia Él como una paloma” era la Tercera Persona de la Trinidad Santa que vino a ungir a Jesús para que los hombres pudieran reconocerlo como el Mesías que había venido a anunciar la salvación a la humanidad, especialmente a los pobres.

*Como podemos percibir, en este párrafo están entrelazados el prefacio y el Evangelio correspondientes al ciclo B. Es bueno también que nos fijemos en la primera parte del relato de Marcos que presenta a Juan diciendo: “Detrás de mí viene el que puede más que yo y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. 

Yo os bautizo con agua pero Él os bautizará con el Espíritu Santo”.

Tengamos presente que en el bautismo se da una teofanía: la “manifestación” de las 3 Divinas Personas.

Por otra parte tengamos presente que Jesús no se bautiza para liberarse de ningún pecado puesto que no los tenía sino más bien al introducirse Él mismo en el agua, lo que hace es purificar las aguas del mundo entero mediante el contacto de la Divinidad con el mundo, consagrándolo como lugar de santificación.

*Veamos ahora algunos pensamientos sueltos que nos presenta hoy el profeta Isaías:

- “Buscad al Señor mientras se le encuentra. Invocadlo mientras esté cerca”.

Esto nos pueda recordar las palabras de san Agustín: “temo al Jesús que pasa por si no regresa”.

Es decir que debemos aprovechar la gracia de Dios en el mismo momento en que viene como una bendición a nosotros porque puede ser que no se repita.

- “Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos”. 

La perfección consiste en unificar nuestros planes y caminos con los de Dios. En fin de cuentas Jesús es el Camino que el Padre nos ha trazado para llegar a Él.

“Como bajan la nube y la nieve del cielo y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar… así será mi Palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo”.

Hermosa comparación de la que somos testigos diariamente.

La lluvia que fecunda nuestros campos, evaporándose regresa otra vez a la atmósfera. Pero cuánta riqueza ha dejado mientras tanto.

De la misma manera la Palabra de Dios la leemos, la escuchamos, la compartimos y podemos estar seguros de que nunca será infecunda a menos que queramos ser tierra estéril.

*La carta de san Juan:

Todos sabemos que su mensaje central es el amor, que es el distintivo de Dios porque “Dios es amor” y al mismo tiempo es el distintivo de todo cristiano.

Hoy Juan en el párrafo que leemos nos hace ver que el amor debe ir unido a la fe y al testimonio.

Él afirma: “lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe” porque “¿quién es el que vence al mundo sino el que cree que es el Hijo de Dios?”

Después nos presenta así a Jesús: “Este es el que vino con agua y con sangre, Jesucristo”.

El agua significa, para algunos exegetas, el bautismo de Jesús y la sangre su pasión y muerte.

Mientras para otros, Juan hace una referencia al costado de Cristo, abierto por la lanza y del que brotó al punto sangre y agua.

Leemos también:

“Porque tres son los testigos: el Espíritu, el agua y la sangre y los tres están de acuerdo”.

Posiblemente ustedes y yo habremos leído en algunas Biblias un texto más completo que dice así:

“Tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno; y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre y estos tres son uno”.

Es un dato interesante para nuestra meditación y contemplar así la presencia trinitaria en el bautismo de Jesús, la gran teofanía.
José Ignacio Alemany Grau, obispo