30 de enero de 2015

IV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO B

EL DIABLO SABE
La primera lectura de hoy nos cuenta cómo Moisés profetiza la presencia de un gran profeta.

Vayamos al Éxodo y conozcamos la motivación de la que habla el Caudillo de Israel.

Esta es la respuesta que el pueblo había hecho a Dios ante el temor que suscitó en él la famosa teofanía del Sinaí:

“El pueblo estaba aterrorizado y se mantenía a distancia. Todo el pueblo percibía los truenos y relámpagos, el sonido de la trompeta y la montaña humeante. Entonces dijeron a Moisés: háblanos tú y te escucharemos; pero que no nos hable Dios, no sea que muramos”.

En el capítulo 18 del Deuteronomio Moisés da la contestación al pueblo, cuando dice:

“Un profeta de entre los tuyos, de entre tus hermanos, como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A Él lo escucharás. Es lo que pediste al Señor, tu Dios, en el Horeb el día de la asamblea”.

Y dijo Dios a Moisés:

“Tienen razón; suscitaré un profeta de entre tus hermanos, como tú. Pondré mi palabra en su boca y les dirá lo que yo le mande”.

Los Santos Padres entienden que esta promesa que hace Moisés se refiere a que Dios enviará a Jesús.

A este texto del Deuteronomio se refirió Pedro el día de Pentecostés cuando habló a la multitud, en los Hechos de los Apóstoles (3,22).

Y san Esteban dijo palabras similares en el precioso discurso que lamentablemente terminó con su vida al ser lapidado:

“Éste, es Moisés que dijo a los hijos de Israel: el Señor hará surgir de entre vuestros hermanos un profeta como yo”.

Por su parte Pablo invita a los cristianos de su tiempo a dedicarse con una vida célibe al servicio del Señor para evitarse tantos problemas de la vida ordinaria y poder tener más tiempo y más libertad para proclamar el Evangelio:

“El soltero se preocupa de los asuntos del Señor buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos del mundo, buscando contentar a su mujer y anda dividido”.

Lo mismo dice después hablando de la mujer.

Esto no significa que el apóstol exija a todos que renuncien al matrimonio, sino como él mismo explica: “para induciros a una cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones”.

Por su parte el salmo penitencial (94), nos invita una vez más a escuchar la voz del Señor:

“Ojalá escuchéis hoy la voz del Señor, no endurezcáis vuestro corazón”.

Y a continuación nos invita a “clamar al Señor, dar vítores a la Roca que nos salva”.

Sabemos que la Biblia llama al Señor “Roca”, queriendo explicar con este apelativo su fortaleza y grandiosidad, como repite frecuentemente: “El Señor es mi Roca y mi salvación”.

El Evangelio, por su parte, nos hace pensar qué grande es el poder de Dios ya que, cuando quiere, hace que las criaturas tengan que reconocerlo como único Señor.

Resulta que el diablo, que posee al endemoniado de hoy, nos da una de las definiciones más perfectas sobre Jesús:

“Sé quién eres: el santo de Dios”.

El milagro concreto sucedió en Cafarnaúm y dentro de la sinagoga.

Precisamente recordamos que el interior de esa sinagoga fue escenario del doloroso atentado de noviembre del año pasado, en el que murieron varias personas y otras tantas resultaron heridas, en uno de los atentados más graves de Tierra Santa.

Por otra parte parece que Jesús tenía interés en hacer milagros el día sábado porque quería que todos entendieran que “el sábado es para el hombre y no el hombre para el sábado”… y que “Él es el Señor del sábado”.

Después de curar al “hombre que tenía un espíritu inmundo la gente hacía este comentario: “¿Qué es esto? Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritu inmundos les manda y le obedecen”.

Estamos todavía en el capítulo uno del Evangelio de san Marcos que nos está presentando a Jesús Mesías quien comienza a darse a conocer y enseña el mensaje de Dios.

Sabemos muy bien que muchas personas, sobre todo los que tienen poder y dinero, niegan hasta la misma existencia del demonio.

(Este es el triunfo de satanás sobre ellos)

Por otro lado no faltan los aprovechados de siempre, y de una manera especial en nuestro tiempo, que hacen negocio a base de la imagen de satanás (“brujos”, “exorcistas”, “liberadores”...)

En cambio el pueblo siempre ha creído en la existencia de los espíritus malignos, unas veces invocándolo, otras con miedo y hasta terror y otras burlándose de él.

Como nos ha recordado esta semana el P. Cantalamessa comentando este Evangelio, el Papa Pablo VI reafirmó con fuerza la doctrina bíblica y tradicional en torno a este «agente oscuro y enemigo, que es el demonio».

El Papa escribió, entre otras cosas: «El mal ya no es sólo una deficiencia, sino una eficiencia, un ser vivo, espiritual, pervertido y pervertidor. Terrible realidad. Misteriosa y espantosa».

Nosotros invoquemos a Dios siempre para que Él conduzca nuestras vidas y nunca caigamos en los brazos del maligno.

¡Jesús es el Santo de Dios!

José Ignacio Alemany Grau, obispo

21 de enero de 2015

III DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO, CICLO B

LA PRIMERA PREDICACIÓN DE JESÚS
Hoy nos cuenta san Marcos que Jesús, cuando arrestaron a Juan Bautista, por prudencia, se marchó a Galilea a predicar. 

Digo por prudencia porque cuando llegue el momento de su entrega total, Él mismo irá personalmente a Jerusalén, sabiendo a lo que se exponía.

Llegó a Galilea y comenzó a predicar.

Su esquema es muy claro y profundo. Decía:

“Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio”.

Podemos distinguir claramente cuatro puntos:

* Llegó el tiempo de Dios. Por eso dice que se ha cumplido el plazo. Con palabras de Pablo podríamos decir: “cuando llegó la plenitud de los tiempos”, es decir, cuando Dios lo creyó conveniente.

* El Reino está cerca. Tan cerca que Jesús mismo es el Reino. El Reino será el tema central de todas sus enseñanzas.

* Conviértanse. Que es la forma de dejar el camino que aleja de Dios y volverse hacia Él.

* Crean. Sabemos que Jesús va a exigir continuamente la fe a quienes se acerquen a Él pidiendo algo.

¿Qué enseñamos nosotros? ¿Qué nos enseñan nuestros pastores?

Todo está bien, pero nunca hay que dejar de lado lo fundamental.

Jesús es el Maestro para todos.

La liturgia nos irá presentando a lo largo del año todas sus enseñanzas pero de manera muy especial insistirá en esta fe que pidió Jesús al comienzo de su predicación:

- “Tu fe te ha salvado”.

- “No tengas miedo, ten fe”.

- “Si tienes fe todo es posible...”

También le oiremos la invitación a la conversión con parábolas, hechos concretos de arrepentimiento y perdonando Él mismo.

No olvidemos. El Reino tiene sus exigencias y, como enseñará Jesús, por el Reino vale la pena jugárselo todo.

En este ambiente es fácil entender el porqué del salmo responsorial en el que pedimos:

“Señor, enséñame tus caminos”.

Por su parte el apóstol san Pablo nos indica que si bien el cristiano debe estar metido y comprometido en las preocupaciones de este mundo, no debe pensar que se trata de cosas que van a durar siempre.

Más bien debemos recordar que “la representación de este mundo se termina”.

Se trata, por consiguiente, de una invitación indirecta a la conversión, en vistas a la eternidad.

La primera lectura de hoy nos presenta a Jonás predicando en Nínive.

Dios llama al profeta y le dice “levántate y vete a Nínive, la gran ciudad, y predícale el mensaje que te digo”.

Jonás entró en la ciudad y fue proclamando por todas partes: “Dentro de cuarenta días Nínive será destruida”.

Los ninivitas creyeron el mensaje de Dios “proclamaron el ayuno y se vistieron de saco pequeños y grandes”.

El resultado que lamentablemente no le gustó mucho a Jonás, por ese amor propio que todos llevamos dentro, fue éste:

“Vio Dios sus obras, su conversión de la mala vida; se compadeció y se arrepintió Dios de la catástrofe con que había amenazado a Nínive, y no la ejecutó”.

La conversión es por tanto el mensaje de la liturgia para este tercer domingo del tiempo ordinario.

Por eso le pedimos a Dios “ayúdanos a llevar una vida según tu voluntad para que podamos dar en abundancia frutos de buenas obras en nombre de tu Hijo predilecto”.

Y como último punto de nuestra reflexión, meditemos cómo Jesús, según el Evangelio de hoy, que es el de Marcos y no el de Juan, fue pescando pescadores, según decíamos el domingo anterior.

Marcos lo cuenta así:

“Pasando junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago”. Y de frente les dijo: “venid conmigo y os haré pescadores de hombres”.

Luego llamó a Santiago y a Juan. 

Lo que llama la atención es la prontitud con que estos hombres del mar responden al llamado de Jesús.

Los primeros “dejaron las redes y lo siguieron”.

Y los otros “dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon”.

Amigo, ¿qué prontitud hay en tu vida para responder a los distintos llamados que Dios, de forma tan originales, nos hace a lo largo de la vida?

José Ignacio Alemany Grau, obispo

18 de enero de 2015

II DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO,CICLO B

JESÚS COMIENZA PESCANDO PESCADORES

La liturgia es la manera que tiene la Iglesia, nuestra Madre, de ayudarnos a crecer en la fe.

Uno de los medios más importantes es el año litúrgico.

Como sabemos, está dividido en tres grandes periodos: Navidad con la preparación del adviento; la Pascua con la cuaresma y el periodo más largo que llamamos Tiempo ordinario.

El tiempo ordinario nos habla de lo de cada día, que en realidad es lo que nos permite crecer en todos los sentidos. Las fiestas son impulsos importantes, pero es el tiempo ordinario el que nos permite progresar en la vida del Espíritu.

Algo así sucede en la vida humana.

Durante este periodo que ahora comenzamos la Iglesia nos presenta toda la vida de Jesús con la excepción de los dos grandes acontecimientos ya anotados líneas arriba: navidad y pascua.

Iremos leyendo milagros, enseñanzas, rasgos de su vida, sus amigos, sus enemigos, etc.

Es interesante lo que el lunes pasado hemos leído, el inicio de la carta a los Hebreos, para que entendamos que, si en el pasado Dios habló por los profetas, y de otras muchas maneras, “últimamente nos ha hablado por medio de su Hijo”. A Él solo hemos de seguir.

Como el primer domingo celebramos el Bautismo de Jesús, en este segundo vemos cómo empieza Jesucristo a buscar los primeros apóstoles para que le acompañen en la evangelización.

Comienza pescando pescadores, como veremos en los próximos días. 

Profundicemos la liturgia de hoy:

* Salmo responsorial 

Vemos la actitud de Cristo ante el Padre al llegar a este mundo.

Será bueno que la tengamos en cuenta toda nuestra vida porque Jesús pone su entendimiento y voluntad en las manos de Dios, diciendo: 

“Aquí estoy, Señor, para hacer tu voluntad”.

Precisamente la primera oración colecta del tiempo ordinario nos presentó esta misma idea pidiendo “una luz para conocer tu voluntad y fuerza para realizarla”.

Hermosa lección.

*Primera lectura

Nos habla de Samuel, el pequeño Samuel nacido como fruto de la oración de Ana, su madre que era estéril.

Tres veces repite el joven “aquí estoy”, que son las mismas palabras de Jesús al venir al mundo y de María al aceptar el plan de Dios en su vida.

Samuel, el primer profeta escogido por Dios, con la sencillez del niño, va tres veces en plena noche ante el sacerdote Elí, respondiendo a su supuesto llamado.

Al final, el pequeño se pone en comunicación con Dios con estas simples palabras que le dictó el mismo sacerdote:

“Habla, Señor, que tu siervo te escucha”.

*Segunda lectura

San Pablo nos recuerda que no nos pertenecemos a nosotros mismos:

“No os poseéis en propiedad, porque os han comprado pagando un precio por vosotros”.

Es Cristo quien pagó con su vida, para que podamos obtener la libertad que nos quitó el pecado. Por eso el mismo apóstol dice: 

“¿No sabéis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo?… Él habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios”.

Amigo, si somos de Dios, ¡que se note!

Una manera de conseguirlo será glorificar a Dios no sólo con nuestra alma sino también con nuestro cuerpo: “Glorificad a Dios con vuestro cuerpo”.

*Evangelio

El evangelista del ciclo B es Marcos, pero como ya hemos dicho el Evangelio de Juan nos lo va ofreciendo la liturgia a través de los tres ciclos. 

Hoy es precisamente Juan quien nos cuenta cómo Jesús empieza a reunir a los apóstoles y cómo Él los toma de los propios discípulos de Juan.

Juan Bautista es el maestro. Tiene su grupo.

Les había hablado mucho del Mesías. Y un buen día “fijándose en Jesús que pasaba, dice: “Éste es el Cordero de Dios”.

De esta manera tan sencilla Juan pasa sus discípulos a Jesús.

En efecto, los dos discípulos oyeron sus palabras y siguieron a Jesús:

“Jesús se vuelve… y pregunta: ¿qué buscáis?

Ellos le contestaron: Rabí, ¿dónde vives?”

Jesús les invita y se quedan con Él todo el día.

Hay un detalle muy hermoso que cuenta el propio Juan con estas palabras:

“Serían las cuatro de la tarde”.

Sin duda es un detalle de amor.

El otro discípulo era Andrés que se fue derecho a su hermano Simón para decirle: “hemos encontrado al Mesías que significa Cristo. Y lo llevó a Jesús”. Jesús lo acoge y le cambia el nombre de Simón por el de Pedro, que significa “piedra”.

Otra hermosa lección para nosotros que si queremos evangelizar debemos imitar a Jesús entusiasmando a otras personas para que puedan descubrirlo y darlo a conocer.
José Ignacio Alemany Grau, obispo

9 de enero de 2015

FIESTA DEL BAUTISMO DEL SEÑOR

EL BAUTISMO DE JESÚS

La liturgia de hoy nos presenta a Jesús con palabras de Juan:

“Juan al ver a Jesús venía hacia Él exclamó: Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.

No sabía que pocos minutos después sería él mismo el que tendría que bautizar al que “puede más que yo… Él os bautizará con Espíritu Santo y fuego”.

*El prefacio de este día centra la fiesta con estas palabras:

“En el bautismo de Cristo en el Jordán has realizado signos prodigiosos, para manifestar el misterio del nuevo bautismo: hiciste descender tu voz desde el cielo, para que el mundo creyese que tu Palabra habitaba entre nosotros y por medio del Espíritu, manifestado en forma de paloma, ungiste a tu siervo Jesús para que los hombres reconocieran en Él al Mesías enviado a anunciar la salvación a los pobres”.

Podemos darnos cuenta de que hay dos partes en lo que acabamos de leer.

En primer lugar, las palabras “Tú eres mi Hijo amado, mi predilecto” nos está presentando al Padre que desde el cielo manifiesta al mundo que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad (“tu Palabra”) estaba entre los hombres y Dios quería que lo reconocieran como a su enviado.

En un segundo momento se nos ha dicho que el Espíritu Santo, “que bajó hacia Él como una paloma” era la Tercera Persona de la Trinidad Santa que vino a ungir a Jesús para que los hombres pudieran reconocerlo como el Mesías que había venido a anunciar la salvación a la humanidad, especialmente a los pobres.

*Como podemos percibir, en este párrafo están entrelazados el prefacio y el Evangelio correspondientes al ciclo B. Es bueno también que nos fijemos en la primera parte del relato de Marcos que presenta a Juan diciendo: “Detrás de mí viene el que puede más que yo y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. 

Yo os bautizo con agua pero Él os bautizará con el Espíritu Santo”.

Tengamos presente que en el bautismo se da una teofanía: la “manifestación” de las 3 Divinas Personas.

Por otra parte tengamos presente que Jesús no se bautiza para liberarse de ningún pecado puesto que no los tenía sino más bien al introducirse Él mismo en el agua, lo que hace es purificar las aguas del mundo entero mediante el contacto de la Divinidad con el mundo, consagrándolo como lugar de santificación.

*Veamos ahora algunos pensamientos sueltos que nos presenta hoy el profeta Isaías:

- “Buscad al Señor mientras se le encuentra. Invocadlo mientras esté cerca”.

Esto nos pueda recordar las palabras de san Agustín: “temo al Jesús que pasa por si no regresa”.

Es decir que debemos aprovechar la gracia de Dios en el mismo momento en que viene como una bendición a nosotros porque puede ser que no se repita.

- “Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos”. 

La perfección consiste en unificar nuestros planes y caminos con los de Dios. En fin de cuentas Jesús es el Camino que el Padre nos ha trazado para llegar a Él.

“Como bajan la nube y la nieve del cielo y no vuelven allá sino después de empapar la tierra, de fecundarla y hacerla germinar… así será mi Palabra que sale de mi boca: no volverá a mí vacía sino que hará mi voluntad y cumplirá mi encargo”.

Hermosa comparación de la que somos testigos diariamente.

La lluvia que fecunda nuestros campos, evaporándose regresa otra vez a la atmósfera. Pero cuánta riqueza ha dejado mientras tanto.

De la misma manera la Palabra de Dios la leemos, la escuchamos, la compartimos y podemos estar seguros de que nunca será infecunda a menos que queramos ser tierra estéril.

*La carta de san Juan:

Todos sabemos que su mensaje central es el amor, que es el distintivo de Dios porque “Dios es amor” y al mismo tiempo es el distintivo de todo cristiano.

Hoy Juan en el párrafo que leemos nos hace ver que el amor debe ir unido a la fe y al testimonio.

Él afirma: “lo que ha conseguido la victoria sobre el mundo es nuestra fe” porque “¿quién es el que vence al mundo sino el que cree que es el Hijo de Dios?”

Después nos presenta así a Jesús: “Este es el que vino con agua y con sangre, Jesucristo”.

El agua significa, para algunos exegetas, el bautismo de Jesús y la sangre su pasión y muerte.

Mientras para otros, Juan hace una referencia al costado de Cristo, abierto por la lanza y del que brotó al punto sangre y agua.

Leemos también:

“Porque tres son los testigos: el Espíritu, el agua y la sangre y los tres están de acuerdo”.

Posiblemente ustedes y yo habremos leído en algunas Biblias un texto más completo que dice así:

“Tres son los que dan testimonio en el cielo: el Padre, el Verbo y el Espíritu Santo, y estos tres son uno; y tres son los que dan testimonio en la tierra: el Espíritu, el agua y la sangre y estos tres son uno”.

Es un dato interesante para nuestra meditación y contemplar así la presencia trinitaria en el bautismo de Jesús, la gran teofanía.
José Ignacio Alemany Grau, obispo